La bola perversa de la vida
josé enrique martínez
En 2021 se concedió el premio Cervantes a Cristina Peri Rossi, que exiliada de su país, Uruguay, donde nació en 1941, ha residido desde entonces en Barcelona. El mismo año del Cervantes publicó Visor su Poesía completa, un volumen de mil trescientas páginas que reseñé en Filandón, subrayando su palabra osada, transgresora y subversiva, con una obsesión de fondo: la pulsión erótica enfocada hacia la mujer, sin prescindir de otros motivos, como el interés por el cine y la pintura.
Al copioso volumen de la poesía de Peri Rossi hay que sumar La ronda de la vida, cuyo título remite a un horizonte vital pasado, pues inevitablemente se escribe desde una edad que en este caso coincide con la vejez a la que aluden buena parte de los poemas, momento en el que uno puede juzgar «la bola perversa de la vida», echar la vista atrás y hablar de recuerdos, reencuentros, soledades...; recuerdos, por ejemplo, de antiguos amores con muchachas que, como la escritora, fueron jóvenes y hoy son abuelas, de «deseos que se evaporan» y que engendran melancolía y soledad, paliada acaso por momentáneos destellos de belleza; pero hay algo que lo amenaza todo, y es que «nos morimos irremediablemente». Dolor y soledad acompañan a la vejez; dolor físico que evidencian los varios poemas que aluden a estancias hospitalarias, como Monitor, Árbol de Navidad, Hospital de Barcelona u Hospital, que termina «Nada más solitario que haber envejecido / entre tantos muertos / amontonados en los cementerios / de la memoria». «Compañera» es el título de un poema en el que la soledad ha acompañado la vida: «Al fin serás la última en estar a mi lado / como al principio / pero esta vez / definitivamente». No es una mirada piadosa la de Peri Rossi sobre la vida, poetizada como un naufragio cuyos pecios son «restos de amores perdidos / ilusiones rotas» y que pese a algunos instantes hermosos, al fin todo se lo lleva el viento. «Reflejos» es quizá el poema de mayor enjundia: el arte no es la vida, sino mero reflejo; no es dolor, sino reflejo del dolor; pero la vida es cruel: «en el arte se sufre con belleza» y «en la vida en cambio se sufre con mugre / quebrantahuesos, trapos sucios gritos muros». No faltan asuntos como el amor a la palabra, la pulsión erótica, la afirmación de que no es ella lo que la crítica afirma, ni clásica ni surrealista, sino romántica empapada de emoción, «la emoción que turba y mezcla los sentidos / la emoción que hace temblar el corazón».