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Un filandón en busca de hilanderas en León

Experimentar el poder de la lana. Alba Rueda, hilandera del siglo XXI, propone este domingo en el Museo de los Pueblos Leoneses un viaje fantástico con vellones de lana, cardas y husos. ‘De la oveja al abrigo’ es su propuesta abierta para experimentar el poder de la lana como materia textil y devolver al filandón a la figura central de las hilanderas, apisonada por el ‘progreso’.

RAMIRO

León

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El filandón ha sobrevivido a los tiempos modernos. Los literatos leoneses lo han llevado por el mundo. Hay filandones ‘enlatados’ en discos. Pero las hilanderas han desaparecido. Ya no se hila mientras se cuenta en veladas que reproducen la tradición oral que fue durante siglos el entretenimiento de las tardes-noches leonesas alredeor del fuego y de los husos laboriosos agitados por manos de mujer. En los filandones del siglo XXI las hilanderas han desaparecido y en la sociedad posindustrial la lana es considerada un desecho en España, un residuo por el que, en el mejor de los casos, se paga unos 30 centímos por kilo o directamente. Mientras en Australia y Nueva Zelanda la lana del merino que llegó de España cotiza al alza en la lonja de Sudáfrica.

Alba Rueda, asturiana afincada en Vegas del Condado desde hace dos décadas, quiere poner en práctica este domingo su proyecto piloto para crear una Escuela de Hilanderas en León abierta a todas las edades y a todos los sexos. Su objetivo: recuperar esta figura central de los filandones leoneses que ha desaparecido por el imperativo del ‘progreso’.

En el Museo de los Pueblos Leoneses de Mansilla de las Mulas ofrece el taller ‘De la oveja al abrigo’, producto de la transformación vital que esta periodista reconvertida en hilandera, ha afrontado desde que, al cumplir los 40 años, hace ya trece, dio un vuelco a su vida.

Un periplo en el que dejó atrás su vida de periodista y licenciada en Ciencias Políticas para convertirse en especialista en coachin asistido con caballos e hilandera. «Entre caballos y lana di la vuelta a mi vida como un calcetín», asegura. Ha aprendido de forma autodidacta todo el proceso de la lana que durante siglos fue el abrigo de la gente. Ha sido un camino largo que echó a andar lejos de España. «Elegí Escocia porque allí había cumplido los 18 años», explica. Allí escribió su libro Mujeres que aman a los caballos , que a día de hoy «sigue vendiéndose, o mejor dicho, dándome satisfacciones». Los paseos que daba por el campo la conectaron sin darse con el mundo de la lana.

«Escribiendo este libro empecé a ver que las ovejas, que andan a su aire porque no hay depredadores, dejaban trozos de lana». Instintivamente, se agachaba, los recogía y en casa los ponía a secar sobre un radiador. Las ganas transformaron aquellas vedijas en una almohada que hoy disfruta su ahijada Alba.

De forma autodidacta, con las manos y la mente siempre abiertas a experimentar, y mucho estudio, fue abriendo la puerta a su nueva vida y a nueva mujer que, asegura, «me cae mucho mejor que la anterior». De hilar palabras ha pasado a hilandera del siglo XXI. Una cosmopolita arraigada en la tierra, con huerto ecológico y un ‘zoo’ que incluye perros, un caballo y un águila.

Aprendió a lavar, escardar, cardar la lana, a hilar, a teñir, a hacer fieltro, incluso la técnica de la impresión botánica... es, junto a su amiga María, una de las pocas personas que sabe teñir con hongos y líquenes y se atrevió a tejer sus primeras chaquetas — Navajo y La salvaje , las llama—, un curriculum al que añadió un microrrebaño de ovejas inglesas y húngaras de las razas wensleydale, oriunda de Yorkshire, Inglaterra y expeligro de extinción y racka , una oveja negra con unos cuernos espectaculares que viene de Hungría.

«Merinas negras y blancas, incluso churras negras, las tengo a mano. A mí me gustan los retos y quería estas ovejas por el tipo de lana que producen», explica. En plena pandemia y con el brexit cabalgando en Reino Unido se embarcó en el propósito de ser «la primera persona en traer a España ovejas de wensleydale ». Como también quería ovejas negras, buscó una raza que tampoco estuviera muy extendida en España y se decantó por las racka húngaras, convirtiéndose en la segunda en España en contar con ejemplares.

Las ‘ladies’ y las ‘satánicas’ forman su microrebaño de cinco ovejas con nombre propio que pastan en las praderas de su finca en Vegas del Condado: Magi, Linda y Peny, las beatlelianas inglesas, y Valentina y Teodora, las húngaras bautizadas con el nombre del santoral de su día natal. .

El domingo 8 de octubre, de 10 a 13 horas, en el Museo de los Pueblos Leoneses de Mansilla de las Mulas, Alba Rueda (Escuela de Hilanderas) hablará de las propiedades de la lana, «tiene muchas cuando la vistes y más cuando la trabajas», apostilla. «Aparte de ser ignífuga, antibacteriana y aislante, tanto del frío como del calor, lo que hace que ahora sea muy demandada en ropa deportiva, cuando trabajas con ella conectas con una especie de memoria ancestral, que es la de nuestras abuelas».

Con vellones, ovillos y husos invitará a las personas que asistan a experimentar este trabajo que «mucha gente no se cree capaz de hacer, pero que enseguida que se ponen lo pillan». El objetivo final es que consigan hacer una bola de fieltro. La actividad es abierta y no es necesaria inscripción previa.

Alba Rueda cuenta que cuando se pone a hilar experimenta como una meditación. Y si lo hace en público, como cuando acude con el huso a la sala de espera del centro de salud provoca conversaciones que afloran de los recuerdos de los abuelos y abuelas que comparten la sala de espera. «La emoción que despierta la lana es tremenda», advierte.

La sabiduría que atesora todo el proceso de transformación de la lana es parte de los conocimientos ‘perdidos’ que daban independencia a las generaciones pasadas. «Ser capaz de hacerte ropa de abrigo y cultivar alimentos te permiten sobrevivir en las circunstancias más adversas», recuerda. «Mi abuelo fue un maqui y recuerdo verle preparar la rama de una zarza y comérsela». Era lo que tenían a veces en el monte.

«Ahora se hace lo posible para que seamos dependendientes y se impide a las personas del entorno rural que puedan subsistir» si no cuentan con un número masivo de vacas, lamenta. Frente a los imperativos limitantes del sistema económico, Alba Rueda contrapone los retos y los «superpoderes» de cada persona. «La oveja es un animal que tiene el superpoder de transformar la hierba en lana, ¿cuál es el tuyo?». Ahí queda la pregunta de la hilandera.