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TRADICIONES

El antruejo que surgió del lúpulo

‘Cultivar culturas: Ecologías del Lúpulo’ aprovecha los residuos para un antruejo en Carrizo

Tejiendo los tallos del lúpulo mojados. ECOLOGÍAS DEL LÚPULO

León

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Tradición, ecología y modernidad se enredaron en un mástil imaginario en una experiencia novedosa de reciclaje y aprendizaje. Las 34 personas que se dieron cita en las viejas escuelas de Carrizo de la Ribera solo necesitaron las manos y unas tijeras de podar.

Los tallos desechados del lúpulo están a remojo en cuatro capazos en el centro de la sala para iniciar un taller de cestería organizado por el proyecto Cultivar culturas: Ecologías del Lúpulo en colaboración con la Asociación Cultural La Trepa.

Carlos Fontales, cestero y uno de los mayores expertos en este arte a nivel nacional, es el maestro de lujo con el que cuentan para este nuevo taller de la serie Mascaradas: El lúpulo y sus imaginarios. Es sábado por la mañana, el Órbigo está envuelto en la niebla y las manos dispuestas a tejer pequeñas piezas con las que crear un nuevo personaje del tradicional antruejo. Tejen bajo la atenta mirada de las máscaras que esperan la cada vez más cercana fecha para recobrar su vida en los carnavales. Aprenden a trenzar el nudo de garbanzo, que da como resultado figuras como flores, y en espiral, al modo que se entrelazan las fibras vegetales para hacer los barriles de era, tan tradicionales de la zona.

Los antruejos también fueron protagonistas. ECOLOGÍA DEL LÚPULO

«Estamos experimentando, no conocía nada que se hubiera hecho con residuos de lúpulo. Vamos a ver lo que se puede comenzar», comenta Carlos Fontales. Ha elegido «dos técnicas sencillas» por la falta de experiencia con el material y para iniciar a las personas que nunca han hecho cestería.

A medida que avanza la mañana la niebla se levanta y, al calor de la convivencia, van descubriendo que «el material tiene posibilidades». Las piezas del nuevo antruejo surgen de los desechos del lúpulo con la idea de ensamblarlas al estilo de cómo se hacían las colchas de ganchillo, cuadro a cuadro para formar al final una pieza única.

Otros imaginarios

Los residuos del lúpulo se usan por primera vez para con técnicas de cestería en Carrizo

Carlos Fontales descubrió la cestería hace más de treinta años, un trabajo artesanal que tiene como materia prima las fibras vegetales y que en España goza de una riqueza excepcional por la variedad de la vegetación y las posibilidades de fibras como el esparto que no existen en otros países europeos.

El lúpulo se suma como novedad experimental al repertorio de mimbres, palmas, eneas, cañas... Y lo hace en Carrizo de la Ribera, la capital de la producción de este cultivo cuyo uso habitual es la elaboración de la cerveza. Carlos Fontales señala que el mundo de la cestería y todas las posibilidades que ofrecen las fibras vegetales se puede integrar en cualquier época. «Se pueden hacer más que cestos. En el pasado, el mundo tuvo necesidad de crear objetos, como cestas para patatas, y empleó esos materiales para hacerlos».

Ahora se hacen cestos con otros usos, capazos, bandejas para la fruta... e infinidad de objetos con fines utilitarios. «Cualquier objeto de plástico puede ser suplido por la fibra vegetal», apostilla. Pero también se ha integrado en el diseño moderno, más decorativo, como instalación artística —que es una de las facetas que desarrolla Fontales— o para la construcción, como ya se hacía también antiguamente, para tabiques.

Es un material que aparte del abanico grande de fibras existentes, «no produce ningún tipo de alteración en el medio».

Fontales reivindica otro valor no material de la cestería. «Estamos obsesionados con los frutos del trabajo y hay actividades que en sí mismas son un placer», comenta. En los treinta años de investigación, de viajes por España para empaparse de la sabiduría de artesanos y artesanas, ha visto un cambio significativo. «Entonces no había interés, se morían los viejos que conocían el oficio; y se siguen muriendo. Pero quienes entramos en este mundo nos encontramos ahora con mucha gente interesada a nivel profesional y personal», apostilla.

El taller de Carrizo de la Ribera es un ejemplo. Acudieron vecinos y vecinas de los pueblos, lupuleros de Benavides, investigadores del equipo de Ecologías del Lúpulo de diferentes áreas, desde la Botánica a la Antropología... Gente de más edad que ha trabajado la cestería y jóvenes con ganas de experimentar. Mujeres y hombres.

Con este taller se cierra el ciclo de Mascaradas. El lúpulo y sus imaginarios en colaboración con la Asociación Cultural La Trepa. La primera sesión se dedicó a la prensa de hojas de lúpulo sobre el papel; la segunda a los tintes, a partir de tallos y hojas, con Ana Andrés Cristóbal y la tercera a esta iniciación en la técnica de la cestería tradicional. «La idea es crear piezas modulares para hacer luego un personaje más complejo», explica Susana Cámara.

Se cumplió el objetivo de trabajar la planta más allá del mundo de la cerveza, aprovechando sus desechos para crear nuevos imaginarios, como reza el título del proyecto. Y entre trenza y tallos, alrededor del círculo, surgió un filandón con diferentes reflexiones. «Se habló de la continuidad de la cestería, del riesgo de que se pierda la relación con formas de hacer rurales basadas en lo colectivo; de cómo con la concentración se dejaron de podar los mimbres...», de otras técnicas de cestería de la zona, del antruejo y sus personajes, del aprovechamiento del lúpulo y su posibilidad de incorporarlo al trabajo de La Trepa...

Cultivar Culturas: Ecologías del lúpulo está becado por Fundación Daniel y Nina Carasso, a través de su convocatoria Componer saberes para imaginar y construir futuros sostenibles 2021 y está cofinanciado por la Diputación de León y el Ayuntamiento de Carrizo de la Ribera.