La tradición evoluciona: las mujeres danzan en Trascastro
Remarcan la importancia de avanzar y no perder las costumbres de los pueblos. Candela y Ángela cuentan su experiencia al ser las primeras mujeres en participar en la danza de su pueblo y cómo «hicieron historia» en la región.
Como cada 17 de agosto suena la xipra, una especie de flauta, y el tambor en el campo del Santuario de la Virgen de Trascastro, en el Valle de Fornela. Las danzas de esta zona de la provincia se remontan a hace más de 500 años.
En 2017 un grupo de jóvenes de la localidad, integrado por chicos y chicas, decidió retomar la tradicional danza del pueblo , que llevaba varios años sin hacerse. «No nos lo planteamos mucho, simplemente lo hicimos», cuenta Candela, una de las mujeres que integraron ese grupo. Era la primera vez que se danzaba en varios años y, por si fuera poco, era la primera vez que lo hacían las mujeres del pueblo. «De pequeña siempre veía la danza y pensaba en poder hacerlo de mayor», afirma Ángela, otra de las chicas que comenzaron a danzar ese año.
Abrieron camino
«Fue una locura, pero lo vivimos con mucha ilusión», afirma. «Ensayábamos a escondidas porque teníamos vergüenza y no queríamos que nadie nos viera mientras algunas personas del pueblo nos enseñaban cómo eran los pasos», explica la joven. Candela, Celia, Sofía y Ángela son las jóvenes que han danzado desde ese año hasta este último 17 de agosto. «Teníamos miedo de que no nos dejasen danzar por ser mujeres o a que nadie fuera a vernos», recalca Ángela.
Ese verano, según cuentan, tuvieron una buena acogida por parte del pueblo. «Casi nadie se quejó por danzar siendo mujeres. El apoyo fue prácticamente absoluto. A todo el mundo le pareció bien que las mujeres nos incorporásemos a la danza», detallan. «La ilusión crecía a medida que ensayábamos. Siempre tuvimos ganas de hacerlo», cuenta Candela. También recuerda que vivieron momentos de incertidumbre porque ese verano tuvieron que empezar de cero y no «sabían si iban a llegar» a tenerlo todo listo y ensayado para el día de la danza.
Sentimiento común
Todas coinciden en que danzar conlleva un sentimiento compartido. Destacan la enorme importancia que dan las gentes del lugar a las costumbres y tradiciones heredadas de los antepasados y la enorme fuerza y devoción con la que viven esta fiesta en Fornela. «Es un respeto enorme por nuestra tradición y nuestros antepasados», recalca Candela. «Conectas con tus ancestros. Mi abuelo, mis tíos o mi padre danzaron y ahora lo hago yo», explica Ángela. El día 17, al vestir el traje típico, los nervios se apoderan del cuerpo por la responsabilidad que supone. «Cuando terminamos de danzar y la gente comienza a aplaudir a mi se me pone la piel de gallina», cuentan.
En cuanto a las posiciones que ocupan en la danza, Candela comenzó de ‘segunda’ y ahora ha llegado a ser ‘bandera’. «Existen varias posiciones en función de los pasos o figuras que tengas que hacer en el transcurso de la danza. Estas son panza, segunda, bandera y cachola», explican los miembros del grupo. «Danzar es bastante sacrificado. Son muchas horas de ensayo y bastante responsabilidad, pero luego sientes mucho orgullo cuando te ve toda tu familia», recalca Candela. Por otro lado, Ángela comenzó de bandera y no ha cambiado de posición en todos los años.
Hay más
No es la primera danza mixta del Valle de Fornela. Desde la década de los ochenta del pasado siglo, periodo en la que se recuperaron las danzas en esta localidad, el grupo de danzas de Guímara, formado por hombres y mujeres a diferencia del resto de grupos de danzantes del Valle de Fornela, ofrece su actuación. «Al recuperar la danza de Trascastro y hacerla mixta abrimos la puerta a otros pueblos del Valle de Fornela, como Peranzanes a incluir a las mujeres también en la misma», explica Candela. Al año siguiente, a través de un proceso de votación en este pueblo se decidió si incorporar en la danza a las mujeres. El resultado fue afirmativo, pero de forma muy ajustada, y la danza de Peranzanes se convirtió en mixta después que la de Trascastro.
Un cambio
«Antes de que se pierda la tradición de nuestro pueblo es mejor renovarla y que avance», recalca Candela. Los vecinos de Trascatro coinciden en que fue «un antes y un después» en la historia del pueblo. «Me sorprendió para bien la reacción de los vecinos porque creíamos que no tendríamos apoyo», cuenta Ángela.
Y no es lo único en lo que buscan innovar, puesto que están intentando conseguir un nuevo tamboriteiro y «puede que sea la primera mujer tamboriteira del valle», explican. Según cuentan las danzantes, este papel es el más importante de todos para la danza. Explican que les gustaría conseguirlo, aunque es «difícil aprender a hacerlo bien y en poco tiempo», pero que su objetivo es seguir haciendo historia del pueblo. «Igual el año que viene no lo conseguimos, pero acabará pasando», recalca Ángela.
«Este último año hemos sido 11 mujeres y tres hombres», detallan. De momento, Candela no contempla retirarse de la danza ya que, aunque «te canse es muy bonito hacerlo y vivirlo», afirma. El resto de los integrantes de la danza tampoco quieren abandonar el momento pero saben que «en algún momento hay que dejar paso a los más jóvenes de nuestra localidad que también quieren aprender la danza y participar en las tradiciones», explica Candela. «El año que viene veremos quien quiere participar y si doy un paso atrás y para dejar a las nuevas generaciones», cuenta Ángela.