Daniel, el niño prodigio que afinó su vida
Un astorgano con discapacidad auditiva gana ‘Ideas para Escuchar’ con su diseño de audífono
Hay un refrán que dice que si la vida te da limones, en lugar de lamentarte, lo mejor que puedes hacer es limonada. A algo parecido suena la historia de Daniel Alberto, un niño que nació con microtia, enfermedad rara que se caracteriza por la ausencia de la oreja y del pabellón auditivo. Esta malformación congénita en el oído derecho hace que su umbral auditivo esté entre 70 u 80 decibelio; solo capta sonidos equivalentes a un camión pesado moviéndose. Auténtico ruido.
Mellizo de Natalia y 360 días más joven que Valeria, la hermana mayor, desde que era pequeño sus padres han buscado cómo solventar las dificultades auditivas de Daniel Alberto San Martín García. Madrid, Barcelona, Valencia... El periplo por las consultas de especialistas se terminó al convertirse en paciente del Hospital Niño Jesús de Madrid.
La discapacidad auditiva y sentirse muchas veces un «poco raro», azuzan sus ganas de superarse. De ese afán, una gran curiosidad, sus capacidades y mucha confianza en sí mismo, sale el zumo de su limonada vital. Con diez años, porque antes su cráneo no estaba preparado, acaban de ponerle un vibrador óseo que traduce los sonidos en su cerebro. El 23 de febrero le colocaron el procesador externo, un óvalo imantado que se coloca en la parte derecha de su cráneo y capta los sonidos para su procesamiento en el cerebro. El aparato tiene un altavoz en forma de pinza que lleva prendido a su camiseta. Aunque podría disimularse con el pelo más largo, es bastante visible.
Cuando su madre le comentó la idea de participar en el concurso ‘Ideas para escuchar’ de la empresa Med-El, especializada en implantes cocleares, se valió de su experiencia personal y de los conocimientos que ha adquirido como oyente en las conferencias a las que asisten sus padres, que no se quiere perder nunca. «Mi idea es implantar el audífono Bonebridge Samba 2 en una prótesis de oreja con imantación. Así, las personas con microtia como yo, podrán tener un dispositivo que se camufle gracias a la oreja artificial». Una idea que pretende solucionar dos problemas al mismo tiempo, el estético —la oreja— y el funcional —la audición—.
El sueño de Daniel
Con esta idea, que aún no sabe si la empresa llevará a la realidad, ganó el concurso de Med-el con una presentación de un minuto y cuando tenía aún nueve años, pues cumplió los 10 el 11 de febrero y el plazo de presentación terminó el 17 de enero. Daniel no se quiere operar, al menos de momento, para corregir la ausencia de su oreja derecha.
Uno de los miembros del jurado que seleccionó su idea es precisamente el inventor del audífono que acaban de implantar a Daniel. «Me basé en mi propia necesidad. Es una idea que ya me daba vueltas en la cabeza desde julio pasado cuando asistimos a una convivencia. Estoy asombrado», asegura el niño. «En casa se habla claro de todo, pero a Daniel le gusta la investigación y cuando vamos a ponencias escucha y sabe mucho de lo que pasa a él».
«Sabía cómo hacerlo por las charlas que había escuchado y tenía confianza. Pensé que tenía posibilidades de ganar. Me dije: «Tú puedes ser uno de ellos, tienes que aportar algo, puedes ayudar a Med-el y si les funciona que lo utilicen».
Está emocionado con el viaje a Austria, a la ciudad de Innsbruck, donde recogerá el premio, en el mes de junio. Por doble motivo. Primero, por formar parte de la expedición de nueve niños y niñas de países de todo el mundo que han recibido otras menciones del concurso Ideas para escuchar. Y segundo, porque tendrá la oportunidad de mostrar al público su virtuosismo con el chelo interpretando una pieza de Bach, su compositor favorito.
«Cuando se enteraron de el niño iba al Conservatorio de Astorga le invitaron a hacer la audición en directo en la ciudad austríaca, una de las mecas de la música después de Viena en este país», comenta su madre, Ariana García. Será ella quien acompañe a Daniel los próximos 13 y 14 de junio. «Hemos mirado para ir todos, pero aunque nos pagan el hotel y comida, no vamos a poder ir todos...», lamenta.
Daniel, que tiene también microsomía hemifacial leve, destacó desde la etapa infantil en los servicios de Atención Temprana de Albacete, donde nació y vivió hasta los cuatro años. Actualmente cursa 4º de Primaria en el colegio Escolapias de Astorga. No baja de sobresaliente, asegura su madre, toca el violonchelo y está en el cuarto curso de la formación musical elemental en el Conservatorio de Música de Astorga. Este año hará la prueba de acceso a la enseñanza profesional.
Empezó los estudios de música a los seis años tras acceder al conservatorio en una convocatoria especial y ya ha ganado un concurso de interpretación y otro de composición. Antes cosecharan similares éxitos sus dos hermanas. Se motivan entre sí. «Cuando uno estaba arriba el otro también quería estar y así y con el apoyo de mi familia nos ayudamos a avanzar», asegura Daniel.
El mismo año que empezó Daniel en el Conservatorio, entraron también sus hermanas. Y ya pueden hacer un trío. Valeria toca el piano, Natalia el violín y Daniel Alberto el violonchelo. «Nos dijeron que estaban al nivel para entrar con solo un año de preparación musical», explica Ariana García.
A Daniel le recomendaron el violonchelo porque «es el instrumento más parecido a la voz humana y ya sé cómo son sus sonidos. Me dije: Lo voy a probar y lo que pase, será». Con tan solo seis años, «mi profesor no pensó que fuera capaz porque tenía los dedos muy cortos todavía y no llegaban a la medida del chelo, más la pérdida de audición», añade el niño. Los resultados hablan por sí solos.
Desde pequeño llamó la atención a sus terapeutas y a su familia. «Con cinco años sumaba en la cabeza cifras de cinco números y con siete hacía raíces cuadradas. Le tuvimos que frenar porque empezó a tener rechazo en el colegio y le dijimos que la infancia es para ser feliz, que no era tan importante saber mucho de muchas cosas y también hay que jugar al fútbol...», explica la madre. El niño tiene memoria fotográfica. «Cuando vamos al supermercado y se ha olvidado la lista de la compra, yo la sé. Me gusta ayudar».
Momentos difíciles
Antes que a las Escolapias estuvo dos años en el Colegio Virgen de la Peña, de Bembibre, y en Val de San Lorenzo, localidades donde residió la familia antes que en Astorga. Daniel reconoce que ha tenido momentos difíciles por ser «un poco diferente». «Al principio no tenía amigos, no me relacionaba, me decían que era raro», explica.
«Fueron avanzando los años —son sus palabras— ahora están más pacíficos conmigo y me estoy empezando a relacionar bien». Daniel optó por ser él mismo y no se pone límites. Confiesa que de mayor quiere «ser astrofísico de la Nasa y dedicarme a la música en mi tiempo libre». Todo se andará. De momento, matiza, «me esfuerzo en hacer la base y que el tejado sea coser y cantar», subraya.
«Mi vida no puede ir mejor. Estoy contento con lo que que hago y cómo lo estoy haciendo», dice satisfecho. «La curiosidad me ha abierto muchas puertas y me hace impulsarme a muchas cosas», añade. También le mueve la «competencia: mis hermana me han dado competencia al mirarme en ellas».
Cuando le comunicaron que había ganado el premio, «me dieron la enhorabuena y se alegraron por mí». En otras ocasiones ha sido al revés. Daniel quedó finalista en el concurso de composición que ganó su hermana Valeria.