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La nariz heredada de los neandertales

Un estudio desvela que la diferencia el mayor tamaño de este órgano en los nórdicos europeos se puede deber a una herencia de los neardentales y no sólo al clima

Celebración de la festividad de San Froilán con el clásico toque de la nariz al santo en La Virgen. FERNANDO OTERO

Publicado por
León

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Si comparamos los rostros de la gente del norte de Europa con los de los africanos notaremos unas cuantas diferencias. Algunas obvias (el color de la piel, de los ojos...) y otras menos, como la forma de su nariz. La de los primeros suele ser una nariz alta y estrecha, mientras que la de los segundos es baja y ancha. ¿A qué se debe esta diferencia? Básicamente, se trata de una adaptación al clima. Al margen de para respirar, las fosas nasales sirven también para calentar y humedecer el aire antes de que llegue a los pulmones.

Una gran cavidad nasal (como la que lucen buena parte de los europeos) sería entonces una ventaja en climas fríos, pero no aportaría ventaja alguna en las zonas más cálidas. Esto no es novedad. Lo descubrió el antropólogo y anatomista británico Arthur Thomson hace 150 años y se confirmó en 2017 gracias a un estudio de la Universidad de Pensilvania. Sí es novedad, sin embargo, que la nariz alta de los nórdicos podría ser una herencia de los neandertales. Así lo asegura una investigación publicada en la revista Communications Biology . «Los humanos heredamos material genético de los neandertales que afecta a la forma de nuestra nariz. El gen que hemos identificado puede haber sido heredado para ayudar a los humanos a adaptarse a climas más fríos cuando nuestros antepasados se mudaron de África», explican los autores del trabajo.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores utilizaron datos de más de 6.000 voluntarios de América Latina, de ascendencia mixta europea, nativa americana y africana. Compararon la información genética de los participantes con fotografías de sus rostros para ver cómo los diferentes rasgos faciales se relacionaban con la presencia de diferentes marcadores genéticos. Y descubrieron que muchos de los participantes tenían un gen que contribuía a esa mayor ‘altura’ de la nariz. Este mismo equipo ya descubrió en 2021 algo más sobre nuestro rostro: la forma de nuestros labios se la deberíamos a los denisovanos, otra especie de homínido descubierta en el sudoeste de Siberia.