Diario de León

El inventor total que atisbó la tecnología

Una exposición muestra cómo el cántabro Leonardo Torres-Quevedo vislumbró las potencialidades de lo que un siglo después se llama inteligencia artificial

El matemático Francisco González habla de la figura del ingeniero cántabro Leonardo Torres-Quevedo. PABLO AYERBE

El matemático Francisco González habla de la figura del ingeniero cántabro Leonardo Torres-Quevedo. PABLO AYERBE

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Del transbordador de las Cataratas del Niágara, que aún funciona, a una máquina «inteligente» que siempre ganaba al ajedrez, el cántabro Leonardo Torres-Quevedo fue un «inventor total» que «empezó a vislumbrar» las potencialidades de lo que hoy, un siglo después, llaman inteligencia artificial.

«Es el inventor total, el ingeniero completo, es el padre de la automática y de la inteligencia artificial», subraya en una entrevista el matemático Francisco González, experto en la figura de Torres-Quevedo, al que rinde homenaje con dos exposiciones en la Universidad de Cantabria.

Una de estas muestras, Del telekino a la automática , que se puede ver en la Facultad de Ciencias, se centra en las aportaciones del inventor, nacido en Santa Cruz de Iguña (Molledo) en 1852, a la electromecánica, una ciencia «que aplicó por primera vez».

«Vislumbró y anunció a la comunidad científica internacional por donde podían ir los tiros con esta tecnología», asegura el matemático.

En 1914, el inventor publicó el tratado fundacional de la automática, que se basa en el concepto del «autómata». «Es una máquina que tiene energía, miembros, sensibilidad para recibir información del exterior y, sobre todo, que tiene discernimiento», explica.

Según cita González, Torres-Quevedo habló, por primera vez en la historia, de una máquina «capaz de recibir información del exterior, memorizarla con toda esa información, tomar decisiones por sí misma».

«Esta es la definición que podemos dar de robot hoy en día», apunta el matemático, quien lamenta que, aunque el ingeniero cántabro diseñó una máquina analítica similar a la computadora treinta años antes que Alan Turing y llegó a construir el aritmómetro (una calculadora), no pudo terminar de desarrollarla por completo debido a su avanzada edad.

Antes de ese tratado, Torres-Quevedo sí que diseñó y presentó El ajedrecista , en 1912, en París, una máquina capaz de ganar en un final de partida a cualquier persona al ajedrez. «A cada movimiento del humano la máquina responde inteligentemente hasta dar el jaque mate».

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