Diario de León

Ratonera en la Antártida

«Un desierto de hielo» es la nueva novela de Maite R. Ochotorena, un «thriller» que une a un exertzaina y a una policía noruega en una investigación en la Antártida

Imagen de Maite R. Ochotorena

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Tras La mensajera del bosque, esta es la segunda novela que Ochotorena (San Sebastián, 1970) edita con Planeta. Pero su carrera como escritora se inició mucho antes, con la autoedición y las ventas online, lo que le ha hecho posible que se dedique por entero a sus libros desde hace casi diez años. «Amazon te permite publicar muy fácilmente; subir el libro, tener una portada es muy, muy fácil, pero luego destacar y que la gente te lea cuando estás nadando en una mar de libros es muy complicado. A mí no me fue mal, llamó la atención de la agencia con la que ahora trabajo y consiguió que firmara con Planeta», cuenta la autora en una entrevista. Un desierto de hielo, en las librerías desde la pasada semana, tiene como protagonista a Mikel Ibarra, un expolicía vasco que ha trabajado como guía en la Antártida y al que recurre Erika Oblyakov, una agente de la Kripos noruega, para que le acompañe al Polo Sur a investigar el asesinato del geólogo Björg Stutgard en una base de su país, llamada Nytt Hap.

Aunque parezca un gran guiño al noir nórdico, el origen de la historia tiene otras razones: por una parte, las noticias que le llegaban relativas a la protección de los océanos y a «ciertas cosas de las que no se está hablando y que son muy importantes y peligrosas» -no las cita para mantener la intriga sobre el relato- y, por otra, «un conocido muy cercano», Arakaitz Yurrita, que ha sido guía en la Antartida durante el verano austral. «Que te cuenten en primera persona lo que es aquello, ha sido todo un regalo. Además, la Antártida es un territorio tan hostil que me ha servido casi como un personaje más para potenciar esa tensión que tiene toda la novela», explica.

Y la elección de Noruega no es casual. «Es un país muy controvertido en cuanto a la lucha contra el cambio climático, que está haciendo tantísimo dentro de sus fronteras por llegar a cero emisiones de CO2, pero que por otro lado es uno de los grandes exportadores de petróleo y de gas, y todavía están intentando abrir bases petrolíferas en un entorno tan delicado como el Ártico», precisa.

Dice que los lugares inhóspitos son «un elemento más para generar tensión, para hostigar a los personajes», que en este caso además «se ven atrapados en una base que está diseñada para protegerlos de ese entorno hostil» pero que da cobijo a un enemigo que no parece que se vaya a conformar con un solo asesinato. Ochotorena apunta, no obstante, que «cualquier lugar, según en qué momento y en qué circunstancias, se presta absolutamente al bien y al mal, a las luces y a las sombras».

Ella se siente cómoda trabajando con sitios, épocas y temáticas muy diferentes. De el Madrid de La mensajera del bosque al Nueva York de su trilogía El sueño de Valentine; de la Donostia de postguerra en El destino de Ana H. Murria a la Francia de la Revolución en El secreto de la Belle Nuit; del dolor de una mujer maltratada en Donde habla el miedo a la aventura marina de Victory.

«Lo que me interesa es plasmar la historia de la forma más potente y, si para eso me tengo que ir a otro país y ambientarlo en otra época, lo hago. Para mí son todo herramientas. Y lo mismo me ocurre con el género, no me ciño a las normas y echo mano de muchos elementos ajenos para ayudar a construir la historia con más fuerza», destaca.

Eso no quiere decir que rechace formas reconocibles de los relatos de la novela negra, como iniciar el libro con un crimen antes de dar a conocer a los protagonistas, o el clásico «el asesino está entre nosotros», como ocurre en Un desierto de hielo, por lo que hay quien la asocia con algunos de los títulos de Agatha Christie.

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