HOMOSEXUALIDAD, VACAS, PASTOS Y PAC
Hay en juego más de 100.000 euros por el cobro de la PAC, un negocio por el que Baldomero López, un ganadero de Tejedo del Sil, anuncia una caminata hasta León con una de sus vacas para exigir a la Junta acceso a los pastos con los que optar a las ayudas europeas. Achaca todos sus problemas a su homosexualidad, pero no dice toda la verdad...
Es un problema de derechos, de derechos de pastos, pero sobre todo de dinero —alrededor de 120.000 euros—, de mucho dinero. Para iluminar esta historia, el foco ha de apuntar a las subvenciones de la PAC, la línea de ayudas que más dinero le cuesta a la Unión Europea y de la que se benefician en España alrededor de 630.000 ganaderos y agricultores. Por eso, y debido a las modificaciones para el cobro que la Comisión Europea ha puesto en marcha, el ingenio de muchos se ha agudizado con el fin de no dejar de percibir las ayudas.
La nueva PAC obliga al beneficiario a presentar la certificación de las hectáreas. Es decir, los ganaderos y agricultores deben a partir de ahora justificar que tienen la tierra por la cual reciben derechos de ayuda, bien en régimen de propiedad, usufructo, arrendamiento, aparcería o asignación por parte de una entidad gestora de un bien comunal.
La finalidad es tener mayor control sobre quién obtiene los beneficios y asume los riesgos financieros derivados de estas actividades. Para cada parcela agrícola se indicará el régimen de tenencia, es decir, si el mismo es propiedad del solicitante, se explota en régimen de arrendamiento o aparcería y todo ello con el objetivo de evitar el fraude.
Y es que hay en juego decenas de miles de euros que, además de ser utilizados para la pervivencia de las zonas rurales y la seguridad alimentaria, son en ocasiones la causa de conflictos azuzados en ocasiones por el aforismo ‘Pueblo pequeño, infierno grande’, máxima que no por repetida deja de tener actualidad. Y más en este caso. Porque en el Alto Sil, como en la mayoría de los pueblos y aldeas, las inquinas se guardan en los arcones de las cocinas y la memoria histórica tiene siempre pequeños y grandes agravios que se heredan de generación en generación.
Esta puede ser la causa de la polémica surgida esta semana en Tejedo del Sil, una pedanía de apenas 30 habitantes que un joven ha puesto en el ojo del huracán. Baldomero López Álvarez es un ganadero cuya orientación sexual —eso afirma él mismo— le ha impedido tener acceso a los pastos a los que, afirma, tiene derecho. En su denuncia lamenta vejaciones y acoso de los integrantes de la junta vecinal y subraya incluso que la presunta persecución le obligó a abandonar el pueblo. «Me fui a Asturias a trabajar y pensaba que el tiempo amainaría las cosas. ¡Iluso de mí! Volví y decidí instalarme en mi casa y crear, junto a mi pareja, nuestra propia ganadería. Pero, lejos de calmarse las cosas, la animadversión hacia mi fue in crescendo».
Baldomero López, que atribuye su situación a la homofobia ha asegurado que alguna de las reuniones de la junta vecinal se terminó tras su llegada y acusa a uno de los presentes de increparle al grito de «¡Maricón!». Sin embargo, no consta ninguna denuncia ante la Guardia Civil por este insulto, si bien en una ocasión anterior sí lo hizo porque un vecino le calificó de analfabeto en una junta. Esta denuncia fue sobreseída por la jueza.
La supuesta persecución le ha llevado a pedir el amparo del Ministerio de Igualdad. Sin embargo, Ángel Gancedo, secretario de la Junta Vecinal, niega este extremo de manera categórica. «Jamás ha habido ningún comentario de tipo homófobo, ni en la junta vecinal ni en las calles de Tejedo contra esta persona», subraya, al tiempo que atribuye toda la polémica a los pagos de la Política Agraria Común.
Baldomero López, que dice va a iniciar una caminata con una de sus vacas —asegura que tiene un centenar— hasta León con el fin de pedir amparo a la Junta, tiene una explotación de titularidad compartida con su pareja y precisa que lleva al menos dos años reclamando el aprovechamiento de pastos que le correspondería, tanto en el Monte de Utilidad Pública de Tejedo del Sil, como en uno privado, Camposagrado.
No obstante, las pruebas no corroboran su versión. De hecho, y según ha podido saber este periódico de fuentes de la Junta, Baldomero López rehusó presentarse a las subastas que han tenido lugar desde 2021 para el aprovechamiento de pastos sobrantes en las liquidaciones realizadas por la junta vecinal a la que él critica. Las actas de las reuniones así lo certifican. No acudió a ninguna de las plicas y eso a pesar de haber solicitado a la Consejería de Medioambiente sendas solicitudes para el aprovechamiento del MUP de Tejedo del Sil.
Se da además el caso de que este año él y su pareja se presentaron por separado a dos subastas diferentes: la de Tejedo y la de Cuevas del Sil. En la primera lo hizo el propio Baldomero López mientras que en la segunda lo ocupó su pareja, Isidro Lorences Riesco. Las mismas fuentes consultadas por DIARIO DE LEÓN destacan que si bien no se trata de un comportamiento ilegal puede ser reprobado moralmente.
Más subastas de ‘vacío’
En 2022, de nuevo, la junta vecinal de Tejedo del Sil había publicado la subasta de los pastos sobrantes pero, de nuevo, ni él ni su pareja presentaron oferta alguna en la liquidación. Es decir, tampoco en esta ocasión el ganadero pujó con una oferta económica para hacerse con los pastos del monte. Todo ello lleva a Ángel Gancedo a afirmar que la actitud revela el objetivo de recibir las ayudas de la PAC sin pagar por el alquiler de los pastos. «Recibo la comisión pero no colaboro con el pueblo. Negocio redondo», dice con ironía. De hecho, explica que una de las actas de la junta —la del 1 de septiembre de 2021— refleja que la comisión se reunió con el ganadero después de que éste lo solicitara con el fin de transmitirle los requisitos que debía reunir con el fin de optar al aprovechamiento. «Nuevamente, no se presentó», dice con sorpresa.
Baldomero López asegura además que la pedanía también le ha impedido el disfrute del monte privado Camposagrado, al que tendría derecho por haber heredado la propiedad —compartida con al menos otras 40 personas— de sus padres. El ganadero explica que pide desde hace dos años la constitución de la junta gestora y lamenta que, sin embargo, no le han permitido acceder con sus vacas al monte. Considera que al ser el único ganadero socio en el pueblo, la negativa sólo puede tener la intención de perjudicarle en el acceso a las ayudas de la PAC y lo achaca, de nuevo, a una simple discriminación por su orientación sexual. «Según los estatutos de Camposagrado, se compra este monte para el aprovechamiento de leña y pastos por los socios, yo lo soy por partida doble, por un bisabuelo materno y por una bisabuela paterna. Es muy injusto que lo cedan para un deporte como es la caza y a mí, que necesito las hectáreas para subsistir, no me las conceden». Añade asimismo que los integrantes de la junta vecinal utilizan las reuniones para reírse de él. «Me llaman analfabeto y otras lindezas y nunca convocan las juntas con la periodicidad que la ley requiere. Esto es como un cortijo que gobiernan a su antojo».
Todas estas denuncias son rechazadas por la junta administrativa. De hecho, los documentos aportados por la misma desvelan la existencia de un plan dasocrático firmado en 2005 y que finaliza en 2024 en virtud del cual la junta vecinal recibe una prima con cargo a los fondos Feder a cambio de la forestación de un importante número de hectáreas, extremo que impide el uso de los pastos para el ganado hasta que este acuerdo finalice. Y es que dentro de las condiciones que establecen para percibir este dinero —seis mil euros anuales— se encuentra la obligación de mantener la superficie forestada en estado vegetativo idóneo y con una densidad de planta viva uniformemente repartida no inferior al 70% de la densidad inicial.
A pesar de la prohibición, Baldomero López, según la documentación oficial, declaró el uso de la parcela 581 y parte de la 580 del citado monte con el fin de acceder a las subvenciones de la PAC. En total, solicitó ayudas por casi 110 hectáreas a pesar de no tener derecho a disponer de ellas. La junta vecinal se quejaba de que había sido la presunta irregularidad cometida por el ganadero la que había provocado la disminución en el cobro de la prima, pasando de los 6.000 euros anteriormente citados a 5.474 euros. «De cuanto antecede se deduce que todas las personas comprendidas en la relación que nos ha facilitado la Sección de Ayudas de esa Consejería han incluido, a efectos de obtener la PAC, determinada superficie de las parcelas 580 y 581 que ni son de su propiedad, ni las tienen arrendadas, ni ostentan ningún derecho sobre ellas, ni han obtenido permiso de la junta que administra la sociedad del monte Camposagrado, lo que, sin ningún género de duda, configura falsedad documental y fraude que debe ser perseguido y corregido», atestigua la junta vecinal en el documento que envió a Medio Ambiente. Por todo ello, pedían la apertura de un expediente investigador que resolviera los incumplimientos del ganadero. Y esta es la razón por la cual la explotación formada por Baldomero López e Isidro Lorences esté a punto de perder las subvenciones de la PAC, si bien ellos lo achacan a la homofobia.
«no hay Persecución»
Baldomero López denuncia que la junta vecinal acude al Ayuntamiento de Palacios del Sil para acusarles de tener el ganado abandonado, de gastar de manera inapropiada el agua o de la muerte de las reses. «Todo este daño que me hacen, toda esta persecución, me duele más que el daño económico». El secretario de la Junta vecinal, Ángel Gancedo, asegura que toda esta polémica descansa en el objetivo de Baldomero López de conseguir privilegios a los que tiene derecho. Explica que el ganadero no aporta ni una sola prueba de sus acusaciones. «La junta vecinal nunca le ha negado ni los pastos ni reuniones con él», subraya. Asimismo, recuerda que los únicos ingresos con los que cuenta la junta para subsistir son los que provienen de los aprovechamientos cinegéticos y de pastos. Es decir, esta entidad local no se opondría a que sus vacas pastaran en el monte de utilidad pública siempre que Baldomero López estuviera dispuesto a pagar por ello, extremo que nunca ha querido hacer.