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Moteros solidarios: "Lloré el primer día que subí a una persona con discapacidad en la moto"

-Son 43 socios para que la velocidad y el rugido de los motores lleve la felicidad a las personas con discapacidad intelectual. En 18 años han llevado como ‘paquetes’ a más de 12.500 personas.

Juan Carlos Cantón, Mónica Murcientes, Hilario González, Ramón Carro y Javier Fernández, con las motos. J, NOTARIO

León

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Casi 40.000 leoneses sufren algún tipo de discapacidad . El último informe estatal sobre los servicios de ocio para personas con discapacidad intelectual o del desarrollo de plena inclusión recuerda la Convención de la ONU sobre Derechos de las Personas con Discapacidad a participar en igualdad de condiciones con las demás, en la vida cultural, así como en actividades recreativas, de esparcimiento y deportivas, y a tener acceso a los servicios que ofrecen esas actividades.

Un grupo de moteros de León se dio cuanta hace dieciocho años de que el rugido de los motores y la velocidad de sus máquinas podrían ayudar a las personas con discapacidad intelectual .  Hay estudios que demuestran que la mototerapia sirva para salir de las rutinas tan marcadas que tienen las personas con discapacidad, ya sean físicas o mentales, y es muy beneficiosas para su estado anímico. Cualquier actividad es útil si la recompensa final es la felicidad

«Ellos disfrutan y para nosotros es una satisfacción», asegura Ramón Carro, impulsor de la creación de Moteros Solidarios. En esos primeros pasos buscó el apoyo de Hilario González, los dos aficionados a las motos, como los otros ocho primeros que se apuntaron a una aventura solidaria que ha recorrido miles de kilómetros en dieciocho años de actividad,  han llevado de ‘paquetes’ en este tiempo a  más de 12.500 usuarios y han sumado a 43 socios a un proyecto en este tiempo, una actividad que suele tener completo el calendario entre marzo y octubre. Aspace, Asprona, Proyecto Convivo, Asfaval, Amidown, Cosamai, Sagrado Corazón, Apacid, Once, Nuestras Señora del Valle, CRE de San Andrés del Rabanedo, Lugo, Fundaspe...

Son 43 socios y en este reportaje salen de la sombra una muestra de cinco perfiles diferentes. María Murcientes, en representación de las ocho mujeres, dos de ellas pilotos, Hilario González, abogado socio fundador que elaboró los estatutos de la asociación, Ramón Carro, impulsor e ideólogo, Juan Carlos Santos, que se incorporó hace ocho años, y Javier Fernández, que se ha enganchado a este proyecto recientemente, en el mes de mayo. 

Moteros Solidarios comenzó por una casualidad. «Un día iba en la moto y se me quedó mirando una niña con síndrome de Down. Se me ocurrió que le gustaría subir y le pregunté a su madre si no le importaba que le diera una vuelta. Su cara de felicidad me abrió el camino que tenía que seguir. La primera salida fue en Navatejera y la segunda en San Román de la Vega». Y empezaron a llegar las llamadas de las asociaciones y ahora realizan una media de catorce actividades anuales.

Los inicios

Ramón Carro llamó al abogado y también motero Hilario González. Hilario recuerda esos primeros momentos. «Me propuso elaborar los estatutos. Cuando me contó los objetivos de la asociación me apunté inmediatamente para participar. Además de formar parte de un colectivo y tener un contacto social puedes dedicar tiempo a ayudar a otras personas». A la iniciativa se unieron otros moteros, que pagan de su bolsillo la gasolina de las actividades que realizan en León, Palencia, Burgos y Lugo. La cuota de socio es de cinco euros. «Hemos solicitado alguna subvención a las administraciones pero nos contestaron que no cumplíamos con los criterios, Cuando comenzamos tuvimos la ayuda de alguna entidad bancaria a título particular, pero ahora ya no tenemos nada».

María Murcientes es socia y acude a las actividades con su marido, que es piloto y también miembro de la asociación. «Conocimos la actividad de Moteros Solidarios y nos gustó la idea por la satisfacción de ver a los chicos disfrutar. Cuando realizamos una actividad yo ayudo a montar a las personas y a veces voy como ocupante detrás de ellas. Si hay algún riesgo siempre va una tercera persona detrás para protegerlo como un sándwich. Algunas veces es un familiar y otras somos nosotros».

La moto es una terapia lúdica puntual que mejora el estado de ánimo tanto para las personas para las que va dirigida la actividad como para el motero. La primera vez que Juan Carlos Cantón subió en su moto a un niño con discapacidad intelectual, hace ocho años, se emocionó. «Me abrazó con una alegría en su cara lloré de la emoción. Es una sensación distinta».

A los niños y las niñas siempre les llama la atención montar en motos grandes y Moteros Solidarios les brinda una oportunidad de vivir la experiencia con garantías de seguridad. «La seguridad la llevamos a rajatabla para que no haya riesgos de caída. Siempre circulamos por zonas cerradas, acotadas para la ocasión, que yo me encargo de verificar previamente», destaca Ramón Carro. «Van sujetos con cinturones o cinchas, según la necesidad, y si hace falta una tercera persona se monta detrás para sujetarlo». Carro agradece la colaboración y la ayuda de la Universidad de León, con la cesión de la zona del aparcamiento de la Facultad de Educación para muchas de las actividades, la Guardia Civil, la Policía Local y la Policía Nacional, así como la Academia Básica del Aire, cuando realizan las actividades con usuarios del CRE de San Andrés del Rabanedo, o del  Ejército de Tierra.

Javier Fernández se incorporó a Moteros Solidarios hace un mes. «Mi mujer trabaja en la Once y conocía las actividades que Moteros Solidarios hacen con el CRE de San Andrés. Yo tengo motos desde hace cuarenta años y no conocía la labor de esta asociación hasta que mi mujer me habló de ellos. No dudé en apuntarme y ha he hecho cuatro salidas. Es estupendo, ser partícipe de cómo disfrutan las personas es muy gratificante y te da mucha satisfacción».

En cada salida, en cada actividad en la que participan, cada moto recorre entre 20 y 40 kilómetros . La próxima salida será a Burgos el 9 de julio. Los moteros saldrá en una ruta desde León a la localidad de Pampliega para participar allí en una actividad de mototerapia destinada a usuarios de Apacid, una entidad burgalesa creada por familias de personas con discapacidad intelectual o del desarrollo.