El accidente que cambió la vida a Andrea Pozo: «Hay que vivir y exprimir cada momento»

Un accidente de tráfico cuando tenía 20 años que le provocó una grave lesión medular que truncó la vida deportiva de la leonesa Andrea Pozo Chamorro, pero le abrió la oportunidad de probar otras opciones laborales. Ahora tiene 27 años y trabaja como educadora en el Departamento de las Unidades de Apoyo de Soltra. 

«Con tan solo 6 años me adentré en el mundo de la gimnasia rítmica. Entrenaba en el Club Ritmo y llegué a ser integrante de la selección española, representando a España en numerosas ocasiones en competiciones a nivel internacional». Fue once veces campeona de España entre individual, equipos y conjuntos, su equipo logró seis veces el campeonato nacional de la copa de la Reina, tres veces participante en campeonatos de Europa y varios torneos internacionales y copas del mundo. En el momento del accidente estudiaba un Grado Superior de Técnico en Actividades Físicas y Animación Deportiva (Tafad), que terminó al año siguiente. Se estaba sacando los títulos de entrenadora y juez de gimnasia rítmica. «Mi vida giraba en torno al deporte». El accidente le cambió la vida. 

«Me causó una lesión medular. Lo mejor que me pudo pasar fue ingresar en el Hospital Nacional de Parapléjicos en Toledo . Fue un proceso lento, complicado y lleno de incertidumbre, donde realmente, en ese momento, no te da tiempo a pensar. No queda otra que tirar hacia delante con lo que hay, sin ser, en ese momento, realmente consciente de la gravedad que todo ello suponía. Lo recuerdo como una experiencia dura y un tanto amarga por lo que era la situación en sí, pero también lo recuerdo con mucho cariño y muy buenos momentos a pesar de todo. Me quedo con las grandes personas que conocí, tanto compañeros como profesionales de los pies a la cabeza. El trabajo que hacen allí es brutal, y les estaré eternamente agradecida por todo lo que hicieron por mí y como me trataron y me siguen tratando a día de hoy. Fue un crecimiento personal muy grande».

Seguir adelante

Tras el accidente estudió un grado universitario en Educación Social en la Universidad de León. Gracias a las prácticas de tercer y cuarto curso conoció la entidad Soltra. «Al terminar la carrera en 2022, gente conocida me habló del Centro Especial de Empleo de Soltra y me animó a echar el currículum. Tuve suerte y me llamaron para empezar a trabajar con ellos como educadora, realizando un acompañamiento laboral. En relación a nuestras funciones y responsabilidades más específicas, destacaría la realización de intervenciones individuales, una detección de necesidades y en función de eso, llevar a cabo un entrenamiento y acompañamiento que responda a dichas necesidades y objetivos marcados con cada persona. También se realiza una evaluación de competencias, ofreciendo un apoyo y una formación al trabajador en su sección y puesto de trabajo. A día de hoy vivo de ello, y espero y confío que en un futuro así siga, pues es una profesión muy bonita, enriquecedora, aunque compleja y frustrante, realizando un acompañamiento laboral».

Su vida ahora es más tranquila que cuando entrenaba a alto nivel. «Trabajo por las mañanas y por las tardes tengo tiempo para mí y mis cosas. De vez en cuando voy al gimnasio, pero lógicamente a un nivel mucho más bajo, a modo rehabilitación y fortalecimiento. El deporte siempre me ha gustado mucho, y a día de hoy, lo sigo manteniendo con mi club de toda la vida, el Club Ritmo, al que siempre le tendré un cariño enorme». 

Si algo ha aprendido tras el accidente es «que hay que vivir el día a día. La vida te puede cambiar de un segundo a otro. En ocasiones, en un abrir y cerrar de ojos casi nada vuelve a ser como era antes, por lo que hay que disfrutar, vivir y exprimir cada momento, aprovechando las oportunidades que se nos presenten en la vida».