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León

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Un mal descanso puede potenciar los mecanismos que se esconden tras el desarrollo del alzhéimer, según el neurólogo del Hospital Clínic de Barcelona y vocal de la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño (Fesmes). «Sueño y alzhéimer tienen una relación de ida y vuelta. La muestra más clara es que la enfermedad, en su proceso neurodegenerativo, acaba afectando a algunas estructuras del cerebro, entre ellas el hipotálamo, que son fundamentales para regular el ritmo circadiano». Y es que, el reloj circadiano es el que indica que durante el día hay que estar despiertos y durante la noche dormidos, pero a medida que la enfermedad avanza este reloj se puede alterar y provocar que, por ejemplo, cuando llegue la noche los pacientes estén más intranquilos y agitados, o que después, durante el día, tiendan a adormecerse, lo que es un problema para los cuidadores, sobre todo cuando están en casa, y uno de los motivos más habituales de institucionalización. Una de las funciones principales del sueño es la de permitir la limpieza del cerebro de toda una serie de sustancias tóxicas.