Villadangos libra su batalla en agosto
El segundo fin de semana se conmemora una derrota y una pericia para salvar al Reino de León
Hay derrotas que son una victoria. La localidad de Villadangos conmemora la segunda semana de agosto un hecho bélico con más trascendencia histórica para el Reino de León y para España. Los días 12 y 13 de agosto, sin restricciones ya por la pandemia, la ‘Villa de Viadangos’, como se la nombraba por el año 1.111, rememora el medievo y conmemora la XXV edición de la Batalla de Villadangos, una efeméride que rememora desde 1.999 por ser de gran trascendencia histórica para el devenir del Reino de León y para la historia de España.
El mercado medieval y los actos que enmarcan la feria congregan cada año a miles de visitantes que se acercan a Villadangos para degustar y adquirir todo tipo de productos artesanales.
La ambientación musical y teatral de las calles es uno de los mayores atractivos de la feria de Villadangos, junto a los teatros itinerantes, el torneo de caballeros, los bailes medievales, los desfiles y cortejos de la villa y la cena medieval.
Los dos actos centrales de La Batalla de Villadangos son la recreación de la batalla durante la mañana del sábado y la gran representación teatral sobre la vida y la corte del Reino de León el domingo por la tarde. Habrá sorpresas, para conmemorar el 25 aniversario de la feria.
La historia
Fue en Villadangos donde tuvo lugar una «derrota» que salvó al Reino de León. A las afueras del pueblo, en el otoño del año 1111, se enfrentaron los partidarios de la Reina Urraca de León y las huestes de su esposo el Rey Alfonso de Aragón.
Entre los leales a Urraca de León, al frente de una comitiva de gallegos y leoneses, se encontraba el obispo de Santiago, Diego Gelmírez, junto a algunos nobles gallegos y el infante Alfonso Raimundez, hijo de Doña Urraca y su primer esposo, y heredero de la corona leonesa. Frente a ellos se encontraba el ejército aragonés, mucho mayor en número, con Alfonso de Aragón en persona al frente.
El aragonés se había desposado años antes con la Reina de León, pero las alianzas, como el matrimonio, duraron poco. Las crónicas cuentan que la vida conyugal fue tan mala, que, salvo en escasas ocasiones, gobernaron cada uno sin contar con el otro.
El juego de traiciones y alianzas entre los extensos territorios de la corona leonesa, sirvieron al Batallador, como se conocía a Alfonso de Aragón, en su estrategia para hacerse dueño y señor de León, pasando por encima de su esposa, llegando incluso a encerrarla en varias ocasiones. Pero en su camino se interponía su hijastro, el heredero, infante Alfonso Raimundez, criado bajo la tutela del obispo de Santiago y era el legítimo heredero al trono de León.
En el año 1111, los partidarios de la Reina Urraca decidieron partir desde Galicia junto al pequeño infante y el obispo Gelmírez, para llevarlo a León y coronarlo Rey. Cuando apenas les quedaba una jornada para llegar a la ciudad regia, la comitiva acampó a las afueras de ‘Viadangos’ donde fueron alertados de que el ejército aragonés estaba a apenas unas millas para atacar.
La cruenta batalla se cobró muchas vidas en ambos bandos. Pese a salir victorioso de la contienda, fue una victoria amarga para el Batallador, pues el obispo había logrado salvar al pequeño heredero, que se convirtió años después en Alfonso VII de León, sucediendo a su madre en 1126 como Rey de León y más tarde en 1135 como Emperador de León, coronado frente a la catedral como Imperator Totius Hispaniae.