'Naturaliza' en el huerto del Gumersindo: un taller escolar de compost

«¡Toca huerto! ¡Toca huerto!», gritan los escolares del colegio Gumersindo Azcárate de León cuando les toca el turno de ir a la ‘nueva’ aula con la que cuenta este centro del barrio de la Vega de Armunia desde el curso pasado. Del pionero programa Samsung Smart School, que ha impulsado el aprendizaje a través de la tecnología han pasado al surco y los bancales de fresas.

El huerto escolar se ha convertido en un aula más donde aprenden  a cultivar y cuidar las plantas a la vez que de matemáticas, ciencias sociales, naturales o lengua. En lugar de estar sentados aprenden en movimiento y en vez de mirar a la pizarra observan y practican sobre el terreno. Las herramientas que utilizan son los lápices y los surcos el cuaderno donde escriben poco a poco la lección.  

La iniciativa, en la que participan los 130 alumnos y alumnas del centro, «les motiva mucho porque siempre que viven las cosas en primera persona y sobre el terreno se les queda mejor y además luego lo transmiten en casa», comenta Elisabet García González, tutora de segundo de Primaria.

Los niños y niñas de este curso fueron los protagonistas esta semana del taller de compost que impartió Ecoembes como colofón a un programa de su aula de educación ambiental activa Naturaliza. Pusieron en práctica cómo convertir la basura en alimento para las plantas.

El 50% de los residuos orgánicos que se producen en casa son reutilizables como compost. Son los desechos vegetales como restos de frutas y verduras, o restos de podas son los más aptos para generar un abono rico en nutrientes rico en nutrientes para las plantas.

De esta manera se evita aumentar la basura que acaba en los contenedores y se proporciona al huerto un alimento de primera calidad para obtener nuevos vegetales. «Aprovechamos lo que tenemos y sabemos que todo es natural», señala la maestra.

 Para realizar la actividad se usaron residuos que trajeron de casa los niños y niñas y los docentes en jornadas anteriores. En el taller cortaron los vegetales que de otra forma hubieran ido a la basura. «Lo cortamos muy pequeño y lo mezclamos con la parte seca de restos del huerto y posos de café», explica Elisabet García.

Luego llegó el momento de hacer la mezcla en la compostadora, un cajón que se sitúa en un lugar a la sombra y que ha de guardar unas temperaturas y humedad adecuadas para que el compost se elabore con éxito. «Todo lo que manipulan se les va a quedar mejor», señala la maestra al hablar de las ventajas del aprendizaje a través de las tareas que precisa el cuidado de un huerto.

El proceso de elaboración del compost consiste «en crear las condiciones necesarias de luz, temperatura y humedad para que la materia orgánica sea descompuesta por diversos microorganismos, pequeños invertebrados y oxidación biológica». 

Una de las cosas que tendrán que hacer en las próximas semanas es  medir la temperatura cada dos días, que debe ser de entre 15 y 25ºC. Además, para hacer el compostaje apenas se requiere luz, por lo que la compostadora debe estar en la sombra. 

Con este taller han completado el ciclo del huerto, desde plantar los semilleros en el laboratorio hasta plantar en los surcos, regar y recoger los frutos. En otras actividades han aprendido a aprovechar las plantas aromáticas que tienen en el huerto, como la lavanda y el romero, para saquitos como ambientadores de armarios o con sales.

Se trata de aprender a hacer pequeñas cosas y de que el alumnado se sensibilice sobre la problemática global que tiene el planeta. La profesora señala que este tipo de actividades tienen una especial relevancia en un colegio como el Gumersindo Azcárate, con un alumnado multicultural que por lo general no tiene acceso a estas actividades fuera de la escuela.

La baja ratio por aula que tiene el centro es una ventaja para realizar este tipo de actividades. «Con una media de 15 niños por aula es posible trabajar estas actividades, que serían más complicadas de llevar a cabo si fuera de 25 niños», comenta la maestra.

El programa ambiental del colegio Gumersindo Azcárate cuenta también con el Aula Naturaleza. Han instalado mesas y sillas en el patio para dar clase en la naturaleza, más allá de las prácticas que se realizan en el propio huerto.  «Es una forma de romper la rutina y de aprovechar las condiciones del buen tiempo», apunta la maestra.

La idea de que la naturaleza y el espacio exterior es una gran enciclopedia para aprender aspectos de cualquier disciplina forma parte de los idearios de la renovación pedagógica de principios del siglo XX que retorna ahora a las aulas con proyectos modernos. Según la pedagogía Freinet, «un huerto ofrece Una oportunidad de ofrecer al alumnado experiencias concretas en la naturaleza, hoy día tan escasas en el entorno tecnológico, urbano y televisivo de la mayoría de nuestros niños y jóvenes».

Aprendizaje experiencial fuera del aula 

Naturaliza es un proyecto de Ecoembes que quiere ayudar a impulsar la presencia del medioambiente en Educación Primaria. Se trata de una escuela de educación ambiental activa que incluye formación al profesorado con el fin de transmitir conocimientos, competencias y valores proambientales a su alumndado.

Además, ofrecen recursos adaptados para que los y las docentes puedan impartir los contenidos curriculares con una  de mirada ambiental y fomentan sacar de las aulas al medio ambiente con propuestas de salidas para que el aprendizaje experiencial sea también protagonista. El taller de compost del colegio Gumersindo Azcárate forma parte de las iniciativas que desarrolla Naturaliza.