La poesía no salva, da un sentido a las heridas
josé enrique martínez
Con poco más de treinta años, Elvira Sastre (Segovia, 1992) publica sus primeras poesías completas por ahora, o reunidas, abarcando siete años de escritura, de 2013 a 1020; cinco poemarios atados a un título común, Lo que la poesía aún no ha escrito. Benjamín Prado, que apadrinó su primer poemario, Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo (2013), prologa el reciente volumen, ya cuantioso. Que la fortuna la acompañe como hasta ahora, relativizando y mitigando los elogios que se desprenden del prólogo, que erige la poesía de la joven poeta como voz de una generación, calificándola de «única» e «imán que ha atraído a miles de jóvenes a la poesía». Menos mal que añade que aunque sus poemas son ambiciosos, ella es persona humilde.
He leído y leo la poesía de Elvira Sastre fiándome de mi criterio. Cabe destacar la soltura expresiva e imaginativa, como se ve en los sorprendentes títulos de algunos poemas: «Nunca olvides que eres un pájaro atrapado en la nieve»; la sencillez expresiva conlleva una lectura sin esfuerzo, sin quiebras en las que se pueda tropezar ni artificios que descifrar, aunque con algunas sorpresas de indudable eficacia artística como sucede en el poema La capa de todos los superhéroes con versos como los que expresan lo que supone la ausencia amorosa: «tus mejillas dan color al precipicio gris que nos espera / al borde de la cama»; pero junto a ello, esta banalidad: «Sí, el día acaba de empezar / y ya sé que será la más bonita».
Por lo demás el primer libro citado de Elvira Sastre articula verbalmente una pasión amorosa, con los varios motivos del amor, con una poderosa reivindicación del cuerpo y la sexualidad de la mujer («yo te hablo de… volver poética la pornografía»); menos descarnados son los poemarios que siguen, pero el asunto único es el amor y sólo el amor en todas sus variantes, amor y desamor, siempre con un tú como teórico recipiendario, ya sea en Baluarte (2014), La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida (2016) o Adiós al frío (2020). Tampoco hay variaciones formales apreciables. Si podemos hablar de una poesía que ama la omisión, el espacio en blanco y la insinuación, esa no es la de Elvira Sastre, que en cada poema, de fácil tránsito para el lector, busca no dejar nada fuera sobre los estados sentimentales que, motivados por el amor, se expresan en su poesía, sea la pérdida, la ausencia, la herida o la tristeza.