Diario de León

De Frankenstein a Hannibal Lecter

l Dos expertos en criminología bucean en la literatura gótica para desenmascarar psicópatas

manuel bruque

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jordi ferrer

La literatura gótica del siglo XIX, y especialmente varios clásicos de terror y misterio, contribuyó a definir los rasgos de la psicopatía criminal y del asesino en serie que la ciencia y la tecnología han validado con el paso de los años, según ha constatado un libro escrito por dos expertos en la materia.

El catedrático de Criminología Vicente Garrido y el penalista y también profesor universitario Virgilio Latorre analizan la figura del psicópata en El monstruo y el asesino en serie, de Frankenstein a Hannibal Lecter (Ariel) tomando como punto de partida varios clásicos de la literatura victoriana.

Lo hacen con cuatro novelas: Frankenstein o el moderno Prometeo, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, El retrato de Dorian Gray y Drácula, que a su juicio poseen el «común denominador de iluminar el origen y características de la maldad incontrolable» y que «pese a su condición de novelas, dieron cuerpo y aportaron ideas innovadoras a la investigación científica sobre el psicópata (loco moral) en décadas posteriores, así como acerca del asesino serial». Según explica Garrido a Efe, «es como si hubiese habido una alianza implícita entre aquellos literatos y los científicos del XIX para desarrollar el concepto moderno de psicópata. Aquellos autores, que «escribieron en una época en la que la antropología criminológica nacía con una extraordinaria fuerza», añade este letrado, pusieron el foco en que «lo monstruoso no es el sujeto monstruo, sino sus actos, y también que el delito se produce en todas las capas sociales, porque el Dr. Jekyll o Dorian Grey son personas de clase alta, respetadas y valoradas».

A esto, Garrido añade cómo novelas posteriores, como El talento de Mr. Ripley y El asesino dentro de mí, van configurando «los tipos fundamentales de psicópata criminal hoy en día, que es el psicópata elegante y bien hablado que se mueve bien entre la sociedad».

En el libro se expone que el crimen es consecuencia o producto de la psicopatía, pero también que la mayoría de psicópatas están integrados, es decir, que son personas que pueden ser amorales o ventajistas, pero en ningún caso criminales.

«La clave de la discusión criminológica en estos momentos es cómo se convierte el psicópata o sociópata en criminal. Hay una teoría neurobiológica en la que son determinantes unas alteraciones de determinadas partes del cerebro que conducen a que esa psicopatía de el salto a la violencia. Hay otras, de tipo social, lo que se llama el aislamiento social, que exponen que son ciertas reacciones en cadena las que preceden el acto criminal», explica Latorre.

«Apostamos por otra teoría similar, basada en que la personalidad de un sujeto se conforma a través de una especie de conflictos internos que se producen a partir de represiones, de anhelos que no son realizados, y que se van ubicando en un ámbito oscuro de nuestro subconsciente -añade-. Ese lado está siempre en una especie de negociación con nuestro yo real, con nuestra personalidad tal y como la tenemos perfilada». A juicio de Latorre, «en una mente sana esos equilibrios se logran mantener, pero cuando la sombra ocupa todo el espacio entonces se pasa al acto. Aparece el aspecto más primario, más instintivo y más irracional del sujeto y lo que es una psicopatía integrada se convierte en crimen».

Preguntados por cómo se desenvuelven los rasgos psicopáticos en una sociedad que facilita el aislamiento social, ambos expertos coinciden en que «no sólo la psicopatía, sino el crimen en general se ajusta a las circunstancias de su ambiente y de su tiempo».

«Siempre ha ocurrido así. Por poner un ejemplo, antes un pederasta tenía que exponerse más que ahora para conseguir víctimas. Hoy hay millones de archivos de pederastia en páginas web. Estos criminales siguen teniendo las mismas inclinaciones y la misma configuración psicológica, pero ahora pueden gozar de más anonimato».

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