El Esla se convierte en el Jordán
Multitudinario bautismo. La Iglesia Evangélica Filadelfia de León bautizó este lunes a medio centenar de personas en el río Esla a su paso por Mansilla de las Mulas. Una fiesta cargada de aleluyas, glorias, aplausos, cánticos e inmersión en el agua.
De blanco inmaculado, muy arreglados, al estilo ibicenco. Ellas con vestidos largos, flores y lazos en el pelo. Ellos con pantalón y camisa. Así se adentraron en las frías aguas del río Esla para bautizarse por el culto gitano de la Iglesia Evangélica de Filadelfia. Los predicadores, encabezados por el pastor, Ángel Miranda, oficiaron una multitudinaria ceremonia de inmersión total en el agua, una manifestación pública de la fe «como fue bautizado Jesús por San Juan Bautista en el Jordán». Un rito cargado de oraciones, aleluyas, glorias, alabanzas, aplausos y cánticos en el que se incorporaron a la fe 48 personas, el doble que en la última convocatoria. «Cada vez se bautizan más jóvenes», asegura el presidente de la Iglesia Evangélica Filadelfia de las Iglesias de León, José Antonio Jiménez.
La Iglesia Evangélica Filadelfia no bautiza a sus hijos hasta que son adultos y deciden por ellos mismos. La mayoría de los que se bautizan hoy tienen menos de 25 años, como Aroa, con 15: «Acepté a Jesús como mi salvador. Sin él no soy nada», dice emocionada antes de introducirse en el agua. Su padre, Antonio Vázquez, está orgulloso por el paso de su hija: «Demuestra al mundo que Dios vive. Esto es una fiesta sin alcohol, sana, para glorificar a Dios».
Naraya Vargas tiene 18 años. Está acompañada de su madre, Rocío, y su suegra, Milagros. «Para mí es un día muy especial». Su madre dice que es un «paso importante» y su suegra recuerda que cuando ella se sumergió en el agua llevaba una túnica blanca.
«Se bautizan cuando quiere, cuando es consciente, es una decisión personal, una fe para aceptar a Jesús en el corazón», asegura el pastor Ángel Miranda. Pero la fe puede llegar más tarde. «También hay gente mayor que ha hecho un cambio en su vida, se acercan convencidos y se les da un tiempo para que den testimonio visible de que el cambio es real». Entre los que han dado un cambio de vida y se bautizan en esta ceremonia está Manuel Borja, de 48 años: «Mi vida era una catástrofe mundial», dice sin rodeos. «Estaba metido en el mundo del alcohol y la cocaína. Era un desastre de marido y de padre. La cocaína te vuelve loco e intenté suicidarme. Satanás te mete mil ideas malas en la cabeza. Estaba tocando fondo, sentía un vacío muy grande en mi corazón y me acordé de mis hermanos, de las veces que me hablaron de Dios y les pedí ayuda. Busqué a Dios. Mi vida cambió. Hace ocho años que no tomo ni alcohol ni drogas, fue como volver a nacer porque me libré de todas las ataduras».
A su lado está Ramón García, de 50 años. «Estuve 28 menos metido en el mundo de las drogas. Por la misericordia del Señor he mejorado. Me hablaron de Dios personas como el tío Enrique Díaz o Rafael Carrasco, con gran facilidad de palabra para llegar a la juventud. Tienen el convencimiento de la palabra. He nacido de nuevo y el bautismo es un símbolo del cambio».
El predicador Enrique Gatito, de la Iglesia Evangélica Filadelfia de Armunia-León, asegura que este bautismo es «excepcional. Estamos llegando a mucha juventud. Cuando uno cree en Dios, cambia, están salvos. Es un privilegio y una bendición lo que hoy está pasando en Mansilla».
Las familias celebraron el acontecimiento con una fiesta a orillas del río.