Diario de León

‘Pucheros y zurrones’ para andar el Camino

Tomás Álvarez presenta mañana su libro con testimonios de la gastronomía en la Ruta Jacobea desde la Edad Media

Tomás Álvarez posa con el libro que presenta mañana. DL

Tomás Álvarez posa con el libro que presenta mañana. DL

León

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El periodista leonés Tomás Álvarez presenta mañana día 15 en el salón de actos del Palacio del Conde Luna a las 19.00 horas el libro Pucheros y zurrones. Gastronomía en el Camino de Santiago , editado por Lobo Sapiens.

En la obra se revisa el tema de las comidas y las bebidas de los peregrinos a lo largo de los distintos caminos de la peregrinación a Compostela.

«El libro analiza la acogida al viajero, el utillaje y la urbanidad en la mesa, las comidas y la bebida, basado todo ello en un amplio estudio sobre documentos y relatos de viajeros que, en toda Europa, que han transitado por las rutas de peregrinación. No se trata pues, de un tratado de recetas y comidas actuales de las regiones por donde discurre la ruta, sino un análisis histórico y documental, basado en testimonios reales que van desde la Edad Media a la actualidad, y donde se someten a una relectura multitud de documentos y escritos diversos», explica Tomás Álvarez.

El autor hace un repaso por los escritos relativos al Camino y de autores de literatura odepórica (relacionada con el viaje) como textos del Códice Calixtino y viajeros como Hermann Künig, Jerónimo Münzer, Leo von Rozmithal, Cervantes, Laffi, Albani, Naia, Cosme III de Medici, Guillaume Manier…

Autores como Cervantes o Zola y viajeros del XIX, como el Richard Ford o el barón Davillier, y que dejaron textos de interés en la materia.

Los textos

El conjunto de los textos se articulan en las huellas de Amaltea, el poder salutífero y alimenticio del viaje, alimentos para reyes y mendigos, el don de la hospitalidad, la mesa y los cubiertos, la aguas, el vino, el pan, caldos y pucheros, vegetales, carnes y quesos, pescados, dulces, postres y chocolate, los condumios por los caminos

«La base es el pan. Hay hospitales pero son en su mayoría poco más que humildes chozas… Nicola Albani, en su libro (maravilloso) dice que prefiere pedir a los campesinos que le dejen dormir en el pajar».

«Los peregrinos piden. Se les da pan, a veces algo de fruta o un trozo de tocino. Rara vez carne. «España es un país pobre… se ve en los relatos (mucho más pobre que Portugal, por ejemplo) pero tiene fama de país caritativo; lo dicen hasta los cantos medievales de los peregrinos», explica Álvarez.

En el camino también se pilla lo que se puede. «A veces el peregrino recoge setas en el camino o peces, en los arroyos. Luego cuando llegan a un lugar poblado lo arreglan en alguna casa caritativa. Hay casos en los que los peregrinos son pillados en el acto de robar fruta… y a veces se llevan unos palos y los despluman de sus pertenencias»

En general, asegura Álvarez, hay temor a las aguas y siempre que se puede se recurre al vino, «porque este tiene alcohol y elimina las bacterias…»

Los mejores centros de atención a los peregrinos, el monasterio de Roncesvalles y el Hospital del Rey en Burgos. «En León, el más apreciado fue el de San Antonio.

Entre los hospitalitos de pueblo uno de fama excepcional fue el de San Martín del Camino. Citado por diversos viajeros. No tanto por la cantidad de comida sino por el contraste entre la pobreza del lugar y el hecho de que siempre se ofrecía algo de comer y en especial los elementos para hacer sopas. En los conventos se da por sistema comida a los pobres, transeúntes y peregrinos. No suele ser excepcional, pero suficiente para seguir adelante. Nicola Albani (pasa por noviembre de 1743 por León) dice que en los conventos dan de comida desde la mañana hasta la noche a los que llegan a sus puertas».

Un sitio en el que se come muy bien es en casa de los párrocos, cuando el peregrino puede acceder al interior de ellas.

Naia en Estébanez

Naia narra una cena en un pueblo cercano al Camino, por las indicaciones se trata de Estébanez de la Calzada, donde acudió a la casa del sacerdote, quien le invitó y obsequió con exquisiteces al ver su credencial de carmelita. Era día de carnaval, y en la casa el párroco estaba jugando a las cartas con otros sacerdotes. «Sentados los seis a la mesa se sirvieron diferentes tipos de comidas de carne, sopas y salsas, entre ellas ocho albóndigas para cada uno que estaban riquísimas así como una manzana cocida con azúcar, además de otras frutas, quesos, buen pan y mejor vino de color transparente (blanco), pero pectoral. Luego, se acostaron por parejas –Albani con el párroco– y a la mañana siguiente Albani partió, después de desayunar, llevándose una camisa usada pero buena que le regaló el gentil huésped»

Naia en Riego

Es interesante también su comida en Riego de Ambrós. «El puerto de Foncebadón estaba nevado. Naia pudo llegar a Riego ya pasadas las mayores alturas y comió en casa del cura. En el ágape había nueve personas, entre ellas otros cuatro sacerdotes y un gaitero que había animado la procesión dedicada a la festividad de San Sebastián. El condumio fue un cocido —el mejor que comió, según relató— con materiales de cerdo exquisitos además de otras delicatesen entre ellas manzanas amarillas muy gustosas, buen pan y un vino blanco óptimo.

Sopas de Ajo

Nos sólo hay sopas de ajo en San Martín del Camino. «Por la zona tomará sopas de ajo, a veces, engrandecidas con un par de huevos. También elogiará las ricas manzanas. Monjes, peregrinos y viajeros loaron los viñedos, pomares y cerezos del Bierzo, entre ellos Gaspar Melchor de Jovellanos, que alabó especialmente sus exquisitas guindas garrafales».

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