Diario de León

Las vacaciones de 60 millones de chinos alarman al mundo

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Después de casi tres años encerrada en sí misma, y en medio de la peor ola de contagios de toda la pandemia, China ha desmantelado la política del ‘cero covid’ y ha anunciado que el próximo 8 de enero abrirá las puertas de par en par. Los ciudadanos podrán salir libremente y solo hará falta una PCR negativa para regresar. A partir de ese momento, el país que más turistas enviaba al mundo hasta 2019 vaticina una estampida que, según las previsiones del China Outbound Tourism Research Institute (Cotri), podría animar a 60 millones de personas a viajar fuera de sus fronteras. 120 millones si se cuentan quienes visitan las regiones especiales de Hong Kong y Macao. Son cifras alejadas todavía del récord de 170 millones registrado antes de la pandemia, pero alarman a los gobiernos de medio mundo. Sobre todo porque podrían provocar una nueva ola de contagios a nivel global. Al fin y al cabo, casi la mitad de los viajeros que el miércoles llegaron a Milán a bordo de dos vuelos procedentes de China dieron positivo. Y lo más preocupante para los científicos, aunque la mayoría lo considera poco probable, es que este tsunami de contagios en el país más poblado del planeta podría resultar en una nueva cepa que escapase a la protección de las vacunas. Por eso, cada vez son más los países -incluidos Italia, Estados Unidos, India o Japón- que han decidido imponer una PCR a los viajeros procedentes del gigante asiático. A petición de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, la Comisión Europea se reunió este jueves para debatir la propuesta de hacer test a todos los viajeros procedentes del gigante asiático, «porque cualquier medida que no se implemente a nivel europeo será ineficiente», pero la descartó porque los expertos consideran que no tiene sentido cuando el virus circula libremente por el espacio Schengen. De forma paralela, el gobierno chino, que ha mantenido las fronteras cerradas a cal y canto y ha llegado a imponer una cuarentena de 28 días a todos los llegados del extranjero, critica ahora que se aprueben restricciones a sus ciudadanos. El portavoz, Wang Wenbin, exigió al mundo que se despoje de «prejuicios y manipulaciones políticas» para dar una respuesta «científica y justa», obviando que es lo contrario de lo que ha hecho Pekín desde el 28 de marzo de 2020. Ante las críticas de falta de transparencia, Wang afirmó que «la situación epidémica de China es predecible y está bajo control», aunque muchos hospitales están saturados, el número de muertos crece a pesar de que no se ofrecen estadísticas fiables, y el país ha prohibido la exportación de paracetamol e ibuprofeno, cuyas existencias están bajo mínimos, siguiendo el guion del inicio de la pandemia, cuando restringió el envío al extranjero de mascarillas y otros productos médicos. En cualquier caso, parece que diferentes zonas del país ya han superado el pico de esta ola de salida y van recuperando la actividad. La capital, Pekín, es un buen ejemplo. Diferentes empresarios consultados por este periódico afirman que aún tienen a gran parte de la plantilla infectada -entre el 50% y el 80%- y que no esperan recuperar la actividad habitual antes del Año Nuevo Lunar, que se celebra el 22 de enero.

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