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SALUD

Alzaga: «Los cirujanos plásticos no operamos defectos que están en la mente del paciente»

El cirujano plástico reconstructivo leonés, Francisco de Asís Alzaga, es reconocido con el Premio Nacional de Medicina Siglo XXI por su especialización en la técnica de reducción mamaria. A la consulta privada de Alzaga llegan pacientes procedentes de toda España

Francisco de Asís Alzaga, este jueves en su consulta privada de León. J. NOTARIO

León

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Francisco de Asís Alzaga es especialista en Cirugía Plástica Reconstructiva. Con más de treinta años de experiencia, desde 1992 ejerce su profesión exclusivamente en el sector privado en León, con labores quirúrgicas en el Hospital San Juan de Dios y como director de la Clínica Anatómica doctor Alzaga o Instituto de Cirugía Plástica de León. De Asís Alzaga recogió el 24 de febrero el Premio de Medicina Siglo XXI por su especialidad en la técnica de mamoplastia de reducción. Esos mismos premios han reconocido este año al cardiólogo Esteban García Porrero y al especialista en Ginecología y Obstetricia, José Luis Díez Fernández.

—¿Cómo se hace la selección de los profesionales premiados?

—Te preguntan si quieres optar a ellos. Se enteraron de que yo hacía una técnica novedosa en la cirugía de reducción mamaria. Llevo muchos años trabajando una técnica un poco especial, que es menos traumática, menos agresiva, con cicatrices más pequeñas y menos tiempo de ingreso y con una rápida recuperación. Luego se reúne un jurado que elige entre varios candidatos. El premio es el reconocimiento a la técnica que trabajo desde hace treinta años, aunque me dedico a todas las parcelas de mi especialidad. La cirugía mamaria reconstructiva es una parcela que trabajo mucho, pero en lo que soy diferente a mis compañeros es en la reducción mamaria, que es una intervención a la que todo el mundo tiene mucho miedo porque es muy agresiva y nosotros hemos logrado que sea menos invasiva.

—¿Cómo se llama la técnica?

—Mamoplastia de reducción con cicatrices reducidas.

—¿A cuántas mujeres ha operado en estos treinta años?

—Vienen pacientes de toda España, no sólo de León. No sabría calcular, miles. Hace poco he operado a dos hermanas procedentes de Murcia. Vienen de Madrid, de Galicia, de toda España. No todos los cirujanos hacen esta técnica y los pacientes me tienen como referencia. Aunque haya cirujanos que la practiquen, o parecida, el equipo la hace diferente, la vas modificando.

—¿Qué porcentaje de intervenciones hacen con este procedimiento?

—De todo lo que operamos, representa el 20%. Nos dedicamos mucho a la cirugía de mano, del aumento de mama, contorno corporal, tumores. Nuestra especialidad es muy amplia. Quizás solo se reconoce la parcela estética, que para mí es la menos gratificante. A los cirujanos plásticos no nos gusta que nos llamen cirujanos estéticos porque la cirugía estética es algo subjetivo. Nos gusta mucho más que se nos considere como cirujanos reconstructivos, de malformaciones congénitas, de deformidades por tumores, por accidentes de tráfico. La estética es una parcela que a mí no me resulta tan agradecida y me he especializado en la reconstructiva, que es la que más hago.

—¿Cómo han evolucionado las técnicas desde que usted empezó?

—Cuando yo me presenté al MIR hace 35 años solo había doce plazas en toda España. Teníamos que sacar un número muy bueno en el MIR para poder optar a una plaza. La cirugía ha evolucionado mucho. Ahora es menos traumática. Hace treinta años cuando hacía con mi jefe las mamoplastias de reducción, tardábamos tres horas, con cicatrices enormes, teníamos que hacer autotransfusiones de sangre porque las pacientes sangraban mucho, tenían que estar ingresadas tres días y utilizar unos drenajes durante seis días. Ahora ya no hay autotransfusiones ni drenajes, las cicatrices son como una lupa alrededor de la areola y un poquito de vertical, necesitan solo una noche de ingreso y la intervención dura aproximadamente una hora. Todas las técnicas han cambiado mucho, tanto el aumento mamario, liposucciones o rinoplastias, todas. En los últimos treinta años en lo que más se ha avanzado es en la agresividad, que es muchísimo menor. Se hace mucha cirugía ambulatoria, que antes era con ingreso y cirugía general, ahora se hace con sedación ambulatoria. La reducción y el aumento tienen que ser con anestesia general, pero con sedación son más del 50%.

—En los últimos años hay un boom de personas que recurren a la cirugía plástica. Las modas pasan y lo que hoy es el canon de belleza dentro de varios años puede cambiar. ¿A qué atribuye este incremento de personas que pasan por el quirófano?

—Ahora es una especialidad más conocida que hace 35 años. cuando había menos plazas hospitalarias. Existían los centros de referencia en los grandes hospitales con un especialista y ahora hay un equipo de cuatro o cinco. La demanda ha crecido porque ahora se tratan más las secuelas de los accidentes de tráfico y se hacen más reducciones de mama. Hace treinta años la gente ni soñaba con acceder a una reducción mamaria o a un aumentos por malformación congénita. Hay niñas que nacen sin glándula. A nadie se le ocurría operarse por tener una mama no desarrollada o por tenerla muy grande, que provoca dolores de espalda. Las mujeres se ponían sujetadores muy ortopédicos. La sociedad ha evolucionado y con ello la cartera de servicios de todas las especialidades.

—Y también ha cambiado la presión social por imponer un aspecto físico determinado.

—Totalmente. Por una parte la sociedad reclama lo que es necesario, con deformidades o dolores, y por otra parte, por estética, aunque no cause problemas quieren reducir o aumentar de tamaño de mama. O vienen y dicen que tienen una nariz con una punta que no les gusta y la quiero arreglar. Eso es muy subjetivo y para el cirujano, menos gratificante. Es una parcela que hay que separar de la cirugía plástica reconstructiva.

—¿Siguen siendo las mujeres las que más acuden para operarse?

—Según por patologías. Los párpados se los operan más los hombres que las mujeres. La liposucción casi tanto o más los hombres, sobre todo en el abdomen. Las mamas es, lógicamente, una operación de mujeres, aunque también las hay de hombres cuando tienen las mamas grandes. Se llama ginecomastia, que es un problema patológico y operable. Cuando yo empezaba había pocos hombres que se operaban y ahora los tienes en la consulta todos los días.

—¿En qué porcentaje ha aumentado?

—Alrededor de un 20%. Hace diez años podía ser un 3%.

—¿Los hombres buscan más reconstrucción o estética?

—Hay de todo, pero normalmente los hombres llegan dirigidos por sus mujeres. El hombre que acude solo es raro, es la mujer la que le anima a arreglarse las bolsas o las ojeras. La mujer es la que le dirige en todos los aspectos de la vida.

—¿Van pocos hombres solos?

—Menos.

—¿Y la mujer joven?

—La mujer joven viene porque sí y te dice que le da igual que su marido quiera o no. El hombre normalmente viene porque su mujer le ha dicho que venga. Eso te lo encuentras muy frecuentemente, pero no siempre.

—¿Cómo se enfrenta a una persona que acude por estética y usted considera que no es necesario que se opere?

—Mi jefe siempre decía, y yo lo he aplicado en mi vida profesional, que son más los pacientes a los que convencemos para que no se operen que los que operamos. Hay muchas personas que llegan animados por amigos o familiares y no lo necesitan y les tienes que quitar la idea porque se puede solucionar con un tratamiento cosmético sin necesidad de cirugía, o no lo tiene indicado. En España eso de que las familias les regalan las operaciones a las niñas no suele ocurrir, es más de otras culturas que de la nuestra. Aquí somos muy rígidos a la hora de operar. Una mama no se puede intervenir antes de los 21 ó 22 años, cuando acaba el desarrollo. En otras culturas se opera a cualquier edad.

—Hay clínicas que ofrecen operaciones de bajo coste. ¿Se banaliza la cirugía?

—Si preguntas a un cirujano plástico te dirá que es una barbaridad. El campo de la cirugía estética está en manos de cirujanos generales y no de cirujanos plásticos. Creo que en España no se hacen ofertas. Hay que operar a la persona que lo necesita, somos cirujanos como los cardiovasculares y digestivos. Por eso no me gusta la estética.

—¿Qué aconsejaría a las personas que acuden a la clínica con un problema subjetivo? ¿Cómo lo valoran?

—No es difícil. Intentas demostrarle que no necesitan cirugía y que si no está indicada se van a ver peor y no van a arreglar su problema, que está en la mente. No se puede operar algo que solo está en la mente del paciente. Si la nariz no está desviada, si respira bien, operarle no le va a ayudar en la vida.

¿Operan a personas que acuden para un cambio de sexo?

—Hace treinta años ya hacíamos operaciones de cambio de sexo. Las personas llegaban dirigidas por un psiquiatra y un notario. Hoy no son necesarias esas autorizaciones. En la medicina pública se hacen operaciones y a las consultas privadas llegan para intervenir las mamas, tanto para poner como para extirpar. Hasta que no se ha acabado el desarrollo, las mamas no se pueden operar. Ahora hay protocolos y consentimientos que tienen que firmar antes. Es una cirugía muy, muy minoritaria. En las grandes capitales es mayor.