El cómic alumbra el drama de la guerra
l Keum Suk regresa de la mano de Reservoir Dogs con la comedia gráfica ‘La espera’
efe
En 1950 la guerra de Corea separó a familias, un drama que aún vive la sociedad coreana y que la historietista Keum Suk aborda en «La espera», un relato dramático basado en la propia experiencia de su madre que convierte en una «historia universal para hablar de la historia de Corea». Así lo ha explicado la coreana para presentar este cómic (Reservoir Books) que llega un año después de relatarnos en Hierba el drama de las llamadas «Mujeres de consuelo», las coreanas que el ejército japonés forzó sexualmente durante la Segunda Guerra Mundial.
Y con este cómic, que formará parte de una trilogía, esta autora con más de diez cómics traducidos a 20 idiomas se sumerge en este episodio que cuenta la historia de Gwija, una mujer de 92 años que vive en Corea del Sur y que tras décadas de espera sigue deseando reencontrarse con su hijo, a quien perdió en una columna de refugiados mientras huía del norte durante la guerra de Corea. «Tengo mucho interés en la historia moderna de la sociedad coreana porque mis padres vivieron en persona ese capítulo más doloroso de Corea, porque experimentaron la colonización de Japón y la guerra de Corea. A través de mis padres quería contar su historia, porque es particular, pero al mismo tiempo es muy universal y atañe a todo el mundo. He intentado convertir su relato y el de otras víctimas en una historia universal para hablar de la historia de Corea», ha afirmado Keum Suk.
Una realidad esta que, según ha reconocido, «no interesa» a la sociedad coreana porque piensa que la guerra de Corea «es un asunto muy lejano de su vida». «Sin embargo -ha matizado- Corea está técnicamente en guerra y no conseguimos la reunificación pacífica de la península coreana. La gente no entiende verdaderamente el dolor, y como artista quería recordar a la gente que tenemos la necesidad de reflexionar sobre este tipo de temas». Aunque Keum Suk no pierde la esperanza de que su mensaje llegue a todo el mundo porque el problema de la sociedad coreana «no solo atañe a Corea sino a Asia del este porque es un tema relacionado con la paz».
Según ha recordado, cuando era niña su madre nunca relató el drama de haber sido separada de su hermana, quien fue llevada a Corea del Norte y a quien aún no ha encontrado a sus 90 años: «temía que su historia pudiera ser un perjuicio frente a sus vecinos y no quería hablar de eso públicamente y esperó hasta que yo creciera para estar lista y que yo escuchara su historia». Y por eso «La espera» es un homenaje a su madre, pero también a todas las mujeres de su país, esas que pueblan las páginas de sus obras. La sociedad de Corea —ha explicado— antes respetaba a los hombres y menospreciada a las mujeres. Yo nací en los años 70 y hasta los 90 no se resolvió la discriminación sexual y como yo viví esa discriminación desde mi niñez no tenía otra opción que elegir a las mujeres como protagonistas de mis historias». Mujeres a las que da voz y que en estas viñetas en blanco y negro rodea de la belleza de su territorio y de la crueldad de la angustia y las pocas alegrías que vivieron estas familias separadas en esa búsqueda de su familiar que el gobierno coreano intentó solucionar con unos programas de reencuentros. «Después de haber entrevistado a muchas familias lo sorprendente es que dudaban en acudir a esos encuentros, lo primero que sentían es terror porque pensaban que sus familias que viven en Cora del Norte sufrían y por eso querían darle todo lo que tenían, pero eso les podía perjudicar porque si le daban todo lo que tenían -ropa medicamentos y dinero- a su familia de Corea del Sur la dejaban sin nada», ha relatado. Según ha concluido y lamentado, Hierba y La espera cuentan una historia que «aún no ha terminado» y ambas son «muy dolorosas» para ella.