Una Francia pesimista
ángel calvo
Iñaki Gil ha sido corresponsal en París del diario español El Mundo en dos ocasiones y, a la vuelta de la segunda, ha decidido contar en un libro cómo ve «el país que más influencia ejerce sobre España», marcado por el pesimismo de su población y por una serie de fracturas territoriales, sociales y políticas. «Los franceses son mucho más pesimistas que nosotros porque se creen hijos de un país extraordinario», explica a Efe en una entrevista Gil (Vitoria, 1958), que publica Arde París en la editorial Círculo de Tiza poco más de un año y medio después de haber terminado su segunda etapa en la capital francesa, de 2018 a 2021 (la primera fue entre 1994 y 1998). Más allá de constatar esa diferencia en el nivel de satisfacción de la población a uno y otro lado de los Pirineos por las diferencias en las expectativas, le gusta repetir la paradoja acuñada en forma de frase por el escritor y ensayista Sylvain Tesson: «Francia es un paraíso poblado por gente que se cree en el infierno». Porque el veterano periodista no se deja arrastrar por lo que en su libro describe como una «nostalgia decadente, reaccionaria, mayoritaria y... falsa». Aunque dos de cada tres franceses se crean que su país está en declive, recuerda que «de todos los indicadores económicos y de bienestar humano solo hay uno que no ha mejorado en Francia en los últimos 50 años: el número de suicidios», con una tasa que duplica las de España, Reino Unido o Italia. Eso no le impide señalar a Iñaki Gil algunos de los recurrentes problemas que tiene Francia y de los que ha estado dando cuenta durante años en sus crónicas, y que muchas veces se convierten en crisis que sorprenden en el exterior por la virulencia con que se manifiestan. Porque, como él dice, «la sociedad es mucho más violenta que la española», como lo deja en evidencia por ejemplo que el 14 de julio, día de la fiesta nacional, de quemaron 400 coches en diversos altercados.