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Publicado por
León

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césar combarros

Gustavo Martín Garzo habla de El último atardecer, su nueva novela, como si fuera una película. El lapsus se repite constantemente en la conversación, y da buena muestra de cuánto de cinematográfico hay en ella. La magia evocadora y transformadora del cine se respira en cada poro de esta historia, que acaba de llegar a las librerías españolas. En ella confluyen mil «azares extraordinarios» que se han cruzado en el camino del Premio Nacional de Narrativa, en su intento de relatar «lo que sucede entre dos personas cuando eso que llamamos lo amoroso irrumpe en sus vidas».

Ambientada en los Montes Torozos, esos donde el vallisoletano pasaba los eternos veranos de su infancia, la novela gira en torno a lo inasible y «lo inefable», y es fruto de una exploración sobre la «lengua muda» que los amantes utilizan en los instantes de «embeleso y plenitud», en los que «todo se vuelve significativo, incluso las cosas más nimias». A ese volátil momento se asoma el escritor desde la contención y el pudor, ofreciendo su novela como un «umbral» al misterio, al que invita a acceder al lector.

La protagonista es María, una joven médica que acaba de conseguir plaza y, a la hora de elegir destino, huye de las ciudades que han marcado su vida para encontrar acomodo en Torrelobatón, un enclave castellano que la retrotrae al momento en que, siendo una adolescente, vio junto a su padre en el cine El señor de la guerra, la película que cambió su vida. En ella, Charlton Heston encarna a un caballero normando que queda prendado de una campesina llamada Bronwyn (Rosemary Forsyth), y en la novela de Martín Garzo es la protagonista quien queda atrapada por un misterioso personaje llamado Roco, que trastoca sus sentidos y la envuelve presa de la fascinación. La conexión de Torrelobatón con Charlton Heston, que rodó en ese enclave vallisoletano El Cid cuatro años antes de la película de Franklin J. Schaffner, es lo que empuja a María a elegir su destino, y desde allí comienza a escribir una suerte de «carta al padre».

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