LOS MUERTOS NUNCA SON IGUALES PARA LA PRENSA
El desastre del sumergible Titán y las crisis migratorias desatan las críticas del tratamiento que se ha dado a ambas tragedias en los medios de comunicación social
Me escandalizaron los billetes de 250,000 dólares pagados para una aventura de alto riesgo y de placer en busca de los restos del Titanic. Pero eso no significa que haya disfrutado del sufrimiento de estas personas o que no desease su liberación de las circunstancias que amenazaban su vida. Este sentimiento no ha sido universalmente compartido, a juzgar por los tuits y sarcasmos aparecidos en Twitter, después de que la historia del infortunado Titán llegara a la prensa digital. Algunos entre los aficionados a los tuits rápidamente reaccionaron alegrándose de la difícil situación del Titán, un sumergible supuestamente de última generación, que estaba haciendo un recorrido turístico hasta los restos del Titanic. Los comentarios sobre la tragedia a la que se enfrentaban los pasajeros adinerados del Titán pasaron de la sorpresa a una crueldad sin precedentes ante la desgracia ajena, incluida la muerte del joven de 19 años, hijo de uno de los «turistas». Esperamos que la mayoría de las personas hayan seguido la historia del Titán a la espera del rescate de su pequeña tripulación. Pero algunos comentarios de la prensa hacen pensar lo contrario. Los comentarios más benignos en las redes sociales sugieren que los dos hombres que financiaron la inmersión eran una élite económica aburrida y amante del riesgo.
Si queremos sacar algún tipo de moraleja sobre este terrible accidente y de cómo respondieron los medios y gran parte del público, podemos hacernos algunas preguntas: ¿Por qué se ha seguido esta historia con tanta atención? ¿Esta información sirve de distracción de noticias y asuntos más importantes? ¿Están tratando los medios informativos la terrible pérdida de migrantes en el Mar Mediterráneo o en el desierto de Mojave, en el Suroeste de EE UU, con la misma atención que han dedicado a informar sobre el desastre de Titán? La forma en que los medios internacionales cubrieron la tragedia que se desarrollaba en el Atlántico en comparación con la cobertura de otra tragedia marítima que se da todos los días en el Mediterráneo o en las fronteras de EE UU parece otra pregunta válida para hacernos reflexionar.
El 14 de junio, un barco pesquero sobrecargado con personas que escapaban de la pobreza y el conflicto político y social en naciones como Pakistán, Egipto, Siria y otras, naufragó frente a las costas de Grecia después de zarpar desde Libia unos días antes. 104 hombres fueron salvados y 82 cuerpos recuperados hasta el momento. Pero el barco se hundió con más de 400 personas y muchas mujeres y niños quedaron atrapados en su bodega. ¿Han tratado los medios de comunicación esa terrible pérdida con la misma atención que han dedicado al desastre del Titán? En el Mediterráneo, se dice que la Guardia Costera griega no ayudó sino que creó la catástrofe del 14 de junio con un servicio inhumano a la política hecha en Atenas y Bruselas. En el Atlántico, los barcos y aviones de la Armada y la Guardia Costera de EE UU y de Canadá realizaron redes de búsqueda y rescate alrededor del lugar de la fatídica inmersión del Titán. Buques de investigación independientes con sumergibles capaces de llegar al Titán también se apresuran a llegar al lugar con la esperanza de salvar a los cinco turistas de lujo. Se gastaron millones en el esfuerzo de rescatar a los multimillonarios. Me parece bien todo el dinero gastado en salvar vidas a bordo del Titán, pero exijo que se haga el mismo esfuerzo para rescatar a miles de emigrantes que están haciendo sus peligrosos viajes no por la emoción de hacerlo, sino porque creen que no tienen otra opción para conseguir una vida un poco mejor.
Ambas tragedias, la del Titán y la de la costa griega, han estado bien representadas en los titulares de los últimos días, pero ¿se han contextualizado las dos tragedias por igual? Si, al final, el público sabe más sobre lo que motivó a los pasajeros del Titán a pagar su viaje exclusivo que lo que obligó a los refugiados y migrantes que pagaron a los traficantes de personas a abordar un viejo barco de pesca, entonces los medios de comunicación no habrán realizado bien su trabajo. Me temo que los consumidores de los medios sabrán más en las próximas fechas sobre el mundo no regulado del turismo sumergible que sobre el conflicto y las condiciones económicas en las naciones de origen de los naufragados en el Mediterráneo. Desde 2014, más de 27.000 personas han muerto o desaparecido durante la travesía del Mediterráneo y, sin embargo, las potencias marítimas regionales han reducido la capacidad de búsqueda y rescate y criminalizan o restringen los esfuerzos privados para rescatar o ayudar a los migrantes y refugiados que luchan por llegar a Europa. Al mismo tiempo, las políticas migratorias europeas han tenido el efecto práctico de obligar a las personas migrantes de Oriente Medio y el norte de África a seguir las rutas más largas y peligrosas a través del mar hasta llegar a Grecia o Italia. Pero nadie sabe quiénes son...