Diario de León
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León

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alfonso garcía

Está claro que el estudio, la documentación, los testimonios arrojan cada día nueva luz sobre acontecimientos y personajes prácticamente olvidados o desconocidos. Tal es el caso de Nicolás Diez Valbuena, nacido en Vega de Gordón en 1891, un hombre que quiso cambiar el mundo y, claro, no pudo.

Maestro a los dieciséis años, ejerció la profesión en diversas localidades asturianas: San Tirso de Lena, Castrillón, Pereda, Següenco, Parres, Cangas de Onís, Gijón… Añadió a su actividad la elaboración de material escolar, otras actividades educativas complementarias y algunos trabajos de madera como ayuda a sus escasos emolumentos.

Llegada la guerra, en 1937 «partió desde el puerto de El Musel acompañando a más de mil niños rumbo a la URSS, evacuados desde Asturias a cuenta de la guerra de Franco», tarea para la que fue propuesto por la Consejería de Instrucción Pública de Asturias. Le acompañaron esposa e hija.

Íntegro y eficiente profesional, «cualidades como la sinceridad y la honestidad situaron a este hombre en la categoría de los que corrían peligro en la URSS».

Opuesto a algunas posiciones de «los camaradas rusos», Soledad Sancha, controladora de los maestros españoles, urde la acusación, entre otras cosas, por «indispuesto enemistosamente hacia la Unión Soviética», lo que supondrá su detención (1941) por «agente enemigo y espía». Ya se sabe qué ocurre en dictaduras férreas como aquella. Murió «de neumonía en el traslado de un campo de concentración a otro».

Una obra muy interesante por lo que supone de rescate de un personaje muy querido, contextuado en su tiempo —aparecen, lógicamente, no pocos personajes históricos— y acercándonos a una realidad, la de los niños de la guerra, de la que falta aún mucho que contar.

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