DÍA MUNDIAL DE LA SALUD MENTAL
«Maldigo el día de mi primera raya»
La dura historia de adicciones y enfermedad mental de Selene es un ejemplo de superación para adolescentes y mayores
Selene Gómez tenía 21 años cuando en una fiesta probó su primera raya de cocaína. «Maldigo ese día, maldito sea», dice ahora que con 43 años lucha por mantener su vida normalizada libre de adicciones. Selene se desplazó ayer a León desde Zamora para participar en los actos organizados por el Día Mundial de la Salud Mental .
Llega acompañada de la delegación de la asociación Salud Mental de Zamora, adonde acude para participar en talleres de terapia de desarrollo cognitivo, actividades al aire libre y trabajos manuales y adornos para las bodas y los cumpleaños, entre otras actividades, además de vivir en un piso con apoyos. «Hace cinco años estuve en Proyecto Hombre por una patología dual y un trastorno límite de la personalidad», enfermedades mentales que llegaron abruptamente a su vida por las adicciones a la drogas . «Lo pasé muy mal, mucho, pero logré salir adelante. Llevo once años limpia, pero he sufrido mucho. Tuve una pareja que me robaba y me pegaba palizas, hasta que mi cabeza explotó. Tuve un brote psicótico Intenté matarlo, fue un horror».
La vida de Selene se truncó en ese cumpleaños en el que, por curiosidad, probó su primera raya de cocaína. No fue la única adicción. En su vida se colaron sigilosamente otras drogas, el alcohol, la ludopatía, la enfermedad mental y la prostitución a la que recurrió ocasionalmente para conseguir el producto con la que superar el mono. «Me los llevaba a casa y me pagaban con drogas».
Es duro escuchar a Selene contar su caída en un abismo que le costó un infierno superar, pero se muestra orgullosa de haber superado su pasado y participar ahora en talleres y charlas para advertir a la juventud y la adolescencia de que se alejen del mundo de las drogas. «Que no caigan, que ni lo prueben, y si están metidos en ese mundo que se armen de valor, que tienen que salir por ellos mismos, que busquen apoyo, que nada les va a ayudar si no lo deciden ellos y que se puede salir, aquí estoy yo, llevo once años sin consumir. Lo hice por mí misma y con ayuda de los psicólogos y profesionales de salud mental en Salamanca y Zamora».
"Yo llegaba borracha a mi casa. Mi madre no me decía nada porque tenía miedo a mi reacción porque yo tenía un comportamiento agresivo"
Selene vive en un piso con apoyo gestionado por Salud Mental Zamora. «Estoy normalizando mi vida. Me dicen que escriba mi historia, no sé lo pensaré. Me gustaría estudiar pero como consecuencia de las drogas me he dañado una parte del cerebro que dificulta que me pueda concentrar. Además, recordar toda mi historia y lo mal que lo he pasado no me sienta bien, no me gusta. Lo que sí hago es participar en todas las charlas que me piden para concienciar a los más jóvenes para que se alejen de este mundo, que hay muchas enfermedades mentales que se desencadenan por el consumo de drogas. Ni las drogas ni las amistades te pueden ayudar, aunque tengas apoyo, sólo eres tú contra todo ese infierno. A mí me ha costado mucho».
«Este infierno» que tanto dolor ha causado a Selene y su familia acabó con su trabajo en un Hospital de Logroño. «Yo llegaba borracha a mi casa. Mi madre no me decía nada porque tenía miedo a mi reacción porque yo tenía un comportamiento agresivo. Un día les pedí ayuda y me dijo que ya era hora. Mis adicciones casi los arruinó, pero ahora, después de once años, nos estamos recuperando».
Recuerda que sufrió abusos. «Cuando llegué al centro de Salamanca estuve dos años que no reaccionaba y me cambiaron de terapia y de centro, con el que empecé a mejorar. Me sentí muy sola, mucho, porque era consciente de que nadie podía ayudarme, por mucho apoyo que tuviera, que era yo la que tenía que salir. Fue muy difícil. Cuando somos jóvenes no tenemos consciencia de las consecuencias que pueden tener nuestros actos y nuestras malas decisiones».
Los jóvenes que llegan a terapia a Salud Mental Zamora tienen en el testimonio de Selene el primer impacto de la terapia. «He salido de todo, llevo once años sin tocar nada».