Marín: «En siete años, la nómina de la ULE ha pasado de 1.500 a más de 1.800 personas»
El rector de la Universidad de León desde 2016 y su equipo actual hacen un repaso del trabajo desarrollado y desvelan las claves del engarce de una docena de personas. Con dos campus, 12.000 estudiantes y más de 1.800 empleos, la ULE, en fase de rejuvenecimiento, apuesta por la excelencia para dar las mejores oportunidades a sus egresados y a la vez retener el talento en León.
Juan Francisco García Marín se vio envuelto en el tsunami mediático de las vacas locas en los años 90 como discípulo de Juan José Badiola y experto en sanidad y patología de rumiantes. Formado en la Universidad de Zaragoza y con la carrera y la cátedra conseguida en León, Marín ha cumplido siete años de mandato como rector de la Universidad de León el 25 de abril con la estela un vendaval de popularidad tras la selección de Pablo Álvarez y Sara García como futurso astroauntas. Ya se bromea que León es la universidad con más astronautas por metro cuadrado.
Con un equipo apenas retocado en las últimas elecciones, que coincidieron con la pandemia y con un accidente que retrasó su toma de posesión hasta septiembre de 2020, está a un año de cumplir su periplo al mando de la comunidad universitaria leonesa.
De estos siete años hay algunos datos que reflejan la evolución de la Universidad de León. La plantilla ha crecido un 20% y ya son 1.800 personas las que tienen su puesto de trabajo en campus y servicios de gestión, incluidas las plazas de investigadores jóvenes. El presupuesto ha pasado de 91 a 128 millones de euros, la tasa de reposición de ayudantes doctores de 20 a 130 y «hay más plazas que personas acreditadas para cátedras». El personal de administración y servicios también ha experimentado un crecimiento exponencial.
El relanzamiento del campus de Ponferrada, la entrada en la Alianza Universidades Eureca-Pro, la acreditación de la Facultad de Veterinaria, que aún es la joya de la corona, los sellos de calidad para evaluaciones internacionales, que la han llevado a figurar entre las 300 mejores del mundo... son parte del balance del que Marín saca pecho, pero no personal: «Todo es producto del esfuerzo conjunto del equipo».
«Nos une la vocación de servicio», asegura la vicerrectora de Relaciones Institucionales y con la Sociedad, María Dolores Alonso-Cortés. «Somos una muy buena banda de jazz. Cada músico trabaja de manera individual, pero conseguimos hacer cosas en equipo», apunta el vicerrector del área social, cultural y deportiva, Isidoro Martínez, un área de nueva creación. La clave, dice, «es que nuestro objetivo son los estudiantes. No son nuestros clientes. Son nuestra razón de ser».
«No es fácil», admite la vicerrectora del campus de Ponferrada, Pilar Marqués. «Materializamos el compromiso y la acción y todo lleva mucho tiempo». «Se trabaja mucho en equipo con colaboración y diálogo. Tenemos un líder con muchas inquietudes», afirma Araceli Cano, la gerente que ha visto en primera línea un crecimiento presupuestario del 40%.
Ana Isabel García Pérez, vicerrectora de Estudiantes y Empleo, resalta como balance de la gestión «mantener el alumnado de nuevo ingreso en una época de regresión demográfica y una matrícula de 12.000 estudiantes.
Marqués está satisfecha por haber conseguido que la Universidad de León en El Bierzo haya pasado de «ser un centro» a adquirir la dimensión «académica, cultural y social» con más plantilla y una apuesta decidida por nuevos estudios, como Nutrición Humana y Dietética que arranca el próximo curso, o la Clínica Universitaria de Podología, ya abierta, con el espaldarazo de la vicerrectora de Actividad Académica, Nuria González Álvarez.
El campus de Ponferrada era una prioridad para Marín. «Cuando llegué sólo había dos opciones: impulsarlo o cerrarlo. Mi opción era impulsarlo», apostilla el rector. Primero con el anterior vicerrector y desde 2020, con Marqués, especialista en gestión y política sanitaria del departamento de Enfermería y Fisioterapia, el campus berciano ha vivido «una transformación completa». González destaca la implantación de la Ingeniería de Datos, el próximo estreno del grado interuniversitario en Ciencias Gastronómicas, el diseño del Máster de Consumo y Producción Responsable o la reactivación de la reivindicación de la Facultad de Medicina.
En el campus oyen que es un equipo que discute. A Marín no le molesta. «Afortunadamente tenemos discrepancias y discusiones. Lo primero que les dije es que no quería un equipo que me dijera que sí a todo», apunta También destaca que «somos un equipo paritario sin proponérnoslo. Hay que buscar a los que se cree que son mejores».
«Somos normales y buena gente», asegura Miguel Ángel Tesouro, vicerrector de Profesorado. Es el compañero académico más directo del rector además de compañero de investigación del rector en el grupo de patología de rumiantes. «A la gente le sorprende la cercanía, porque Francisco es universitario cien por cien y como equipo funcionamos por consenso y democracia. No creo que haya equipo que se reúna todas las semanas». La promoción y rotación de plazas ha sido otro objetivo del mandato en el ámbito docente. En la gestión de la secretaria general, Pilar Gutiérrez, se anota el importante aumento de la plantilla de la asesoría jurídica, que se ha duplicado, para apoyar la labor del rector y la modernización del archivo de la universidad.
«El rector lo ve todo y los demás vemos cada uno un poco». Así resume Ramón Ángel Fernández Díaz, vicerrector de Infraestructuras y Sostenibilidad, el trabajo del equipo de Marín. El activo del servicio de Publicaciones o el rescate de los huertos para el personal universitario como parte de la labor de la Oficina Verde son algunas de las «pequeñas cosas que dan vida a la universidad». A Fernández le ha tocado lidiar con los achaques del edificio madre de Vegazana, la facultad de Filosofía y Letras, y el colegio San Isidoro así como obras en las facultades de Ingeniería Agraria e Informática. En Ponferrada, la residencia universitaria de 70 plazas, con una inversión de más de seis millones de euros, es la obra más importante a la vista.
La obsesión de García Marín es que «la Universidad de León esté en contacto directo con la sociedad» y que «León sienta que la universidad contribuye a su desarrollo». «Tenemos que saber para adelantarnos a la sociedad. Si no sabes lo que ocurre, ¿hacia donde vas a dirigir la investigación?», señala. El aumento al apoyo en la investigación con más financiación ha permitido que los contratos de investigadores predoctorales hayan pasado de 2 a 29, apunta Carlos Polanco, vicerrector de Investigación y Transferencia.
Que la universidad engarce con las necesidades de la sociedad es algo que viene en el ADN profesional de Marín: «Cuando me licencié en la Universidad de Zaragoza fui a trabajar a la empresa privada. Volví porque Badiola pidió una beca y me la ofrecieron», relata.
Para aportar lo mejor a la sociedad leonesa, añade, «tenemos que atraer a los mejores y que puedan conocer otros centros de prestigio», apostilla. Favorecer los grupos de investigación y el posicionamiento internacional es primordial. «Que entráramos de las primeras en la Alianza de Universidades Eureca-Pro, algo que es competitivo, es un espaldarazo a esa labor que se está haciendo sin descuidar lo de dentro», subraya. «La internacionalización no funciona si no tienes el resorte. Francisco es universitario y todos tenemos una fuerte identidad universitaria. No ha venido aquí para posicionarse como trampolín para otros puestos», apunta Roberto Baelo, vicerrector de Internacionalización de la ULE. «Hemos multiplicado los proyectos de investigación internacionales de dos a más de 15», apostilla el rector. Ya no suenan solo el Instituto Confucio y la Universidad de Washington por el mundo.
Al prestigio académico se suma la popularidad que ha Universidad de León con la guinda de los astronautas. «Ha sido tremendo a nivel mediático y también es importante para demostrar que los buenos y excelentes ingenieros no salen solo de Madrid o Barcelona», apunta el rector. La Universidad de León tiene en Pablo Álvarez, ingeniero aeronáutico, y Sara García, biotecnóloga, o César de la Fuente, otro biotecnólogo que investiga antibióticos de última generación en Estados Unidos y ha sido incluido en la lista Forbes por sus hallazgos, pruebas fehacientes de su músculo en la formación de talentos.
«Estudiar en otras universidades no da más salidas, otra cosa es que se tengan que ir a Madrid cuando terminan», reflexiona Marín. «La demanda de ingenieros en toda España es tremenda y no se cubre ni con los que salen en Madrid ni en León», resalta. la apuesta por el grado de Ingeniería de Datos e Inteligencia Artificial atiende a esta demanda, pero también observan una tendencia positiva para la provincia en las nuevas generaciones. «Cada vez más jóvenes que se gradúan o doctoran en la Universidad de León son personas con iniciativas que crean su propia empresa, ahora que es posible el teletrabajo y lo que procura la Universidad de León es que haya más egresados que creen su trabajo o empresa», añade. Las spin off que se han creado en las últimas décadas por personal universitario son uno de los acicates a esa nueva tendencia que «hace falta en León». Las becas Ralbar, con el apoyo del Banco Sabadell, han sido la apuesta por conectar a los estudiantes con el mundo rural de León. «Tres continúan en los pueblos donde colaboraron»,.
Mantener y aumentar hasta donde se pueda las plazas de ayudantes doctores, al igual que docentes titulares y otras categorías es otro objetivo. «Queremos que gente buena se quede en León», recalca. «Aprovechamos todas las convocatorias que llegan. Una de las últimas, diez plazas del Ministerio de Trabajo para dos años de investigación». De la capacidad de la universidad para generar empleo local habla la nómina de más de 1.800 personas que paga mensualmente la ULE. «Cuando llegué no llegaba a 1.500. Se habla de empresas que crean 100 puestos como algo importante y la universidad ha creado muchos más».
Otra iniciativa para recuperar talento es el programa de contratado doctor de excelencia para atraer a investigadores que están fuera «y colaboramos todo lo que podemos con empresas leonesas para que puedan desarrollarse lo mejor posible», puntualiza.
Desde el comienzo del primer mandato, al que se presentaron con el eslogan ‘Otros aires’, a ahora «tenemos más arrugas y más sabiduría», dice Baelo, entre bromas y veras. «Hemos sido capaces de atraer a estudiantes no sólo de León sino de otros sitios», añade. El «impacto escalado en la sociedad leonesa, en la provincia y en España» es un objetivo permanente. Un impacto en el territorio cuyo ejemplo señalan en el campus de Ponferrada como acicate de la «revitalización del Bierzo».
El rector y su equipo enfilan el final del mandato con la Losu y todos los reales decretos que obligan a un «trabajo extra solo para adaptarnos» porque «no podemos dejar todo lo que estamos haciendo». La Universidad de León se encuentra además en plena transición de universidad envejecida a la reposición del plantel docente e investigador. A Marín le queda otra guinda que espera poner antes de terminar el mandato: investir a una mujer doctora honoris causa. Ya hay nombres en cartera.