Diario de León

San Juan de Dios en la piel de la diamagnetoterapia

El hospital leonés incorpora un aparato para tratar vasos necrosados

Un momento de la aplicación de la diamagnetoterapia. DL

Un momento de la aplicación de la diamagnetoterapia. DL

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Llegó un momento en que Sara García tuvo que abandonar, muy a su pesar, su casa de Santa Olaja de la Varga y trasladarse a Boñar. Las úlceras de sus piernas le impedían ya subir las escaleras. «Tengo diabetes y vasculitis», asegura una mujer a la que la inflamación y necrosis de los vasos sanguíneos le estaba complicando demasiado la existencia. Tanto que su piel, al mínimo roce o traumatismo, se rompe. «Esta herida me la hice con la puerta del lavavajillas», lamenta mostrando su extremidad derecha.

La pérdida de la integridad cutánea en la zona comprendida entre la pierna y el pie les estaba dificultando la movilidad, pero sobre todo le estaba causando un dolor difícil de soportar. En este contexto apareció la Bomba Diamagnética Mega CTU 20 de Periso, una terapia no invasiva que basa sus principios de funcionamiento en el uso de campos magnéticos de alta intensidad hiperpulsados y a baja frecuencia, que le ha cambiado la vida. «Éste es el mejor invento que he conocido y la mejor adquisición que ha podido hacer este hospital», confiesa Sara que, tras 13 sesiones, ha visto como el efecto de la diamagnetoterapia en la cicatrización es «casi mágico». «Los resultados son increíbles», añade.

Y es que este innovador dispositivo, en el que el Hospital San Juan de Dios de León ha invertido cerca de 65.000 euros, «genera un campo magnético de 2.2 Tesla de intensidad que influye acelerando el metabolismo celular de los diferentes tejidos del cuerpo con una eficacia terapéutica muy superior a cualquier tecnología empleada hasta ahora», explica Soraya Campos, supervisora del servicio de Rehabilitación, sobre su mecanismo de acción mientras se centra en su recién operado tendón de Aquiles.

La diamagnetoterapia, también llamada MDA (Aceleración Diamagnética Molecular), es una terapia adaptable a la complejidad de la patología y permite intervenir sobre la piel dañada sin necesidad de contacto directo con la piel. «Nos ayuda a drenar edemas, abordar cicatrices y tratar úlceras o heridas abiertas incluso a través de un vendaje o escayola», indica sin olvidar roturas de fibras, tendinopatías, contracturas, desgarros, contusiones, esguinces, fracturas y lesiones musculares.

«Con la bomba diamagnética acortamos los tiempos en los tratamientos de los pacientes, acelerando su recuperación, y obtenemos mejores resultados», precisa la responsable de un servicio de Rehabilitación que en 2022 rozó las 30.000 sesiones (29.934) frente a las 28.344 y 23.444 de 2021 y 2020, respectivamente. «Si tenemos en cuenta que el 60-80% de las estructuras corporales son líquidas y el líquido es un material diamagnético, podemos entender su gran capacidad de actuación en los tejidos», apostilla..

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