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Los superhéroes que cuidan la Casa Blanca

21 presidentes de EE UU han aparecido en las páginas de Marvel, además del villano Rey de América, antiinmigrantes y de sospechoso cabello naranja.

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Publicado por
León

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miguel pérez

La primera aventura del Capitán América se publicó en marzo de 1941. En la portada, el héroe estadounidense propinaba un demoledor puñetazo a Hitler. EE UU entró en la II Guerra Mundial en diciembre de ese mismo año. Pantera Negra surgió en julio de 1966. Tres meses más tarde apareció el movimiento de apoyo a la minoría negra Black Panther. ¿Fueron ambas premoniciones de la editorial Marvel o más bien una demostración de la atención prestada por sus guionistas y editores a la actualidad? En el caso del ‘Capi’, su editor, Martin Goodman, el dibujante Jack Kirby y el guionista Joe Simon —trío muy influyente en la historia del cómic— tenían ascendientes judíos y repugnacia por el totalitarismo. Así que es justo que el héroe le diera lo suyo al dictador nazi desde el minuto uno.

Una mañana le llamaron a Kirby por teléfono. «Hay tres hombres en el vestíbulo. Quieren ver al tipo que hace este cómic repugnante y enseñarle lo que los nazis harían a su Capitán América». Lejos de arredrarse, el dibujante salió disparado hacia las escaleras. Cuando llegó al vestíbulo, los tres ya habían salido por piernas. Kirby se alistó en el Ejército, sirvió de explorador y descubrió un campo de concentración durante la retirada alemana en Europa. La visión de los presos convertidos en jirones de piel le golpeó con un puño tan duro como el de su héroe. Su trabajo está plagado de alegatos contra el fascismo.

El Capitán América, Steve Rogers en la vida real, ha recorrido la transversal historia de su país con mayor ahínco que ningún otro miembro del Universo Marvel. Luchó contra los nazis. Se peleó con el comunismo. En 1974, en pleno escándalo Watergate, se enfrentó al Imperio Secreto, una organización que pretendía dominar EE UU y cuyo líder enmascarado se suicida de un disparo al final de la historia en el Despacho Oval.

¿El Despacho Oval?

El ‘Capi’ descubre con sorpresa que el malvado es el presidente. Cuando recibió los originales, dibujados por el legendario Sal Buscema, el editor telefoneó al guionista de la historia, Steven Englehart. «¿Es Nixon?», le preguntó, ya que el villano nunca muestra su rostro en las viñetas. Englehart lo negó. Pero con el cómic ya en los quioscos reconoció lo contrario. «Yo estaba escribiendo sobre un hombre que creía en los valores más elevados de América a la vez que su presidente era un estafador. No podía ignorar aquello», dijo. Aquel no fue su primer encontronazo con un inquilino de la Casa Blanca.

En 1988 el héroe de las barras y estrellas le dio una paliza a Ronald Reagan, eso sí, trasmutado en una especie de presidente-serpiente por efecto de una toxina. No sería su única aparición. En otra aventura Reagan es requerido para pagar un rescate por la vida de los Cuatro Fantásticos. Su única ocurrencia es... llamar por teléfono a John Wayne.

Los superhéroes de Marvel han tratado hasta con 21 presidentes estadounidenses, desde Roosvelt y Kennedy hasta George W. Bush, al que los X-Men salvan de ser asesinado por Magneto, así como Barack Obama —Spider-Man frusta una conspiración destinada a evitar su investidura—. Los rasgos de Donald Trump se parecen mucho a Modaak, un cruel organismo mental conocido como Rey de América, que vive en la frontera con México y odia a los inmigrantes. El ilustrador Jason Latour lo dio a conocer en junio de 2016 durante el estreno del nuevo personaje de la editorial, Spider-Gwen.

Las viñetas más tristes

Stan Lee, alma mater de Marvel fallecido en 2018, contagió a la redacción de su bien conocido talante conciliador. La fábrica de ideas siempre ha tenido un aura progresista, aunque nunca ha apostado sobre siglas concretas. Su lema es entretener, no ideologizar, y eso que a veces ha arriesgado al límite. En 1981 publicó un final donde se ve a la superheroína israelí Sabra combatiendo con Hulk. De fondo, un niño palestino muerto. El gigante verde le recrimina haber convertido al pequeño en una víctima del conflicto de Oriente Medio. La israelí llora. La viñeta se cierra con una frase: «Ha hecho falta Hulk para hacerle ver a este niño árabe muerto como un ser humano».

Las ofertas partidistas nunca le han faltado a la compañía en una sociedad donde la política ama el espectáculo y los asesores demócratas y republicanos conocen bien la enorme influencia de sus personajes. El concejal demócrata de Nueva York Ben Kallos se disfrazó en 2019 de Capitan América para protagonizar una campaña y de inmediato recibió una carta de Marvel que le agradecía su condición de fan, pero le prohibía usar la imagen de sus héroes para fines políticos.

En privado, Lee apoyó a Edward Kennedy en su carrera al Senado en 1994 y en la campaña de 2008 dijo que «Obama tiene cierta calidad de Míster Fantástico». La llegada del presidente afroamericano a la Casa Blanca revolucionó algunas tramas de la colección. Creó a Miles Morales, un adolescente de raíces negras y latinas para reencarnar a Spider-Man. Otro gran impacto fueron los atentados del 11-S. Para la Historia quedan las tristes y ceremoniales páginas dedicadas al atentado que en 2001 se cobró la vida de 3.000 personas. En ellas, los superhéroes ayudan a buscar supervivientes entre los restos de las Torres Gemelas mientras se preguntan pesarosos cómo no pudieron detener los atentados.

Posiblemente, Civil War (2006) sea la serie con mayor concentración de connotaciones políticas por tomo, pese a que esta aventura nace simplemente de la constatación del enorme éxito de los ‘crossover’. Los superhéroes se dividen en dos grupos enfrentados por una legislación que les exige revelar su identidad y pasar a formar parte de un registro si no quieren ser detenidos y enviados a una remota cárcel secreta. Todo remite a la Ley Patriota, Guantánamo, el desmoronamiento de la privacidad o el poder otorgado al Estado para realizar vigilancias. Civil War profundiza en el debate entre seguridad y libertad, muy vigente en EE UU tras los terribles ataques yihadistas.

Iron Man, bajo cuya armadura se encuentra Tony Stark, encabeza la defensa del acta de registro. Arrogante, autoritario, aislado en su esfera de poder, no duda en detener a sus amigos cuando la rechazan. Stark es un multimillonario vinculado a la industria de las armas. El 55% de los americanos con rentas altas votó por el republicano Mitt Romney en las elecciones de 2012. Queda claro de qué pie cojea Iron Man. A él se enfrenta el Capitán América. Rogers, que luchó contra los nazis, reivindica las libertades en un discurso en el que muchos ven los ideales demócratas. Eso sí, más cercanos a Bernie Sanders que a Joe Biden.

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