Las nuevas generaciones cogen el relevo de las tradiciones para no perderlas

Actualmente, la danza de Trascastro está integrada por un grupo de 14 jóvenes de entre 15 y 27 años. Una media de edad muy baja para lo que se suele ver en otros pueblos con sus tradiciones. Cada vez que una persona decide abandonar la danza, entra un joven de edad inferior.

Alba tiene 17 años y es su primer año en la danza de Trascastro, al igual que Carmen, Paulo, Mencía, Claudia, Malena, Alba o Carlos, que no superan ninguno los 21 años. Este verano se incorporó mucha gente, todos jóvenes. «Necesitamos bastante ayuda porque al faltar gente tuvimos que meternos nosotros», afirma Alba. «Los nervios siempre están ahí, pero merece la pena al ver a tus familiares viéndote en la danza», explica.

«Danzar nos hace mucha ilusión. Cuando era pequeña veía a mi padre en la danza y yo también quería. Ahora he conseguido hacerlo y estoy muy orgullosa», cuenta Alba. «Al ser todos más o menos de la misma edad, nos entendemos bien y hay mucha complicidad dentro del grupo», afirma.

Entre los más veteranos como Víctor, Laura, Ángela, Sofía, Celia o Candela también opinan lo mismo. «Es genial y necesario que los jóvenes nos impliquemos en las actividades de los pueblos para que no se pierdan», explica Candela. «Los jóvenes recuperamos la danza en Trascastro después de cinco años sin hacerse. Si no hubiéramos decidido danzar igual se habría perdido para siempre» cuenta.

Es importante ver como las nuevas generaciones se involucran en las tradiciones. «Ahora los niños más pequeños del pueblo también quieren danzar», cuenta Alba. «No podemos ver nuestras tradiciones como ajenas o lejanas. Nos tenemos que empapar de ellas y hacer que sigan existiendo, de lo contrario morirán», recuerda.

El relevo generacional que se percibe en la danza de Fornela también se hace notar en otros pueblos como Peranzanes o Chano.