Escenarios leoneses de novela
alfonso garcía
Una mínima atención al hecho literario testifica rápidamente que León no es solamente cuna de notables escritores, sino escenario en que se localizan no pocas historias. Esta interesante novela histórica, que transcurre en el arco temporal del siglo XII, es otro ejemplo. En Sahagún tienen lugar los actos religiosos por el eterno descanso del alma de la reina fallecida, doña Berta. Allí estaba, entre tantos otros notables personajes, la hermana del rey, la infanta Urraca, que «seguía manteniendo aquel carácter rebelde del que siempre había hecho gala» y que ahora necesitaría ayuda en asuntos que tienen que ver con la línea sucesoria: «Pretendía encumbrar a su sobrina al trono de León». Recurre al obispo de Toro, al mercenario Petro el Cartaginés y, sobre todo, a Lisarda, la cortesana —de ahí el título—, joven de muchos amantes, conocida por sus artes amatorias. «En el reino había pocas mujeres que supieran más de hombres que Lisarda»- y muy consciente de que «en las alcobas era donde se dirimían los asuntos del reino». En realidad, la verdadera protagonista era Lisarda, que para llevar a cabo el plan pone constantemente en peligro su vida. Su perfecta preparación necesita un perfecto encaje de todos los elementos. «Ambos eran conscientes —y este es el final— de que el camino recorrido hasta llegar a ese instante había estado tan lleno de espinas que ese amor forjado a sangre y fuego no se podría romper jamás». Quedan en el aire sus nombres, y nada más diré. Solo que los hechos se suceden con rapidez, llenos de intrigas, chantajes, sexo, pasiones, amores, traiciones, sangre… entre una maraña de hechos, circunstancias y personajes perfectamente encajados en la arquitectura narrativa, en la que se intensifica la tensión, el misterio, el enredo, generando un desarrollo del relato ágil y atractivo. Partiendo de la base de un notable esfuerzo documental, la ambientación, la creación de la atmósfera necesaria en cuanto a la presentación de formas de vida de la época, la precisa definición de personajes y las historias paralelas entrelazadas a la principal, hacen de esta novela histórica un buen ejemplo para el lector. Súmese a ello los diálogos que agilizan y amenizan el relato y una prosa decidida y clara que gratifica su lectura.