Flautista, Violinista y Práctico, cada uno con su propia ingeniería de construcción, tienen el domicilio asentado en el bosque de los cuentos de Almanza. No lejos de sus casas, en un claro entre la mata de robles, les vigila el Lobo Feroz para intentar derribarlas con la fuerza de sus soplidos. Los códigos QR repartidos por la senda permitirán a los visitantes volver a disfrutar de este clásico intemporal de la literatura mientras observan las figuras que representan a sus personajes. FERNANDO OTERO
Flautista, Violinista y Práctico, cada uno con su propia ingeniería de construcción, tienen el domicilio asentado en el bosque de los cuentos de Almanza. No lejos de sus casas, en un claro entre la mata de robles, les vigila el Lobo Feroz para intentar derribarlas con la fuerza de sus soplidos. Los códigos QR repartidos por la senda permitirán a los visitantes volver a disfrutar de este clásico intemporal de la literatura mientras observan las figuras que representan a sus personajes. FERNANDO OTERO
Flautista, Violinista y Práctico, cada uno con su propia ingeniería de construcción, tienen el domicilio asentado en el bosque de los cuentos de Almanza. No lejos de sus casas, en un claro entre la mata de robles, les vigila el Lobo Feroz para intentar derribarlas con la fuerza de sus soplidos. Los códigos QR repartidos por la senda permitirán a los visitantes volver a disfrutar de este clásico intemporal de la literatura mientras observan las figuras que representan a sus personajes. FERNANDO OTERO
Flautista, Violinista y Práctico, cada uno con su propia ingeniería de construcción, tienen el domicilio asentado en el bosque de los cuentos de Almanza. No lejos de sus casas, en un claro entre la mata de robles, les vigila el Lobo Feroz para intentar derribarlas con la fuerza de sus soplidos. Los códigos QR repartidos por la senda permitirán a los visitantes volver a disfrutar de este clásico intemporal de la literatura mientras observan las figuras que representan a sus personajes. FERNANDO OTERO
Flautista, Violinista y Práctico, cada uno con su propia ingeniería de construcción, tienen el domicilio asentado en el bosque de los cuentos de Almanza. No lejos de sus casas, en un claro entre la mata de robles, les vigila el Lobo Feroz para intentar derribarlas con la fuerza de sus soplidos. Los códigos QR repartidos por la senda permitirán a los visitantes volver a disfrutar de este clásico intemporal de la literatura mientras observan las figuras que representan a sus personajes. FERNANDO OTERO