«Soy un sacerdote que ha conocido el infierno»
‘Lo que de verdad importa’ aterriza mañana en León de nuevo de la mano de la Fundación Cepa, para que centros educativos, jóvenes y familias reflexionen sobre qué es lo que de verdad importa en la vida a través de testimonios impactantes de Ignacio Doñoro, Julio Alberto Moreno y Adriana Macías.
Ignacio Doñoro (Bilbaco. 1964) es un sacerdote español que desde el año 2002 lucha contra diversas formas de vulneración de los derechos de los menores. Es el fundador del Hogar Nazaret en la selva amzónica de Perú ((www.hogarnazaret.es) y un gran ejemplo de tesón, bondad y amor. La célebre frase del Evangelio ‘Dejad que los niños se acerquen a mí’, es el lema del hogar.
—¿A cuántos niños y niñas atiende en el Hogar Nazaret?
—Unos 310. Pero no son números. Cada niño es diferente e irrepetible. Único. No existe tráfico de órganos, pero nos llegan criaturas de las 4.000 comunidades que abarcan las 40 parroquias de la región de San Martín en la selva amazónica. Llegan desechos, irreconocibles, enfermos. Por fuera destrozados y por dentro todavía más rotos. A veces nos los dan ‘porque no sirven para nada’ y van a morir. Allí los niños sanan con el amor.
—¿Cómo marca el machismo la realidad de las mujeres allí?
—Allí a la mujer la llaman hembra, como a un animal. Y dicen: ‘Con mi hembra hago lo que quiero’. La mujer está para el goce del varón y lo mejor que le puede pasar a una niña es casarse con un hombre, que le sacará 40 años, para . Cambiar eso es una auténtica revolución, No tiene nada que ver con España, donde hablar de mujer es ideología. Damos a las niñas la oportunidad de estudiar y en vacaciones van a sus comunidades a poner en práctica lo aprendido. Son campeonas, sobre todo del perdón y la reconciliación.
—¿Se pueden tender puentes entre la infancia de allí y la de aquí?
—Vengo a España a ‘pasar el sosombrero’ porque necesitamos salir adelante. No tenemos medios. Hemos pasado hambre. Pero veo más amargura y tristeza, suicidios y trastornos mentales, aquí que allá. Allí son felices porque tienen a Dios.
—¿Qué situación ha marcado su vida haciéndole cambiar?
—La Madre Teresa lo describe muy bien. Me encuentro con una realidad que no puedo creer y me hice pasar por traficante de órganos para salvar a un niño El Salvador. Soy un sacerdote que ha conocido el infierno. Estuve con los gambines de la calle en Colombia, en la franja del Estrecho, en Mozambique.
—¿Qué mensajes trae a León?
—Primero, que nosotros solos no podemos, pero con Dios podemos ser felices. Y segundo, la antorcha que me dio Carme Chacón en Bosnia: «No esperes al mañana porque no existe. Atrévete a realizar tus sueños».
Autor de El fuego de María y El secreto de Jesús (ambos en Nueva Eva), confiesa que se hizo sacerdote por amor: «Estoy enamorado de Dios aunque ser sacerdote hoy te cierra muchas puertas».