Héroes detrás de una placa, el relato de los policías que han rescatado dos vidas en dos días
Dos vidas rescatadas en dos días. Tres agentes de la Policía Nacional que la semana pasada, en 48 horas, frustraron dos intentos de suicidio en León cuentan lo que sintieron al salvar esas vidas y esperan que las dos mujeres encuentren motivos para vivir su segunda oportunidad.
Era viernes de Dolores y se convirtió en sábado de Resurrección. La intervención del agente del Cuerpo Nacional de Policía Álvaro Ocejo y su compañera de prácticas Lidia Gago, además de una patrulla de la Policía Local, salvó la vida de una joven de 24 años en el centro de León, que intentó arrojarse desde un noveno piso.
Al día siguiente, a las 21.30 horas, en el puente de San Marcos, el agente Álvaro Llanos, destinado en Barcelona y que pasa la Semana Santa en León con la familia y con la ilusión de salir con un paso en procesión vestido de uniforme, salvó a otra mujer que intentaba arrojarse al río por el puente de San Marcos. Otra resurrección.
Los tres agentes se han convertido en héroes a los ojos de sus compañeros y de sus familias. Unos de patrulla y el otro fuera de servicio creen que solo cumplieron con su deber, a pesar de que pusieron su propia vida en peligro para salvar a otra. «No es una heroicidad. En este trabajo, cuando sale bien eres un héroe, pero si sale mal, que también pasa, eres lo peor», señala Álvaro Ocejo. «La situación de ella es lo que me da rabia», apunta.
Este policía, de 29 años, es uno de los más jóvenes de la Comisaría de León y es la cuarta vez que lo toca ir a este domicilio, aunque nunca en una situación tan crítica. La mañana del viernes estaba de servicio con su compañera de prácticas. La llamada de aviso llegó a la mesa de la Comisaría de León a las ocho y media. Un ciudadano alertaba de los mensajes que le enviaba su amiga. Temía que pudiera intentar quitarse la vida. La patrulla Zeta encargada de acudir al domicilio ya lo conoce.
Llaman a la puerta, pero la chica se niega a abrir. Mientras la agente de prácticas intenta calmar a la joven hablándole, su compañero consigue abrir el domicilio con una radiografía. Cuando entraron en la habitación —para entonces también había llegado una patrulla de la Policía Local— vieron a la chica sentada en el alféizar de la ventana, de espaldas y con medio cuerpo en el aire.
En ese momento se tira hacia atrás y los policías consiguen agarrarle por los tobillos y un gemelo. Están en un noveno piso y se temen lo peor. «No podíamos subirla, era un peso muerto. Y se nos estaba escurriendo». El agente Ocejo decidió asomarse por la ventana, «me estiré y fui enganchando primero el hombro, luego la muñeca y por último la mano» de la joven hasta que pudieron tirar de ella para sacarla del vacío desde una altura tan elevada como un noveno piso. Mientras trataba de agarrar su mano al policía le tenía asombrado que la chica mantenía agarrado el móvil sin soltarlo. Ojalá se agarre ahora a la vida con la misma fuerza.
«Si lo pienso en frío, me pregunto por qué lo hice, pero estaba con el efecto túnel y solo veía que eso era lo que tenía que hacer en ese momento», relata el agente. «Mi abuela me ha echado una bronca de narices», dice sobre la reacción en casa. Él la tranquiliza y le dice: «Abuela, está todo controlado».
«Hice lo que tenía que hacer. Otra cosa es que ahora sirva para algo. Me da mucha rabia la situación de la chica»
ÁLVARO OCEJO
POLICÍA EN LA COMISARÍA DE LEÓN
«Salió bien. Pero fue cuestión de un segundo. No lo voy a olvidar en la vida», comenta Lidia Gago, quien ha vivido la experiencia más extrema de los nueve meses que lleva de prácticas en la Comisaría de León con este caso. A sus 27 años y a pocas semana de la jura para convertirse en agente en la Academia de la Policía de Ávila, se ha sentido conmovida por la cercanía de la edad con la joven.
«Cuando ya la habíamos rescatado, la intenté tranquilizar, aunque en el estado que se encontraba le daba igual», comenta. «Me gustaría que pudiera valorar esta segunda oportunidad que le ha dado la vida, le diría que tiene a mucha gente a su alrededor y toda una vida por delante para luchar, que por muchos problemas que tenga, seguro que tienen solución...». «Que se dé cuenta de que tiene a mucha gente, porque no fuimos solo nosotros. Si su amigo no nos avisa y no llega la llamada, no habríamos ido», añade la agente.
36 horas después
Apenas 36 horas después otra llamada entra en la mesa de la Comisaría de León. «Soy compañero, estoy en el puente de San Marcos al lado de una persona que intentaba tirarse al río».
Era sábado por la noche. Estaba fuera de servicio y a 800 kilómetros de su destino en el Cuerpo Nacional de Policía en Barcelona. Álvaro Llanos, con veinte años de experiencia en la policía, se siente satisfecho de haber «cumplido con mi deber como policía». Aunque ese día no llevara puesto el uniforme, tras dar su perro un paseo con su perro, se vio sujetando a una mujer que se había combado sobre la barandilla metálica del pretil. Mientras se acercaba, «vi que dejaba el bolso en el suelo y se quitaba la cazadora. Aceleré el paso y le agarré».
Él le decía que estuviera tranquila y ella que la dejara. Que se quería morir. «La senté en el suelo y me pidió que no llamara a la policía», aunque no la entendía bien porque hablaba en portugués. Cuando llegó la patrulla y la sentaron en un banco a la espera de que llegara una ambulancia, la mujer empezó a reaccionar y reconoció al policía: «Me has salvado la vida».
«No me creo un héroe. Cumplí con mi deber de policía e hice lo que necesitaba una persona en ese momento»
ÁLVARO LLANOS
POLICÍA LEONÉS EN BARCELONA
«Al parecer tenía miedo a pasar la noche en la calle, porque la habían echado del alojamiento donde estaba, aunque también me dijo que al día siguiente tenía trabajo...».
Fuera por lo que fuera que aquella mujer se intentó quitar la vida, solo piensa que de no haber llegado a tiempo para sujetarla, «tal vez habría tenido que bajar al río y ya sería otro tipo de rescate», señala. Como en el caso anterior, el destino a favor de la vida se desencadenó en cuestión de un segundo.
«Salvar una vida te llena mucho», afirma este policía que se ha enfrentado a situaciones como los atentados de Barcelona de 2017. «Es una sensación muy extraña porque no sientes que hayas hecho nada especial y llegas a casa, lo cuentas y tu hijo te dice: ¡Papá, eres mi héroe!».
Álvaro Llanos, policía por vocación, hijo, nieto y hermano de policías, cree que en situaciones como la que vivió el sábado en el puente de San Marcos «reaccionas de manera instintiva». «No me creo un héroe, hice lo que necesitaba la persona en ese momento». «Yo le he salvado la vida, pero después, ¿qué pasa?», se pregunta. Espera que la mujer reciba la ayuda que necesite y que la situación económica o de desamparo no sea un motivo para que deje de querer vivir.
987 876 006
Número del Teléfono de la Esperanza de León para atender a situaciones de crisis
El suicidio es una situación que cada vez se vive más de cerca en las misiones de la policía. «Es un problema que hay en la calle y que vivimos también en el Cuerpo, en la Policía y también en la Guardia Civil», comenta este agente, consciente de que la historia con final feliz, al menos momentáneo, que vivió el sábado no siempre se repite.
«Es lo que tienes que hacer, que sirva para algo o no, ya no depende de nosotros», comenta Álvaro Ocejo al reflexionar sobre las limitaciones que tiene una acción tan arriesgada como las que han protagonizado estos tres agentes el viernes y el sábado pasado en la capital leonesa.
La sociedad no parece encontrar mecanismos aún eficaces para evitar que muchos intentos terminen en tragedia.
Tanto en las comisarías como en los cuarteles hay protocolos de prevención del suicidio con un teléfono específico para que cualquier agente que se encuentre en ante una crisis pueda pedir ayuda.