Diario de León

La vida de doce asesinos

l Patrick Radden Keefe explora entre lo legal y lo ilegal en ‘Maleantes’

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El periodista norteamericano Patrick Radden Keefe explora los límites entre lo legal y lo ilegal en su nuevo libro, Maleantes, a través de doce retratos reales de asesinos, rebeldes, estafadores e impostores, que afronta desde el periodismo de investigación.

En una videoconferencia de prensa, Keefe ha dicho desde Nueva York que quiso abordar estos perfiles biográficos, como siempre había visto en su admirada revista «New Yorker», donde se publicaron, «a medio camino entre el periodismo narrativo y el true crime», siempre a partir de «historias verdaderas que se pudieran leer como un libro de relatos».

Maleantes (Reservoir Books en castellano y Periscopi en catalán) es su tercer libro después de No digas nada y El imperio del dolor, siempre a partir de los reportajes publicados en New Yorker, y en esta ocasión se ocupa de personajes que ocupan el lado oscuro del ser humano, que «intentan doblegar el mundo y eso les lleva a saltarse la ley».

Por esa pasarela de lo oscuro desfilan el Chapo Guzmán y su vida tras huir de prisión, la controvertida ‘abogada del diablo’ Judy Clarke que lucha contra la pena de muerte representando a los peores criminales, entre ellos el terrorista de la maratón de Boston, el delincuente holandés William Holleeder y los esfuerzos de su propia hermana para lograr su excarcelación o un agente de la D.E.A. en su cruzada contra uno de los traficantes de armas más potentes del mundo.

No en todos los casos la aproximación al personaje se hizo a través de una entrevista personal como sí sucedió con el técnico informático suizo Hervé Falciani, con quien se encontró en París durante cuatro horas.

Falciani era visto como «el Snowden de los bancos suizos», relata Keefe, pero al poco de hablar con él se dio cuenta de que «era un impostor, parecía que fabulara, y concluí que era un ladrón que quería comerciar con esos datos».

Buscando un enfoque diferente de algunos de los personajes no pudo evitar hablar de Donald Trump, pero «indirectamente a través de Mark Burnett», apunta el autor y añade: «Había muchas personas que escribían sobre Trump, pero como periodista pensaba que la prensa estaba dando a Trump el oxígeno que necesitaba y quería escribir sobre él de manera distinta».

Burnett era un productor de programas de telerrealidad después de haberse convertido en un inglés sin papeles en Estados Unidos, que había trabajado como canguro o vendiendo camisetas en California, y primero creó Supervivientes y ante el éxito produjo la versión en empresarios, El aprendiz (The Apprentice).

Para este último escogió a Donald Trump, «entonces un magnate menos conocido, del que la gente se reía por que era un perdedor, y el programa tuvo unas audiencias millonarias».

Aunque Burnett no quiso hablar con Keefe, «sí lo hicieron dos de sus exexposas y muchos de los trabajadores de El aprendiz, que se sentían culpables porque habían vendido a la población, por error, la imagen de un Trump responsable».

El cocinero forajido

De todos los «maleantes» quizá el más benévolo es el cocinero Anthony Bourdain: «No era delincuente, lo conocí, estuve escribiendo durante un año sobre él, pero siempre se consideraba un forajido, porque viajaba por todo el mundo y conocía a gente distinta con su banquete móvil».

Tanto el caso de Trump como el de otros de los protagonistas del libro tienen una constante recurrente, el «autoengaño» y el interés manifiesto de Keefer por desvelar «los motivos por los que la gente actúa mal y las historias que luego cuentan sobre estos errores desde ese autoengaño, siempre presentándose como los buenos de las historias».

Es consciente de que humaniza demasiado a los malos, e insiste: «No los justifico, pero tampoco soy un predicador acusándolos».

Keefe defiende la necesidad de un periodismo de investigación y profundidad, para el que cree que hay público, «aunque no siempre está dispuesto a pagar por ello».

Él mismo se siente un privilegiado, pues para cada reportaje habla seguramente con cincuenta personas y puede estar un año trabajando en el artículo.

Preguntado por un caso que le gustaría investigar ha dicho que le interesaría algún día escribir sobre el período de la guerra fría, «en el que la lucha contra el comunismo justificó cometer atrocidades, y detrás de esa filosofía está también el autoengaño, como si hubiera causas justas que justificaran los medios utilizados».

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