Proceso de depuración de la poesía
alfonso garcía
El relato es género difícil. El que abre este nuevo libro de Morales Escudero (Ponferrada, 1968), de notable extensión, La apuesta de Lucifer, muestra ya las dotes de buen narrador por su construcción y desarrollo narrativo, cargado de situaciones simbólicas y referencias humanas en el contraste entre el bien y el mal: los grandes diablillos –Abbadón, Samael, Bacon, Belial, Lagase- están dispuestos a conseguir el beneplácito de Lucifer ganando el alma de los hombres.
A partir de aquí se sucede una serie de una cuarentena de microrrelatos, por dar el nombre más familiar dentro de los posibles por ser género cultivado cuidadosamente entre nosotros. De ahí que sea conveniente, por clarificadora, la lectura de la Introducción que Pedro M. Domene escribe para esta ocasión. El proceso de depuración de la escritura es un reto apasionante que Morales Escudero solventa de forma notable y eficaz.
Algo que contar, intensidad y brevedad. Y desenlaces inesperados, con originales planteamientos, en un proceso exigente de síntesis, de elipsis, de esencia argumental y narrativa. Todo ello, que observamos con facilidad en Somnium, precisa la atención de que se puede encontrar un relato en el recuerdo, en la oralidad, en lo imprevisible. «Cada vez que veo un río —escribe en Los barcos de papel— no puedo dejar de pensar a qué lugares llegarían los barcos que dejamos en la fraga, dónde estarán. ¿Algún niño los habrá encontrado? ¿Qué ola se los tragó? ¿Hasta dónde llegaron?».
De temática muy variada —animales, montaña y nieve, misterio, soledad, viejas mansiones misteriosas, esperanzas, naturaleza viva, ternura…—, no cabe duda de que el simbolismo que se advierte remite con frecuencia a la indagación de los recovecos de la condición humana. Siempre, eso sí, con soltura en el desarrollo del relato, ajustado el lenguaje –fluido y natural- a cada uno de ellos, lo que nos habla de la capacidad del escritor para cambiar de registro. Para disfrutar.