Laboratorio de tecnología adaptada para vivir mejor
Robótica para vivir mejor. El Centro de Recursos para la Dependencia de San Andrés del Rabanedo es un laboratorio para probar la tecnología que permite a las personas con discapacidad física «reaprender» las tareas cotidianas.
Diego permite a las personas practicar la movilidad del tren superior con juegos interactivos y hace un reconocimiento más exhaustivo. Diego no es un humano, es un robot, el último adquirido por el Centro de recursos para la Dependencia (Cre) de San Andrés del Rabanedo para probar en sus usuarios. El CRE es un laboratorio en el que las empresas tecnológicas prueban los dispositivos destinados para personas con una alta discapacidad física.
Todavía no lo ha probado ningún usuario y el personal recibió la formación necesaria para saber manejarlo la semana pasado. También cuenta con gafas de realidad virtual que hacen de la experiencia algo más dinámico y menos aburrido.
Con una demostración, una de las fisioterapeutas del centro, Sandra Álvarez, enseña el funcionamiento del dispositivo que registra el movimiento de los brazos con una especia de velcros sujetos al antebrazo y bíceps que se conectan a unos cables sujetos desde arriba.
Volver al hogar
Otra tecnología trabaja con la voz y la vista para sustituir al teclado y el ratón. Con dirigir la mirada o emitir unas sencillas ordenes el usuario tiene acceso a internet con aplicaciones gratuitas y dispositivos que no pasan de los 300 euros, según cuenta Jorge Alegre, responsable de tecnología audiovisual del Cre.
El centro se dedica a instruir a los usuarios en la utilización eficiente de sus instalaciones, así como a brindar asesoramiento especializado para adaptar sus hogares a sus necesidades individuales.
Una vez completado este proceso, se establece un seguimiento constante, con la expectativa de que los usuarios no permanezcan de manera permanente en el centro.
En cambio, se espera que regresen a su vida cotidiana con una nueva autonomía, aplicando los conocimientos recién adquiridos a sus posibilidades únicas. Los dispositivos tecnológicos son muy costosos por lo que casi ningún centro privado cuenta con estos avances robóticos. Gracias a las ayudas de los fondos europeos el CRE puede facilitar la vida de sus ocasionales residentes.
Volver al hogar
«Las sillas de ruedas tienen unos avances impresionantes, sobre todo en los últimos años» explica Beatriz Lamela, de terapia ocupacional.
Sensores de voz
Anuar es uno de los usuarios el centro. Utiliza el ordenador con sensores de voz y tiene una silla que mueve con el mentón. Además pertenece a la Asociación de Pintores con la Boca, una tarea para la que tiene un talento indiscutible además de mucha práctica.
Una silla de ruedas que se moviliza gracias a unos sensores colocados al lado de la cabeza es la que maneja Rubén. La dificultad de moverse con estas tecnologías el alta pero él realiza esta actividad con una habilidad sorprendente. Otro de los artilugios es el Control de Cabeza Vigo con auricular giroscópico y proporcional en las cuatro direcciones que permite controlar la silla de ruedas. Se conectan mediante Bluetooth y tiene acceso al ordenador o al móvil. Estos sensores traducen los movimientos de la cabeza y los transforman en una conducción fluida.
Urbano prueba estos auriculares desde hace quince días. También los tiene conectados al control de la casa y puede subir o bajar persianas, encender la tele y las luces. Afirma que «con práctica me hace la vida más fácil y es cómodo».
El componente esencial de esta estructura es el Centro de Discapacidad y Dependencia, vinculado al Imserso, que busca fomentar la autonomía personal, facilitar la transferencia de conocimientos, capacitar a profesionales y brindar servicios altamente especializados. Además, este centro promueve la adopción de enfoques y prácticas novedosas, a la vez que presta respaldo al tejido asociativo y a los allegados de aquellos que padecen discapacidades físicas, psíquicas y sensoriales de gran magnitud.
La dependencia se define como «el estado de carácter permanente en que se encuentran las personas que, por razones derivadas de la edad, la enfermedad o la discapacidad, y ligadas a la falta o a la pérdida de autonomía física, mental, intelectual o sensorial, precisan de la atención de otra u otras personas o ayudas importantes para realizar actividades básicas de la vida diaria o, en el caso de las personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental, de otros apoyos para su autonomía personal».
El CRE ofrece asesoramiento, además de tecnología financiada por recursos europeos. Cuenta con 120 habitaciones, la mitad para las personas del centro de día. María Teresa Gutiérrez, directora del centro de rehabilitación, destacó el enfoque central de las instalaciones: facilitar que los individuos regresen a sus hogares con la capacidad de llevar una vida autónoma. El objetivo primordial del centro es proporcionar a los pacientes las herramientas necesarias para valerse por sí mismos.
Juan Luis del Pozo, a cargo de las visitas guiadas, la administración del archivo y la gestión de la biblioteca, compartió que en este centro se prioriza la personalización de recursos y tratamientos en función de las necesidades de cada usuario. Cada paciente recibe atención a medida, asegurando que los enfoques terapéuticos se adapten de manera precisa a su situación y requerimientos individuales.