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GUSTAVO SUÁREZ PERTIERRA, PRESIDENTE DE UNICEF ESPAÑA

«Corremos el riesgo de perder a una generación por la desigualdad»

Gustavo Suárez Pertierra. UNICEF

León

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El presidente de Unicef España, Gustavo Suárez Pertierra, inaugura hoy, junto a Federico Mayor Zaragoza, las conversaciones sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible que organiza el Defensor de la Comunidad Universitaria, Paulino César Pardo Prieto. Hoy a las 1230 horas, en el salón de actos de la Facultad de Derecho, con la presencia del rector, Juan Francisco García Marín, se debatirá el tema de la educación.

—¿Cómo afectan los Objetivos de Desarrollo Sostenible a la infancia?

—Los ODS son una toma de conciencia por parte de todas las naciones para un compromiso global con el crecimiento económico basado en el desarrollo social inclusivo y ambientalmente sostenible. El objetivo número 4 es la enseñanza de calidad a la que acceder en igualdad de oportunidades.

—¿Qué plantea Unicef para alzarlo?

—La educación es el corazón de Unicef, pero los niños, niñas y jóvenes impregnan todos los ODS. Pobreza, hambrunas, falta de paz amenazan al que es el grupo social más vulnerable y desasistido y el que necesita mayor protección.

—¿En qué situación está ahora?

—En las últimas décadas se han producido grandes avances en relación al bienestar de la infancia, pero la crisis financiera, la pandemia y ahora la crisis energética y el cambio climático han cortado ese avance. Hay que recuperar la tensión en el avance de la protección a la infancia. Si seguimos trabajando al ritmo de hoy con los ODS en 2030 habrá 60 millones de niños más que no van a la escuela y hoy son 120 millones los que no tienen educación. Las regiones más deprimidas son las más que tienen población más joven. En 2030 tendrán que proporcionar educación básica a 450 millones de niños u niñas de 3 a 15 años, son más de 2,5 veces al número de los matriculados hoy.

.—La situación en España dista mucho de la que pueden sufrir niños y niñas en otras latitudes. ¿Cuáles son los problemas más acuciantes aquí?

—Tendemos a pensar que en los países medios/altos no hay problemas relevantes en relación a la infancia y no es cierto. Hay 75 millones de niños pobres en los 30 países más ricos del mundo. En España, la pobreza infantil afecta a uno de cada tres, son cifras que no se corresponden corresponden con un país que es una de las economías más fuertes.

—¿Los abusos sexuales que han salido a relucir del pasado, también son un problema del presente ahora en el ámbito de las familias?

—Es un problema actual y uno de los que enfrenta la reciente ley de protección de la infancia, que recoge la violencia infantil en el ámbito escolar, doméstico y en el deporte. El acoso en redes tiene una importancia extraordinaria. Unicef, en colaboración con el Instituto de Protección de la Infancia y la Adolescencia de la Universidad Autónoma de Madrid, impulsa la figura de los coordinadores de convivencia en centros escolares.

—¿Hay que vigilar que no se importen prácticas como la mutilación genital femenina?

—La diversidad social puede trasladar estas prácticas que son perseguibles penalmente. Uno de los avances es que muchos países ya han integrado la persecución de las mutilaciones genitales. Tenemos también el problema del matrimonio infantil. Hay 650 millones de mujeres vibas que han sido víctimas de un matrimonio forzado. Es una práctica que se ha reducido un 15% en diez años, pero la pandemia ha paralizado ciertas líneas de avance en la protección y desarrollo de la infancia.

—¿Qué supuso el cierre de las escuelas durante la pandemia?

—España fue uno de los países europeos que menos tiempo ha tenido cerradas las escuelas. Pero donde la pobreza ataca con más virulencia ha provocado que niños y niñas, pero sobre todo las niñas, hayan tenido que ponerse a trabajar y entregadas en matrimonio. Esto es irrecuperable, habrá una generación de niños y niñas que han sufrido estas consecuencias.

—¿Qué hay qué hacer para revertir esta situación?

—Ante circunstancias excepcionales, hay que tomar medidas excepcionales. Corremos un gran riesgo de perder una generación por el agravamiento de las desigualdades en las personas más desfavorecidas. Hay que hacer progresos en la enseñanza infantil de 0 a 3 años, invertir más en enseñanza primaria y secundaria. Los países de ingresos bajos han reducido un 65% el financimiento de la enseñanza y un 50% en los de ingresos más altos y medios por la pandemia. Las infraestructuras educativas son más deficientes y ha habido un gran impacto en escolares que no tenían acceso a las TIC. En España, un país digitalizado a más del 90%, hay más de 100.000 niños que no están conectados y han sufrido los problemas con una gravedad suplementaria respecto a sus compañeros, sin ordenadores para conectarse, sin espacio privado o con un ordenador para toda la familia. Si esto se traslada a países donde la pobreza es enorme, el agravamiento de la brecha social es enorme.

—La pandemia ha agravado la salud mental de toda la población, también de la infancia.

—El 13% de la población de 15 a 19 años del mundo tiene un diagnóstico de trastorno mental. No se puede hablar de beneficios de la pandemia, pero ha permitido que salga a la luz este problema.

—Asusta leer que en Rusia van a dar instrucción militar a menores. ¿Cómo está afectando la guerra de Ucrania a la infancia?

—La guerra en Ucrania ha obligado a desplazarse a 12 millones de personas al exterior, de los que 5 han retornado. Además hay 7 millones de desplazados internos. En el mundo hay 100 millones de personas refugiadas y el 50% son niños. Esto debería encogernos el corazón