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El genio salvaje y cochino de James Joyce

l Diego Garrido traduce el epistolario del autor del ‘Ulises’

Retrato de James Joyce, del artista Jacques-Émile

Publicado por
León

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miguel lorenci

El genio salvaje, cochino y atormentado de James Joyce (1882-1941) emerge en sus cartas, hasta ahora inéditas en español. Diego Garrido (Madrid,1997), joven y entusiasta especialista ‘joyceano’ ha traducido las misivas de autor del Ulises, de las que publica un primer volumen —Cartas. 1900-1920 (Páginas de Espuma)— con más de mil páginas. Unos textos que muestran al Joyce más intimo y brutalmente humano, el que pide a su mujer, Nora Barnacle, que use ropa interior negra, desata su deseo ante sus infantiles ingles depiladas o reclama con desesperación dinero a su hermano. Garrido ha trabajado con tres tomos de misivas de dos autores. El primero lo firmó en 1957 Stuart Gilbert, amigo de Joyce que expurgó las cartas más salvajes, muy incómodas para sus herederos, para ofrecer un perfil comedido y algo aburrido del genio irlandés como un hombre casi siempre serio y cortés. Richard Ellmann, gran biógrafo de Joyce y sin vinculaciones con la familia, no se cortó y en 1966 facturó dos volúmenes de cartas sin censura. Publicó además una antología con sus cartas favoritas y añadió algunas de las que Gilbert ocultó, en especial las más tórridas dirigidas a Nora.

Ellmann desvela a un Joyce obsesionado con su obra y sus pulsiones y «preocupado por ser misterioso y oscuro», según Garrido. No concedía entrevistas y declinó la invitación a dar conferencias en Estados Unidos, pero «sus cartas le hacen humano». Joyce decía ser «muy sentimental, pero no quería que eso se trasluciera en su literatura», apunta Garrido. En su edición está «todo cuanto se conserva». Esto es, más de 1.500 misivas, a expensas de sorpresas de archivos públicos o privados.

Morbo

La parte «más morbosa y de menor valor literario», según Garrido, está en la correspondencia cruzada con su sufrida y paciente esposa Nora. Unas cartas que ambos usaban para una suerte de ‘sexing’ epistolar para masturbarse cuando estaban físicamente separados.

Nora quemó las suyas tras la muerte de su marido, pero se conservan las de Joyce, de alto voltaje sexual, abiertamente onanistas y con detalles muy íntimos. «¿Fue para parecer una niña que te quitaste el pelo de entre las piernas? Me gustaría que utilizaras ropa interior negra. Me gustaría que estudiases cómo complacerme, cómo provocar mi deseo por ti. Y lo harás, queridísima, y seremos felices ahora, lo siento», escribe a Nora. «Me tomarás ahora en tu seno y me protegerás y tal vez me compadecerás por mis pecados y locuras y me conducirás como se conduce a un niño», le ruega. «Espero que estés tomando tu cacao cada día y que ese cuerpecito tuyo (o más bien ciertas partes de él) estén poniéndose un poco más llenas. Me estoy riendo en estos momentos al pensar en esos pechitos tuyos de niña. ¡Eres una persona ridícula, Nora! (...) Y sin embargo qué blando se pone mi corazón cuando pienso en tus hombros delgados y tus miembros de niña. ¡Mira que eres granuja!» dice Joyce en una extensa carta remitida desde su Dublín natal a su «pequeña silenciosa»-

Lejos de Nora y sin noticias suyas le ruega que lea «una y otra vez todo lo que te he escrito». «Algunas cosas son feas, obscenas y bestiales, algunas puras y sagradas y espirituales: todo soy yo. Y creo que ahora ves lo que siento por ti. No pelearás más conmigo, ¿verdad que no querida? Mantendrás mi amor siempre vivo» le pide.

Salvavidas

Desesperado por lograr dinero para esquivar la miseria, el manirroto Joyce tiene como salvavidas a su hermano Stanislaus. En una postal desde Roma el autor de ‘Finnegans Wake’ le cuenta que tiene la «boca llena de muelas cariadas» y el «alma llena de ambiciones rotas». «Por Cristo manda ya el dinero a no ser que quieras verme en un manicomio. Aquí no se puede hacer nada», pide con desesperación a su hermano. Casi ciego, la falta de visión que acrecentó la fiebre reumática que sufrió de joven le mortificaba e inspiraba, como evidencian sus cartas.

Durante la convalecencia de una de su muchas operaciones escribió Los muertos, el relato que convirtió a Garrido en ‘joyceomano’. Con 22 años asistió una proyectaron de película homónima de John Huston basada en el último relato de Dublineses. Obsesionado con el genio irlandés, reunió y tradujo por primera vez a español todos los cuentos y textos breves de Joyce en un volumen publicado también por Páginas de Espuma.

La edición de Garrido incluye algunas de las escasas cartas conservadas de Nora a su marido, las de la madre del escritor, o las de Ezra Pound, defensor del iconoclasta talento del creador de Leopold Bloom, Stefan Zweig a William Butler Yeats. El epistolario se completará el año próximo con un segundo volumen con la correspondencia posterior a 1920, hasta llegar a la última postal que Joyce escribió a su hermano el 4 de enero de 1941, poco antes de la peritonitis que lo llevó a la tumba. «La edición española poseerá más misivas que la inglesa», celebra el Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma.

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