Tributo a los estudiantes que desafiaron a Franco
«Teníamos que luchar y sabíamos que nos podía pasar algo, pero no teníamos miedo», afirma la leonesa Albina Pérez
Fueron los primeros pero no los últimos. El movimiento estudiantil que desafió al régimen franquista en los años más duros de la posguerra española, bajo las siglas de la clandestina FUE (Fundación Universitaria Escolar), fue recordado y homenajeado ayer en el paraninfo de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.
La leonesa Albina Pérez, a punto de cumplir los 98 años, formó parte de aquel grupo que se organizó al albur de la derrota del nazismo a las puertas de Stalingrado y el triunfo de las fuerzas aliadas tras el desembarco de Normandía que supusieron el principio del fin de la II Guerra Mundial. «Sabíamos que teníamos que luchar contra Franco, y sabíamos que nos podía pasar algo, claro, pero no teníamos miedo», afirmó en el vídeo que se reprodujo ayer en el acto ante la imposibilidad de asistir personalmente.
«Decidimos dar la cara efectos fundamentales de la población española y también los jóvenes porque se pensó que las tropas que desembarcaron en Normandía no se iban a detener allí» y llegarían a liberar a España del fascismo, aseguró Nicolás Sánchez-Albornoz. El historiador (hijo del también historiador Claudio Sánchez Albornoz tan vinculado a León por sus investigaciones sobre el viejo reino), es junto a la leonesa, el único superviviente de los activistas que cayeron en una redada y fueron juzgados por el Tribunal de Delitos de Comunismo y Espionaje en un consejo de guerra que les condenó, al doble de penas de las que solicitaba el fiscal, en 1947.
La pintada que habían fijado con nitrato de plata en el ábside de la Facultad de Letras —¡Viva ka universidad libre!, ponía— fue el detonante de aquella redada que acabó con la organización clandestina y, momentáneamente, con la oposición estudiantil al franquismo. La gota que colmó el vaso de una serie de acciones clandestinas que llevaban a cabo los estudiantes. «A partir de los años 50 hubo una protesta estudiantil fuere y continua hasta el fin del régimen, herederas de este episodio de 1947», añadió Albornoz, al recordar que los exiliados con los que coincidió en París en los años 50 así lo sentían.
Otro de los motivos de la reorganización de la FUE estribó en la «dureza de la convivencia universitaria» de aquellos años 40. «Había gran cantidad de profesores en el exilio y las cátedras las recuperan unos individuos con camisa azul, uniforme y a veces con una pistola en el bolsillo. La calidad científica de los individuos que asaltaron la universidad era muy baja». Catorce de los 16 detenidos acabaron en la cárcel con penas de uno a ocho años. Albina Pérez cumplió 20 meses y Nicolás Sánchez-Albornoz logró escapar con Manuel Lamana de Cuelgamuros gracias a la ayuda internacional. Su hija Maruja habló de cómo le marcó el exilio y la separación de los suyos.
En el homenaje, organizado por el proyecto Aulas de Memoria de la Universidad Complutense de Madrid, participaron profesorado y alumnado. «Ya era hora», admitió la periodista Isabel Cadenas Cañón, que ejerció de maestra de ceremonias. «La democracia española tiene una deuda con las generaciones que lucharon y murieron por traernos los derechos que hoy disfrutamos», resaltaron en sus intervenciones. El poeta Mario Obrero destacó el carácter «ilustre» de aquellos jóvenes que «nos dan luz» frente a «alumnos que cortan la luz en la Cañada Real», en clara alusión a Isabel Diez Ayuso.
El polifacético artista villafranquino Juan Carlos Mestre rescató versos de Eugenio de Nora de Pueblo cautivo, aquel poemario que editó la FUE de forma clandestina en 1946 con autoría anónima y del que también leonés Eugenio de Nora reconoció ser su autor medio siglo después.
La pintada «FUE FUE ¡Viva la universidad libre! con los nombres de Machado, Miguel Hernández y Lorca por encima nunca se borró del todo, dejó una huella sobre la pared por el borrado ordenado que ayer se desveló como las letras lo hicieron a la luz del día el 14 de marzo de 1947 por el efecto del nitrato de plata que añadió la estudiante de Química Mercedes Vega, también detenida y encarcelada, a la pintura negra que había comprado Albina.
Aquel grito gráfico frente a la barbarie hizo ayer de «bisagra que abrió el pasado hacia el futuro». Un momento acompañado por la música de Pedro Pastor y adornado con flores. Un ramo de claveles rojos. las flores que simbolizan el derribo de la dictadura portuguesa, fue enviado por una profesora lusa en recuerdo a uno de los exilios de Nicolás Sánchez-Albornoz. Emilio Silva, presidente de la ARMH. se las entregó. «Fueron los claveles que nos faltaron en España para derribar a Franco», dijo Silva.