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Templos para hablar con Dios y con la administración

Aulas digitales en las parroquias para frenar la nueva cara de la pobreza. Cáritas pone remedio a la brecha digital y abre espacios en las iglesias para el aprendizaje y la realización de trámites administrativos.

Centro de Formación de Cáritas, con un grupo de alumnos en clases de digitalización. J. NOTARIO

León

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La revolución digital está transformando la sociedad e influye en la producción, el trabajo y la vida. El mundo está cada vez más conectado, pero todavía hay un 15% de personas en España entre los 16 y los 24 años que no cuentan con competencias digitales, según las estadísticas de Eurostat. Cifra que aumenta con la edad. Entre los más mayores (65 a 74 años) solo el 27% dispone de estas habilidades (25% en la UE). La exclusión encuentra en lo digital una nueva brecha para la pobreza, que tiene también diferencias entre la carencia en el acceso, la utilización y la calidad en el uso.

Cáritas de León ha detectado que la falta de competencias digitales incide especialmente en los colectivos de personas más vulnerables, ya sea por edad, formación o por procedencia. Realizar cualquier acto administrativo significa ahora mismo lo que Cáritas llama pobreza digital, una causa más de exclusión y marginación. Para poner freno a esta nueva marginación, llena de ordenadores las parroquias y las hace accesibles a todos los vecinos.

Un grupo de personas acaba de empezar las clases de digitalización dentro del proyecto Cáritas T-Forma, que introduce tecnología en los templos para reducir la brecha digital en el medio rural.

El proyecto, que lleva un año con preparativos, arranca con las primeras personas que se han apuntado a esta iniciativa y progresivamente irá creciendo con más usuarios. La iniciativa está financiada con Fondos de Recuperación Europeos aportados por la Junta de Castilla y León a través de Cáritas Autonómica.

En la iglesia San Antonio de Padua, en el barrio de Armunia, el aula ya funciona. En las instalaciones de la parroquia en la avenida de Portugal se han instalado ordenadores que están disponibles para los vecinos que lo necesiten. Una de las alumnas en Rosalía Gómez Rodríguez, que a sus 81 años quiere aprender para no depender de nadie para hacer cualquier tipo de gestiones. «Ya hice un curso antes. Cuando empecé no sabía nada. Ahora ya puedo mandar un correo, hemos entrado a la página de Hacienda, del Ayuntamiento, del banco y de Sacyl conecta, para pedir citas y consultar medicación. Aunque seamos mayores queremos hacerlo por nuestros medios». A su lado está José María Limia González, uno de los voluntarios de Cáritas que colabora con este programa. Tiene 61 años y está jubilado desde abril. «Quería ayudar y desde abril soy voluntario de Cáritas y colaboro en este programa. Vivo en el barrio y creo que esta iniciativa es muy necesaria. La gente mayor quiere aprender a desenvolverse sola. Dentro de poco ya no habrá nadie en los bancos para atenderles, todas las gestiones se harán de forma digital».

La brecha digital, la diferencia entre quieres usan la tecnología y quienes no, excluye a una parte de la sociedad de la información y el conocimiento. «En la pandemia nos dimos cuenta de que quienes más necesitaban la tecnología para conectarse menos competencia tenían, lo que dificultó enormemente la realización de trámites como un informe de vida laboral o la solicitud de las ayudas», explica Elías Machado, técnico de empleo de Cáritas. «La pandemia fue un hachazo, A la lentitud de la administración se sumó que hay personas que no sabían cómo hacer los trámites. Y son precisamente las personas que necesitan solicitar un Ingreso Mínimo Vital o una renta garantizada las que tienen menos competencias digitales».

El proyecto de Cáritas cuenta con cuatro aulas de capacitación digital con una media de seis u ocho ordenadores por aula en la que se imparten cursos de capacitación. Están en la sede de Cáritas en Sierra Pambley, en el centro de formación de la calle González de Lama, en la parroquia de Boñar y en el Hogar del Pensionista de Pola de Gordón. También hay siete puntos de información y consulta (PIC) con dos ordenadores por PIC en la parroquia de la Anunciación, en la Agrupación Interparroquial de San José de las Ventas y en las parroquias de Sahagún, Olleros de Sabero, Valencia de Don Juan y Villablino. Un aula móvil, con seis tablets y un portátil se desplaza cuando se solicita y un banco de préstamos con veinte portátiles para usuarios. Todos los espacios están provistos de mobiliario, impresora y conectividad a internet. «Hemos comenzado con algunos cursos y pronto estará en pleno funcionamiento».

Juan Francisco Alonso es otro de los voluntarios del programa. Hoy da clases a Carmina Velilla, de 74 años. Juan Francisco vive justo encima de la oficina que la parroquia tiene en la avenida de Portugal. Tiene 51 años. «Me jubilé a los 46, estaba en la Marina, y me hice voluntario de Cáritas este año. Antes estaba en la oficina de La Fontana, que ahora es un centro para refugiados de San Juan de Dios. Me ofrecí a ayudar y aquí estoy. Puedo bajar en cuanto me necesiten». Juan Francisco da clases a Carmina Velilla, que a sus 74 años asegura que «no quiero dar la lata a nadie de mi familia para hacer gestiones por internet». En su casa no tiene ordenador y aprovecha la tecnología que le ofrece Cáritas para aprender y realizar las gestiones.

El trabajo es colaborativo y en red. Carmina, además de recibir formación digital, es voluntaria en la parroquia para el reparto de alimentos a las familias necesitadas.

Las personas que quieran recibir formación en competencias digitales básicas pueden solicitarlo en los teléfonos 987 112 020 ó en el 647 830 495. Para la utilización de los ordenadores de las parroquias sólo hay que entrar y preguntar al párroco.

Juanjo Ruiz es el párroco salesianos de San Antonio de Padua. «Empezamos el 8 de mayo y a los cursos vienen cinco personas y otras tres ya han entrado para utilizar el ordenador para hacer gestiones». En la parroquia se atienden a 70 familias que acuden todos los meses para recibir alimentos». Ayudas, ordenadores, fotocopiadora, muebles, red wifi y sacerdote. «Si ven al sacerdote dentro entran. A parte de no tener recursos ni formación, necesitan un lugar al que puedan venir tres días a la semana para adquirir competencias digitales, todo apoyado por personal voluntario. Aquí nadie cobra», destaca el párroco. Un grupo de 33 personas voluntarias está disponible para ayudar a los demás cuando las necesidades de la parroquia y del barrio lo requieran».

El perfil mayoritario de las personas que se acercan a los talleres de digitalización es el de una persona mayor. «Todavía estamos empezando y hay poca gente joven. Hay un par de gitanas que quieren venir pero no saben dónde dejar a los hijos, y les he dicho que los traigan, que aquí se les cuida mientras están en el taller».

El técnico de empleo, Elías Machado, destaca que a los cursos acuden principalmente personas mayores o extranjeras sin formación.

El programa de Cáritas permite llevar las nuevas tecnología al medio rural «justo donde más cuesta que lleguen los cursos de formación y donde más se necesita fijar población. Lo que pretendemos es que no tengan que desplazarse a otros lugares, ponerlo fácil», asegura Elías Machado.

La clase es la primera para José Luis Ortube, de 73 años, que acaba de apuntarse. Chapista y pintor de automóviles hasta su jubilación cree que «en la vida todo lo que se aprenda es bueno». En clase está Purificación Estévez, voluntaria de Cáritas para dar clases y que también utiliza los ordenadores para hacer gestiones y ampliar su formación con el resto de voluntarios.