Un cielo despejado y sin barreras para poner alas a cuerpo y mente
Vuelo adaptado. Treinta y dos usuarios del CRE de San Andrés del Rabanedo participan en la jornada terapéutica desarrollada en la Academia Básica del Aire de la Virgen del Camino, con la colaboración de las fundaciones ‘Cielos de León’ y ‘Sillas Voladoras’, una actividad que se repite desde hace seis años.
Quien prueba repite. La mayoría de los 32 usuarios del Centro de Referencia Estatal (CRE) Discapacidad y Dependencia de San Andrés del Rabanedo que se desplazaron este jueves a la Academia Básica del Aire de la Virgen del Camino vuelven para participar en una actividad terapéutica que pone alas a cuerpo y mente. En el cielo despejado no hay barreras.
«Lo que más impacta es la sonrisa interior, la discreta, la que no se ve, es muy bonito ver cómo se abren por dentro, disfrutan y se liberan del estrés». El presidente de ‘Cielos de León’, Vicente Cordier, pilotó esta mañana una de las dos avionetas que un año más, y van seis, sirvió para que treinta y dos personas con discapacidad física pudieran emprender un vuelo terapéutico.
A las pistas del aeródromo se desplazaron el subdelegado del Gobierno, Faustino Sánchez; la alcaldesa del Ayuntamiento de San Andrés del Rabanedo, Camino Cabañas, el alcalde del Ayuntamiento de Valverde de la Virgen, David Fernández; la directora-gerente del CRE de San Andrés del Rabanedo, María Teresa Gutiérrez; el coronel director de la ABA, Ignacio de Dompablo; el director del aeropuerto internacional de León, Ángel Rubal Díaz; el presidente de la Fundación Cielos de León, Vicente Cordier; y representantes de la Fundación Sillas Voladoras.
Los usuarios, la mayoría repetidores, viven en el CRE Discapacidad y Dependencia de San Andrés del Rabanedo y, según dijo el subdelegado del Gobierno de León, Faustino Sánchez, se ofrecieron voluntarios para participar en una actividad que busca proporcionar a las personas con limitaciones físicas unas experiencias terapéuticas, lúdicas y de motivación.
Domingo Tejero, usuario del CRE, bajó de la avioneta emocionado. Subió y descendió ayudado por una grúa y el grupo de colaboradores y personal del CRE. bajar del avión ayudado por una grúa y el personal del CRE. Es el cuarto año que prueba la experiencia de volar, aunque su día a día transcurre sujeto a una silla de ruedas. «Es una experiencia tan bonita, se ve todo tan bien desde arriba, que no daban ganas de bajar. El piloto me explicaba en todo momento todo lo que íbamos viendo». Y lo que se ve desde arriba es todo el paisaje de los términos municipales de León, San Andrés del Rabanedo y La Virgen del Camino. Veinte minutos en el aire descritos por todos los usuarios consultados como «alucinante», «una maravilla» y «indescriptible».
La idea de poner en el aire a las personas con discapacidad física fue de la Fundación Sillas Voladoras, que en el año 2016 decidió probar la experiencia en el CRE de León. «Lo que comenzó como una jornada de prueba se ha convertido en una actividad arraigada en el CRE porque se han comprobado todos los beneficios que tiene para los usuarios», según Faustino Sánchez.
El Centro de Referencia Estatal de San Andrés del Rabanedo presta una atención directa, de carácter especializado a las personas con grave discapacidad y dependencia, con servicios en régimen de internado, atención diurna y ambulatoria en estancias temporales, desde un enfoque socio-sanitario y de rehabilitación, contando para ello con un amplio equipo multidisciplinar con experiencia en las distintas áreas de intervención.
En el centro vive Saturnino Robles, de 63 años, un usuario en el centro desde hace seis meses. Es la primera vez que prueba la experiencia de volar. «Me quedo con muy buena sensación, Volar siempre me llamó la atención y me ha gustado mucho la aventura. el piloto, que era francés, me explicaba todo lo que se veía». Robles era mecánico electricista de montaje, pero una enfermedad degenerativa truncó sus sueños de aventura.
El piloto francés es el presidente de Cielos de León, la asociación que colabora en la iniciativa con dos avionetas. En una de ellas viajó Álvaro Lombas, de 44 años. «Ya he montado dos veces. Es una experiencia fabulosa». Álvaro se comunica con un cartón en el que aparece el abecedario y los números y con una tablet adaptada a sus necesidades. «Era pescador» — dice su padre— «pero un accidente de tráfico le provocó una lesión cerebral».
También es la segunda vez para Manuel Martínez López, de 42 años. Manuel ha conseguido una plaza en el CRE por un periodo de seis meses, pero ya había vivido antes en las dependencias. «Lo malo es que no podemos estar allí de forma continua, pero ahora me han vuelto a dar una plaza». Manuel estuvo a punto de no volar ayer. «No sabía si volar hoy porque me ha salido una escara y no me atrevía, pero al final me he decidido. Nunca antes me había montado en un avión y es una experiencia única». Manuel espera su turno para subir a la avioneta. «Recuerdo mi primer vuelo con sensaciones muy agradables».
Marisa Pérez, también usuaria del CRE, tenía tal subidón de adrenalina que sólo atinaba a decir. «Genial, genial, me encanta».
Dos fundaciones de apoyo
La Fundación ‘Cielos de León’ tiene como objetivos «unir a la gente alrededor de una idea central: el amor al vuelo» y facilitar el acceso a la aviación a todos los que lo deseen. En el año 2017 recibió el Premio Plus Ultra del Ejercito del Aire Español al fomento de la Cultura Aeronáutica a través de actividades socioculturales, humanitarias, educativas y de defensa, desarrolla actividades como la construcción de aviones y los bautizos aéreos para personas con discapacidad o dependencia y centros ocupacionales.
La Fundación ‘Las sillas voladoras’, que nació en 2005, impulsa la integración de las personas con discapacidad en las actividades aeronáuticas, proporcionándoles experiencias terapéuticas, lúdicas y de motivación.
El CRE, dependiente del Imserso, es un recurso público para impulsar la calidad de los Servicios Sociales para atender a las personas en situación de dependencia y sus familias.