La vocación familiar y las ganas de ayudar

Álvaro Llanos se hizo policía porque fue lo que vio en casa toda su vida. Su abuelo lo había sido y luego también su padre. «Siempre tuve presente lo que contaba mi abuelo, sobre cómo ayudaba a la gente». Y esas ganas de ayudar fueron un acicate. Cuando preparaba las oposiciones se apuntó a Protección Civil en León y «aunque era al principio y teníamos pocos medios, veía que era una manera de ayudar a la gente». De sus 20 años de experiencia profesional, salvo dos años en los que estuvo destinado en Santander, el resto los ha pasado en Cataluña. Está casado con una agente de los Mossos d’Esquadra y tiene dos hijos. «Me gusta venir a León en Semana Santa y salir como policía, con el uniforme, en la procesión. Es mi forma de vivir la Semana Santa. Pero mi vida está hecha en Cataluña». Lo que no se esperaba es que en sus vacaciones se vería envuelto en un acto de servicio, de forma imprevista, en su querida ciudad natal.