Diario de León

Jorge Riechmann: «Estamos al borde de la sexta gran extinción»

Jorge Riechmann aboga por el decrecimiento en actos con estudiantes de Villafranca del Bierzo y vecinos en Fabero

Jorge Riechmann es profesor de Ética y Filosofía Política y miembro de Ecologistas en Acción. DL

Jorge Riechmann es profesor de Ética y Filosofía Política y miembro de Ecologistas en Acción. DL

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El cambio climático es solo un episodio de lo que queda por llegar si no se le pone coto. El profesor de Ética y Filosofía Política de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), poeta y miembro de Ecologistas en Acción, Jorge Riechmann, afirma que la solución pasa por el decrecimiento. «Nuestro modo de producción y nuestra forma de vida no deja espacio para el otro. Esos otros son los seres vivos con los que compartimos la biosfera», asegura.

Riechmann, que ha estado en el Teatro Villafranquino con unos 120 alumnos y alumnas de centros escolares de la comarca del Bierzo y ofreció una charla en la casa de Cultura de Fabero este lunes, advierte que «estamos al borde de la sexta gran extinción. Ha habido cinco episodios anteriores en los que desapareció buena parte de la vida y ahora sucede por el funcionamiento ordinario de las sociedades industriales, no por la caída de ningún meteorito», subraya.

El profesor sostiene que «la crisis ecológica y social en la que estamos es, ante todo, una crisis ética y política si no separáramos la ética de la política, porque como dice Manuel Sacristán, la política es la ética de lo colectivo».

Evitar que el planeta siga en la deriva de la sexta gran extinción pasa por «una transición ecológica que no es solo una transición energética; hay que hacer una transición hacia la agroecología y hacia el decrecimiento», asegura. «La transición ecológica es algo intenso y profundo, significa cambiar el modo de producción» y, desde luego, salir de la trampa de equiparar transición energética a transición ecológica en la que encaja el discurso de que se puede seguir creciendo con «la simple instalación de dispositivos de captación de energías renovables». «Con aerogeneradores y placas solares no tenemos resuelta la cuestión», insiste.

Tener posibilidades de seguir viviendo en la Tierra pasa, en opinión de este experto, en «dejar bajo la tierra la mayor parte de los combustibles fósiles» y salir de la «ceguera energética» y de una vida condicionada por la sobreabundancia energética favorecida por los combustibles fósiles.

En este punto, la movilidad es clave. «Si no somos capaces de salir del paradigma del coche privado no habrá transición ecológica», advierte.

Jorge Riechmann se apoya en los estudios que llevan a cabo grupos de investigación como el Geeds (Grupo de Investigación de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas) de la Universidad de Valladolid (UVA), el que lideran Antonio Valero y Alicia Valero en la Universidad de Zaragoza o el Icta de la Universidad de Barcelona, a cuyo frente están científicos de referencia como Giorgos Kallis y Jason Hickel.

Desde estos centros de la comunidad científica se advierte de la situación y se ofrecen soluciones, pero «nadie quiere escuchar», lamenta Riechmann. Y mucho menos una clase política que está en vísperas electorales y cuyo mantra pasa por el crecimiento.

«Estamos atrapados por el mal uso que hemos hecho de la energía y que nos ha llevado a una forma de vida donde el trabajo está muy separado del lugar donde vivimos, por lo que hacemos muchos kilómetros diarios para cumplir con las obligaciones y también algunas satisfacciones cotidianas», asegura.

Para afrontar el problema de la movilidad, «donde hay mayor densidad de población hay mayor posibilidad de usar el transporte colectivo, recuperar líneas de trenes, no precisamente de alta velocidad». Para las zonas de menos población, a las que no puede llegar una línea de tren, se están poniendo en marcha experiencias como los taxis rurales para uso colectivo con trayectos regulares en fechas señaladas como pueden ser los días de mercado o de forma puntual para urgencias y otras necesidades de la población, a precios módicos. Se está haciendo en el Pirineo catalán con subvenciones de la administración que dejan los precios del billete en 1,5 euros.

La cuestión es que para llegar a soluciones de este tipo «necesitamos coordinarnos unos con otros», algo que está en la raíz de la vida comunitaria y se ha olvidado con el coche privado. «Es una solución ético-política», recalca. Lo contrario es seguir con coches que, como los eléctricos, pueden pesar una tonelada.

Asumir los límites biofísicos que generan el calentamiento global es la gran batalla porque, en el fondo, «como sociedad, somos negacionistas de todo lo que tiene que ver con estos límites físicos». Entre la juventud, con la que tiene contacto a través del aula y en el activismo ecologista, «hay un arco muy grande que oscila entre el negacionismo que no quiere ver los límites y la desesperación de la gente que se da cuenta de la situación real y de que le estamos robando su futuro». Así se explica que adolescentes y jóvenes se sumen a colectivos de protesta.

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