Ciudadanos de la España invisible
El periodista y escritor Sergio Fanjul analiza la pobreza y da voz a las personas que la sufren en su nuevo libro, ‘La España invisible’. uno de cada cinco españoles está en riesgo de pobreza y 40.000 viven en la calle.
álvaro soto
En España, millones de personas son pobres, y solo ellos lo saben, porque consiguen mantener las apariencias. Pero visten ropa de segunda mano, cuando llegan a casa no pueden encender la calefacción y dejan de frecuentar a sus amigos de siempre: ya no les llega el dinero para ir al cine o a cenar a un restaurante. Uno de cada cinco españoles está en riesgo de pobreza, uno de cada diez ha caído en la pobreza severa y 40.000 viven en la calle y, sin embargo, su realidad no parece importar a casi nadie. Ellos son La España invisible, título del nuevo libro (publicado por Arpa) del periodista y escritor Sergio Fanjul (Oviedo, 1980), un exhaustivo análisis de todas las caras de la pobreza que, además de datos, aporta el testimonio de personas que viven en la calle o que frecuentan los albergues y los comedores sociales.
«Por el pobre siempre ha hablado alguien, a ellos no se les ha escuchado», cuenta Fanjul, que reconoce que debatir sobre la pobreza «no es sexy», y menos cuando las guerras culturales parecen copar la agenda pública. «Preferimos discutir sobre la ley trans o sobre el concepto de nación, que son asuntos más emocionales. Por eso, de nuevo, los pobres son los grandes olvidados», explica el ensayista y también poeta, que ha aprovechado su vocación de paseante para observar en la calle a las personas que menos tienen. «A la mayoría de los pobres no los puedes reconocer. Muchos de ellos pertenecían a la clase media y de repente, por alguna circunstancia, se ven descabalgados del sistema. Y cuando eso ocurre, su sentimiento es la vergüenza, que se oculta», relata Fanjul, que en el libro expone, entre otras muchas, la historia de un joven matrimonio que sobrevive en la precariedad hasta que cae en la pobreza. «Y entonces no pueden hacer la reforma que necesita su casa para que su hijo, que está en silla de ruedas, pueda desplazarse». Situaciones que abocan a quienes las sufren a otro tipo de desgracia, las «enfermedades de la desesperación», como el estrés, la ansiedad, la depresión o la adicción a los fármacos, que causan a su vez centenares de muertes. «Es un fenómeno muy estudiado en Estados Unidos, pero aún no en España, donde, en cambio, sí sabemos que somos uno de los países que más ansiolíticos consume, lo que nos debería decir algo», apunta el autor de libros como La ciudad infinita o La vida instantánea.
¿Pero qué ocurre para que alguien se convierta en pobre? «En gran parte, la pobreza es hereditaria. Si tu familia era pobre, es muy probable que tú también seas pobre. Pero pueden ocurrir muchas otras cosas: la mala suerte, un golpe del destino... Lo que está claro es que alguien no es pobre porque se lo merezca. Casi nadie cae en la pobreza por ser un vago y un maleante».
La meritocracia
En este punto, Fanjul se muestra muy crítico con los discursos que trasladan la responsabilidad de la pobreza a quien la padece. «Existe un paraguas ideológico para justificar la pobreza que resulta muy reconfortante porque exime de cualquier responsabilidad. Si el pobre es pobre porque se lo merece, no pasa nada si no se toman medidas para remediar su situación», subraya Fanjul, muy crítico con el discurso de la meritocracia y el pensamiento positivo. «Los emprendedores presumen de haber fracasado muchas veces antes de triunfar, pero ¿quién puede fracasar? Aquellos que tienen un colchón. Para triunfar, entran en juego muchos factores: el talento, por supuesto, pero eso no es meritocracia; que el mercado compre tu talento (no es lo mismo ser un gran jugador de fútbol que el mejor en bádminton); la suerte que tengas en la vida; y sobre todo, la situación económica de tu familia. El esfuerzo cuenta, claro, pero creer que el éxito siempre corresponde al esfuerzo pertenece al pensamiento mágico».
Vivir en la calle es el punto máximo de la pobreza, un pozo en el que se encuentran 40.000 españoles. «En realidad, la cifra no es muy alta, y podría manejarse, pero nos encontramos con que la ideología neoliberal no ayuda. De hecho, se está perdiendo la empatía hacia las personas sin hogar, teniendo en cuenta, además, que los sin techo tienen una esperanza de vida 30 años menor que el conjunto de la población. En Nueva York, ya se les considera parte del paisaje, como los rascacielos, y aquí vamos por el mismo camino».
En este sentido, Fanjul advierte con asombro cómo fenómenos que parecían propios de Estados Unidos comienzan a llegar a España. «Somos una provincia del imperio, pero es increíble, por ejemplo, que estemos empezando a ver que algunas personas tienen que vivir en caravanas porque no pueden pagar los alquileres. Eso es la precariedad máxima. En otra época nos hubiera parecido algo indigno, pero ahora lo vamos normalizando», lamenta el escritor.
¿Se puede hacer algo para erradicar la pobreza o, por lo menos, para acabar con la más lacerante? «Esa es la pregunta del millón», reconoce.