«La vida y la guerra nos unen a la mujer ucraniana que gestó a nuestros hijos»
La guerra en Ucrania llevó a esta pareja leonesa a localizar a la mujer que parió a sus hijos
Los miedos y las reservas iniciales desaparecieron cuando estalló hace un año la guerra en Ucrania . Conchi Olivares y Jacobo Aguilar confiesan que siempre tuvieron claro que querían que sus hijos conocieran sus orígenes, que cuando fueran mayores los llevarían a Ucrania para que fueran conscientes de sus raíces, un deseo que mezclaba el temor y la necesidad de entablar una relación con la mujer gestante de sus mellizos .
La guerra cambió por completo la percepción de la realidad de este matrimonio leonés que recurrió a la gestación subrogada para ampliar la familia. «Cuando comenzó la guerra en Ucrania nos pusimos en contacto con la persona que nos hizo de enlace con la agencia durante todo el proceso y le pedimos que nos localizara a la mujer gestante de nuestros hijos y nos facilitó su teléfono».
Sonia—nombre ficticio de la mujer ucraniana— conoce que la familia leonesa va a contar en este periódico su caso y ha dado su consentimiento, pero con la condición de que no se ofrezca su identidad real.
«Nos pusimos en contacto con ella, le ofrecimos nuestra ayuda y desde entonces tenemos una relación fluida. Nos dijo que estaba muy orgullosa y que se alegraba de hablar con nosotros. De vez en cuando nos pide dinero para comida o para leña, porque no tienen con qué calentarse. Ella tiene dos hijos y a su pareja se lo han llevado al frente. Cuando se fue a la guerra le ayudamos para que se comprara el material de protección, que allí no se lo facilitan. También la estamos ayudando para que encuentre a sus familiares más cercanos. Con la guerra se han roto todas las comunicaciones».
La relación es fluida por whatsapp. «Ella escribe en ucraniano y utilizamos un programa traductor para comunicarnos. Estamos muy pendientes de todo lo que le pasa. Al principio decidimos mantener una relación distante, pero con el inicio de la guerra nos sentimos muy vinculados, primero por la vida y ahora por el conflicto. Le enviamos dinero y también le hemos ayudado a que salieran de Ucrania dos personas. Nos sentimos en deuda con la familia. Ella siempre nos dijo que no le importaría gestar otro hijo para nosotros».
Sofía y Nicolás nacieron el 7 de junio de 2018 por gestación subrogada en Kropyvnytskiy (Ucrania). Conchi y su marido Jacobo definen «esta aventura» como «una historia de amor» que ha tenido que enfrentarse a múltiples dificultades.
Las complicaciones
La gestación subrogada es legal en Canadá, Estados Unidos, Rusia, Ucrania, Georgia, Grecia, Reino Unido, Australia e India.
La Ley sobre Técnicas de Reproducción Humana Asistida no lo permite en España, "aunque los bebés nacidos por esta práctica sí se podían inscribir en el Registro Civil del Consulado ucraniano hasta que el Gobierno lo prohibió en febrero de 2019. Hasta ese año había una instrucción que facilitaba los trámites.
A nosotros esos trámites nos los hicieron en Ucrania porque fue anterior a 2019" y consideraban a la mujer gestante la madre legal, como al padre biológico. Una vez registrados los bebés, Conchi inició el procedimiento de adopción, unos pasos jurídicamente «complicados» que a este matrimonio leonés le han llevado casi cuatro años.
«Ucrania es uno de los países en los que la ley permite la gestación subrogada siempre que estés casado, seas una pareja heterosexual y haya una causa médica que lo justifique. La mujer madre gestante tiene que tener al menos un hijo anterior. Todos los contratos se firman ante notario y el procedimiento en una clínica en la que la gestante firma un contrato.
Por todo el procedimiento pagamos 60.000 euros, pero no todo va para la mujer. Nos tuvieron que prestar dinero nuestra familia y nos quedamos sin ahorros. Tanto a ella como a nosotros nos hacen un montón de pruebas médicas. Todos los meses le hacen controles de drogas y ginecológicos. Si el parto es múltiple, como fue nuestro caso, la trasladan a un hospital especializado».
El proceso
Conchi y Jacobo decidieron ser padres por segunda vez en 2016. Su primera hija tenía entonces 6 años, pero una complicación médica frustraba los continuos intentos. «Estuvimos barajando opciones como la adopción y nos interesamos por la gestación subrogada. Nos pusimos en contacto con una agencia de Madrid y se encargaron de todos los trámites».
Hicieron falta seis intentos para que se produjera el embarazo. El embarazo se consiguió con los óvulos de Conchi y los espermatozoides de Jacobo.
Los viajes a Kiev y el proceso están minuciosamente registrados en dos álbumes de fotos y testimonios que esta familia leonesa ha preparado para sus hijos, que ahora tienen cuatro años.
«En la embajada de España en Kiev le hicieron las pruebas de ADN a Jacobo. Normalmente tardaban dos semanas, pero coincidió con todas las trabas que el gobierno del PSOE y Unidas Podemos pusieron a este procedimiento y se prohibieron las pruebas en la embajada. A nosotros no nos pilló por dos meses de diferencia. Cuando llegamos a España empezaron todos los problemas legales».
Los trámites de adopción se alargaron. «En otras comunidades tardan dos meses, pero a nosotros nos ha costado cuatro años. La Fiscalía de León puso todos los problemas y quiso anular el procedimiento, incluso llegó a cuestionar que Jacobo fuera el padre, a pesar de las pruebas de ADN hechas en el Consultado —y que estaban homologas en España —que lo acreditan.
Cuando salió la sentencia de adopción, el fiscal insistía en lo que nos había costado el procedimiento pero la jueza dijo que a ella le interesaba más la relación que teníamos y el cuidado de los niños. Y la Fiscalía volvió a recurrir. Fue una pesadilla».
Todo este entramado jurídico se complicó con las restricciones impuestas por la pandemia del coronavirus. «El caso llegó hasta la Audiencia Provincial, que resolvió a nuestro favor en febrero de 2021, pero costó más de cuatro años desde el nacimiento de los niños. Tras la adopción hubo que iniciar otro trámite, el del cambio del segundo apellido de los dos bebés, que mantenían el de la madre gestante. Todo se terminó en enero de 2022».
Pero las complicaciones no acabaron ahí. Jacobo, médico de profesión, solicitó la baja maternal para cuidar de sus hijos. «Me dijeron que no había ningún problema, pero con el plazo casi agotado me lo deniegan porque mis hijos nacieron por gestación subrogada». Otro procedimiento jurídico abierto que acabó dándole la razón. «Después pedí las dos horas de lactancia y también me la denegaron, aunque tras varias negociaciones me las concedieron.
En la administración hay un absoluto desconocimiento de los trámites a seguir en estos casos, a pesar de que las estadísticas cifran en el millar los niños españoles que nacen cada año por gestación subrogada en otros países. También me hicieron devolver los 100 euros de ayuda por nacimiento de hijos, que luego mi mujer pudo solicitar cuando se arregló todo el proceso de adopción».
El vínculo
Superados todos los trámites legales, la guerra ha vuelto a conectar a la familia ucraniana y a la leonesa. «Nos sentimos en deuda con el país. Queremos volver a Ucrania, que los niños conozcan su país de nacimiento, darle un abrazo a la gestante y a todas las personas que hicieron posible nuestro sueño de volver a ser padres. No somos delincuentes, pedimos que nos respeten porque no hemos hecho nada malo. La ministra de Igualdad, Irene Montero, califica la gestación subrogada de explotación , en la nueva ley del aborto, pero en España hay muchas parejas que recurren a este procedimiento en otros países. En Estados Unidos está normalizado y no hay tantas trabas. Se cuentan muchas cosas que no son reales porque no conocen lo que es pasar por esta experiencia. Los ucranianos son la leche como personas y nosotros estamos muy orgullosos de poder ayudarles en esta relación mutua».