Atascos y olas de calor, más contaminación
Uno de cada seis españoles respira aire que supera los límites legales de polución, dos millones más en riesgo que solo un
El aire razonablemente limpio que se respiró en las ciudades españolas durante la pandemia se ha esfumado. Fue un espejismo. El fin de la limitación de movimientos y la reactivación económica, con el consiguiente descenso del teletrabajo y el retorno al uso masivo del vehículo privado, unido al avance del cambio climático, provocaron el año pasado un fuerte repunte de la contaminación atmosférica en España y acabaron con el paréntesis registrado entre mediados de 2020 y 2021, cuando los urbanitas inhalaron el aire más sano de los últimos 30 años.
Con el retorno a los atascos, con las fábricas y el comercio funcionando al 100% y con las cada vez más frecuentes y tempranas olas de calor, en 2022 se vivió un aumento muy significativo de la concentración de partículas en suspensión —los minúsculos polvos tóxicos que agravan las enfermedades respiratorias y cardiovasculares— y un crecimiento, aunque más moderado, del dióxido de nitrógeno (NO2)—el veneno que lanzan los tubos de escape y las chimeneas- y del ozono troposférico. Es la radiografía de la falta de calidad del aire que Ecologistas en Acción elabora cada año con los datos de 780 estaciones oficiales de medición.
Las soluciones
Con el empeoramiento, el área metropolitana de Barcelona volvió, como antes de la pandemia, a superar los límites legales de NO2, con Madrid muy cerca de traspasar la línea roja, y otras treinta zonas y territorios vulneraron los máximos de partículas en suspensión o de ozono. El único punto que violó el máximo de micropartículas fue el cartagenero Valle de Escombreras, pero el exceso de PM10 se dio en Granada, área industrial de Bailén (Jaén), Canarias, La Mancha y, de nuevo, en Escombreras. Las vulneraciones de la tasa de ozono troposférico se captaron en amplias zonas de Andalucía, Baleares, las dos Castillas, Cataluña, Comunidad Valenciana y Extremadura.
La única forma de mejorar la calidad del aire en las ciudades, avisan, es disminuir el tráfico motorizado —potenciando las zonas de exclusión, la movilidad activa peatonal y ciclista y el transporte público limpio—, promover el ahorro energético, cerrar las centrales térmicas de combustibles fósiles, penalizar el diésel, reducir el uso del avión y dictar una moratoria que impida la creación de macrogranjas ganaderas.