El cielo se llenó de voces de colores
alfonso garcía
En formato grande, como corresponde al clásico álbum ilustrado, los primeros lectores tienen aquí una magnífica lección sobre la sencillez elevada a la categoría de belleza. Un texto breve, sencillo y hermoso con ilustraciones llenas de sugerencias que articulan visualmente el espíritu, el desarrollo del relato.
«Hace muchos años —así se inicia la historia—, existió en un hombre una curiosidad inmensa por el cielo, una curiosidad tan grande como el cielo mismo». Siempre miraba hacia él. Pero la gente no entendía qué podía encontrar que fuera más importante que lo que ocurría en el suelo, de tal forma que comenzaron a ignorarlo. Un día su camino se convirtió en un laberinto. Y se perdió. En su camino de vuelta encontró un agujero enorme, y tuvo que detenerse. El sonido que se oía en el interior cambió en un momento determinado. De allí «salieron miles de pájaros y el cielo se llenó de voces de colores, que volaron alto, que volaron lejos». Y «su vuelo hizo que todos volvieran a mirar» al cielo. Volver a mirar.
A veces un detalle apenas insignificante sirve para la construcción de un relato maravilloso como este. En este caso, el autor mexicano alude al final a que «en la Huesca Potosina existe un lugar llamado el Sótano de las Golondrinas, desde donde todos los días, a la misma hora, salen decenas de miles de aves que llenan el cielo para después volver».
Las ilustraciones —realizadas con una técnica mixta de óleo, pastel, carboncillo y lápices de color— son la expresión de la delicadeza que arropa al texto con preciso equilibrio, al que añade un vivo juego de contrastes. Su presencia a doble página, la perspectiva acentuada en algunas de ellas, el contraste de los colores, el apunte apenas insinuado, apuntado, son, a mi juicio, algunos de los valores más notables en este muestrario de belleza.
Una conjunción, en definitiva, que proporciona el placer de leer texto e imágenes.