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La historia de la revisión de la ITV que encendió las alarmas de incendio

Ocurrió en la sede de Astorga con una furgoneta con casi 200.000 kilómetros 

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Imagínese ir a realizar el examen periódico de la Inspección Técnica de Vehículos, más conocida como la ITV, en su vehículo y que tras las pruebas esté se estropee y  que la única solución es la de cambiar el motor del coche por un valor 6.230 euros. Pues este caso ocurrió en la provincia de León, concretamente en la ITV de Astorga.

El 27 de diciembre de 2019 un hombre acudió con su furgoneta Renault Master a la inspección del vehículo. Dicha inspección era la segunda que el propietario realizaba en menos de tres meses, debido a que en la prueba en la que se examinó el vehículo, el 27 de diciembre, el resultado había sido "desfavorable".

En esta segunda revisión, tras varias pruebas, el mecánico de la ITV procedió a realizar la prueba de gases. En esta prueba se introdujo una sonda por el tubo de escape y en la que el propio mecánico se subió al asiento del conductor para realizar el mismo la prueba.

La prueba comenzó, como explica el propietario del camión, cuando "el operario  procedió a acelerar el motor a tan elevadas revoluciones y de manera tan reiterada que llegó a introducirse el aceite de engrase del turbo por la admisión, haciendo de combustible y no deteniéndose el motor sino hasta que hubo consumido todo el aceite motor y 'griparse'".

En la versión del mecánico, se argumentó que él puso el motor del vehículo a unas revoluciones que pudieron llegar a las 5.000, pero que, aunque el motor llegara a estas revoluciones, no implicaría la situación que se dio. Además, explicó que una vez metido el primer acelerón para llegar a las revoluciones que la prueba requiere, entre las 950 y las 4.000, el motor mantuvo las revoluciones aun tratando de quitarle el contacto al vehículo, y que sin capacidad de pararlo, "metieron cuarta o quinta para tratar de calarlo". 

La realización de la prueba fue estrepitosa que el humo que salía de la furgoneta, de 18 años y más de 195.000 kilómetros, provocó que las alarmas de incendio del centro de inspección saltarán. Ante esta situación el vehículo quedó totalmente inutilizado y así lo confirmó el taller que comprobó el estado de la Renault tras la humareda negra. 

En el taller se llegó a la conclusión de que el precio de la reparación sería tan elevado que la opción más viable sería el reemplazamiento del motor por uno reacondicionado, un motor recuperado y restaurado, y que esta tendría un coste de 6.229,05 euros.

Resolución de los hechos

Ante esta situación, el propietario de la furgoneta echó la culpa al hombre que realizaba la inspección, y este al propietario, por lo que el percance se llevó ante el Juzgado de primera instancia de León, que dictaminó que debido al uso que se le había dado al uso que se le había dado, si el vehículo hubiera estado en las condiciones adecuadas no se habrían producido los daños que se generaron. De esta manera se condenó al demandante, al propietario del vehículo, al pago de las costas causadas por el juicio. 

La defensa del afectado por la avería apeló la condena a la Audiencia Provincial de León, la cual anuló la pena impartida por el Juzgado de León y, sin dar la razón al propietario de la furgoneta, le anuló el pago de los costes del juicio.