CASAS REALES
El príncipe que quería ser duque de Edimburgo
El príncipe Eduardo, el pequeño de los cuatro hijos de la difunta reina Isabel, es ya duque de Edimburgo, la distinción primordial de su padre, Felipe. El rey Carlos, que confirió el ducado a su hermano, cumple así los deseos expresos de sus progenitores de dar a su hermano pequeño el prestigioso título escocés aunque tuvo competencia dentro de su propia familia
Eduardo de Inglaterra obtuvo la más alta titulación nobiliaria escocesa el día de su 59 cumpleaños. El nuevo duque de Edimburgo, que ocupa la posición 14ª en la línea de sucesión al trono, adquiere el título de por vida, aunque revertirá en la corona a su muerte. Su mujer Sophie Rhys-Jones, hasta ahora condesa de Wessex, subió igualmente de escalafón para ser conocida como duquesa de Edimburgo.
Su hijo James, de 15 años y hasta ahora vizconde Severn, heredó a su vez la distinción de conde de Wessex. Su hermana mayor, lady Louise Windsor, de 19 años, carece de títulos nobiliarios. Ambos adolescentes acompañaron a sus primos en el velatorio de Isabel II, en septiembre del año pasado.
Los ahora duques de Edimburgo han adquirido mayor protagonismo en las funciones de Estado desde que Andrés, duque de York, fuera obligado a retirarse de la vida pública, en 2019, a raíz de su amistad con el millonario y convicto pederasta Jeffrey Epstein. El destierro un año después del príncipe Enrique derivó en un aumento de la participación de Eduardo y Sophie en recepciones, eventos y viajes oficiales.
Los Wessex tuvieron una estrecha relación con Isabel II y el príncipe Felipe. Visitaban casi a diario a la reina —la niña solía acompañar a su abuela en los paseos a caballo— desde que se mudó en los últimos años casi permanente al castillo de Windsor, a corta distancia de su residencia de Bagshot.
Eduardo sustituyó a su padre en la gestión y coordinación de los Premios Duque de Edimburgo, fundados por Felipe en 1956 como vehículo para incentivar el desarrollo de oficios y las perspectivas de trabajo de niños y adolescentes. También tomó las riendas honoríficas, junto a su mujer, de otras organizaciones y fundaciones que tenían al duque como patrón.
El ducado de Edimburgo se creó originalmente en 1726 para reconocer al príncipe Federico, primogénito de Jorge II. Desde entonces, sólo se ha recuperado en cinco ocasiones, incluidas la más reciente y la anterior, en 1947, cuando recayó en Felipe en tributo a su enlace matrimonial con la entonces princesa Isabel.
Felipe había prometido ceder al menor de sus hijos el título escocés. Comunicó su deseo a Eduardo y Sophie días antes de su boda, en el castillo de Windsor, en junio de 1999. La reina marcó el enlace confiriendo a la pareja el ducado de Essex. Pero una nota del palacio de Buckingham anunció ese mismo mes que la «reina, el duque de Edimburgo y el príncipe de Gales han acordado que el príncipe Eduardo recibirá a su debido tiempo el ducado de Edimburgo».
El príncipe de Gales mencionado en el comunicado era Carlos, quien ha demorado seis meses su decisión sobre a la posición de su hermano pequeño. El título escocés pasó al ahora rey a la muerte de su padre, en 2021, y revirtió en la corona en el instante de su accesión al trono, el 8 de septiembre.
Competición en la familia
Se dice que cuestiones de protocolo dificultaron la decisión. Eduardo era séptimo en la línea de sucesión al trono cuando su padre le garantizó el distintivo escocés. Otros descendientes mejor posicionados, incluida Charlotte, la hija del heredero Guillermo, compitieron al parecer por obtener los títulos de duque y duquesa de Edimburgo.